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Hay lugares que cuentan historias desde cada rincón y que te invitan a quedarte un poco más. El Parador de Limpias, en Cantabria, es uno de ellos, y me bastaron tan solo 24 horas para comprobarlo.
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Entre libros que atrapan en su interior y jardines mágicos que envuelven el exterior, se encuentra el edificio principal, levantado en 1903 y convertido en Parador en el año 2004.
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Nada más entrar, me recibió una escalera de castaño, un techo artesonado y una vidriera que inunda de luz natural el descansillo, pero, si algo me cautivó especialmente, fue la amplia oferta gastronómica, enfocada en el producto local.
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El entorno del Parador permite un sinfín de actividades, como la visita a una conservera tradicional o una visita en barco a las marismas del Parque Natural de Santoña, hogar de aves migratorias como el águila pescadora.
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Recomiendo disfrutar de un agradable paseo por Laredo, con su inmensa playa de 5 kilómetros, o mojarse los pies en la playa de Berria, ubicada entre el monte Brusco y el macizo del Buciero y frecuentada por surfistas.
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Otro plan ideal para esta temporada es pasear entre caminos cubiertos de hojas otoñales, con el aroma de tierra húmeda y musgo envolviéndote a cada paso.
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A modo de tips extra, invito a probar, como mínimo, uno de los postres de la carta del restaurante (en especial, el brownie estilo coulant de caramelo) y elegir Santoña como lugar para alterar por su variedad de bares y buena relación calidad-precio.