La costa croata, bañada por las aguas turquesa del Adriático, es un secreto a voces entre los amantes del mar. Desde la península de Istria hasta más allá de Dubrovnik, cerca de 1.200 islas orlan un litoral inconcebiblemente intacto que accede a dejarse descubrir a bordo de veleros y goletas y en el que, incluso, es posible bucear entre barcos naufragados de las mil y una civilizaciones que circularon por él.
En la pequeña isla de Santa María se levanta este monasterio benedictino asomado al Veliko Jezero, en el Parque Nacional Mljet.
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La playa Zlatni Rat (cuerno de oro), el mayor atractivo de Bol, en la isla de Brac, la tercera más grande del Adriático.
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Vista de la vieja Dubrovnik, la ciudad croata más famosa.
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La isla de Hvar, una de las más animadas en verano, gracias a su puerto y a sus restaurantes de pescado.
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En la costa más virgen de Croacia se descubren un buen número de barcos hundidos, legados por muchas de las civilizaciones que han llenado las páginas de la larga historia de este joven país.