Ampudia fue Fonte Pudia o Fons Púdica, una fuente pudorosamente escondida entre unas zarzas. Hoy no tiene nada de recatada, sino que se muestra bella y orgullosa, con un cartel en la entrada que proclama: "Uno de los pueblos más bonitos de España". Llegando a él, sobre un alcor, descubrimos un hermoso castillo, el mejor conservado de Palencia. Y detrás, la torre de 63 metros de la colegiata de San Miguel, la "Giralda de Campos".
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La fortaleza del siglo XV, que fue propiedad del Duque de Lerma y lugar de asueto de Felipe III, era una ruina cuando la compró en 1960 el empresario galletero e historiador Eugenio Fontaneda, quien la dejó como nueva y la llenó de mil antigüedades que coleccionaba: autómatas, aparatos musicales, un anillo-pistola, la piel de una anaconda, un cráneo de un tigre, otro de una bruja encerrado en una jaula… Entre tanto objeto variopinto, hay uno deslumbrante: la Tessera Hospitalis de Herrera de Pisuerga, un pacto amistoso entre indígenas del norte palentino grabado en latín sobre una lámina de bronce con forma de jabalí, del año 14.
Al pie del castillo se acurruca la población, cuyo corazón es la plaza Vieja, donde todos los jueves desde 1606 hay mercado franco. Ahora le llaman mercadillo. De allí irradian las calles Corredera y Ontiveros, ambas con casas de dos alturas de entramado de madera y adobe y soportales sostenidos por 256 postes, 41 de piedra y el resto de olmo o, como dicen aquí, de negrillo. La primera, peatonal, lleva al antiguo convento de San Francisco, hoy un flamante Museo de Arte Sacro, y a la vecina colegiata de San Miguel. Hay dos buenas razones para entrar en ella: admirar el sepulcro yacente de Pedro García de Herrera y María de Ayala, los primeros señores de la villa, y escuchar el órgano barroco.
La otra calle principal, Ontiveros, conduce al antiguo hospital de pobres de Nuestra Señora de Clemencia, que ahora alberga la oficina de turismo y varias exposiciones temporales y permanentes. Entre las últimas, destaca una sobre dos fotógrafos excepcionales del siglo XX, Álvaro de Castro Cea y Álvaro de Castro del Bosque, padre e hijo, que con sus cámaras retrataron a varias generaciones de ampudianos: rondallas, recién casados, bebés, familias numerosas y grupos escolares multitudinarios, cuando al colegio iban 300 niños (hoy van menos de 20).
Tampoco quedan casi críos en Valoria del Alcor, una pedanía de Ampudia de 33 habitantes, con una preciosa iglesia románica en lo alto, rodeada de bodegas y casas silenciosas, la mayoría vacías. A falta de niños, los vecinos han adoptado como tales a las Florindas, unas muñecas de enormes ojos verdes y guardarropa festivo que una artesana local fabrica con seis macetas. Su creadora, Lucía Fonseca, ha inspirado también el Bosque Encantado, la alameda decorada por y para los chavales, donde los hijos de los que emigraron vuelven en verano a jugar a que son artistas.
Otros que regresan cada año a la Tierra de Campos palentina y la llenan de gritos y alegría en otoño e invierno son los gansos. Hasta 10.000 ejemplares llegan a concentrarse entonces en la laguna de la Nava, a 21 kilómetros al norte de Ampudia. Verlos arribar en bullicioso nubarrón al humedal desde los tiernos cebadales donde se alimentan de día, mientras el último sol tiñe de rojo el cielo y agiganta la sombra de la «Estrella de Campos» –la torre de 65 metros de la iglesia de San Pedro, de la cercana población de Fuentes de Nava–, es el sueño de cualquier pajarero.
En la Casa del Parque, instalada en una solariega del siglo XVII de Fuentes de Nava, se puede espiar en directo –haciendo panorámicas y zooms con una cámara remota ubicada en mitad de la laguna– a las más de 20.000 anátidas y otras muchas aves que pululan en ella en esta época. Para verlas en vivo, hay cinco observatorios físicos. En la misma Casa indican cuál es más adecuado en cada momento del año. El más importante y el primero que se ha de visitar, cuando el humedal revive en octubre, es el de la Colada. Una pista de tierra permite ir caminando en diez minutos desde el aparcamiento situado en el kilómetro 4,8 de la carretera P-940, a tres de Fuentes de Nava. Diez minutos que pueden ser 30 o 60 si nos detenemos a admirar dos especies que buscan sustento en los cultivos ribereños: el aguilucho lagunero y la avutarda, el ave voladora más pesada del mundo.
Una vez en el observatorio de la Colada, se ven ánsares comunes –o gansos– y los más raros caretos, piquicortos e indios, así como barnaclas cariblancas. También suele verse aquí al naturalista Fernando Jubete. Él fue el impulsor del proyecto de recuperación de la laguna en los años 90, el que logró que reviviera con periódicos aportes de agua del Canal de Castilla. Aunque hoy es un pequeño resto de lo que fue el antiguo Mar de Campos –300 de las 2500 hectáreas que ocupaba antes de que en 1968 se desecase para matar a los mosquitos y cultivar–, la resucitada laguna de la Nava acoge 221 especies de aves: el 41 por ciento de las que pueden verse en toda España, incluidas las islas. «Es verdad que, con el cambio climático, cada vez llegan menos gansos: ahora se quedan en Holanda», explica Jubete. En cambio, lo hacen nuevas especies. Por ejemplo, se ven más y más grullas, unas 400 en 2024. Y este año, también, algo más propio de Andalucía o Levante que de la Tierra de Campos: ¡70 flamencos! Lo dicho: no es Doñana, pero lo parece.
Dónde dormir
La Casa del Abad (hotelcasadelabad.com), en la plaza principal de Ampudia, se ubica en una casona el siglo XVI donde vivía el abad de la colegiata de San Miguel. Cinco estrellas con spa y buen restaurante. Las Casitas de papel (lascasitasdepapel.com), antigua casa de labor rehabilitada con mimo como posada, dispone de cinco elegantes habitaciones, biblioteca, patio, jardín y huerto ecológico. Hay también cinco casitas independientes. En Abarca de Campos está La Fábrica del Canal (lafabricadelcanal.com), hotel boutique en una antigua fábrica de harinas del Canal de Castilla, con la maquinaria prácticamente intacta, a ocho kilómetros de la laguna de la Nava. Solo para adultos.
Dónde comer
Un viejo olivo preside el renovado restaurante de Ampudia del mismo nombre, El Olivo (tel. 979 76 81 31), donde se nota la mano de Steven Liébana, con varias estrellas Michelin en su perfil laboral. Notables, el lechazo a baja temperatura, los callos y el cocido del sábado. Lugar de reunión habitual de propios y extraños es el Mesón de Ampudia (tel. 666 99 69 77). Un plato: cocido. Dos raciones: torreznos de Soria y carne en salsa. El Arambol (hotelcasadelabad.com), el restaurante del lujoso hotel La Casa del Abad, ocupa un antiguo lagar.
