El norte de la Puglia italiana, un paraíso natural de pueblos en acantilados y cuevas milenarias
De Bari al Gargano, esta región italiana despliega su cara más salvaje y desconocida entre el azul profundo del Adriático y los verdes valles interiores. Descubre aquí todo lo que esconde.
Bari, la habitual puerta de entrada a Puglia, fue un histórico cruce de caminos entre Oriente y Occidente que, siglos después, sigue siendo una ciudad muy viva, a veces caótica, pero que conserva muchas de sus antiguas tradiciones. La capital de esta región impacta por sus diferentes caras: desde la más moderna, visible en sus elegantes bulevares surgidos a principios del siglo XX, hasta su ciudad vieja, un auténtico laberinto con cierto aire árabe, repleto de rincones encantadores donde hay que probar su comida callejera.
Para ti que te gusta
Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!
Para disfrutar de 5 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.
Después espera el viejo Bari, en el que sobresalen dos templos: la basílica de San Nicolás y la catedral de San Sabino, que recuerdan su pasado religioso. El primero guarda las reliquias del santo en su cripta y el segundo, favorito de las parejas de jóvenes para casarse, tiene fama por su mágica luz. Brilla especialmente el 21 de junio, cuando los rayos de sol se cuelan a través de los 18 pétalos del rosetón de su fachada principal.
Tomando rumbo norte por la costa adriática surgen pequeños pueblos encantadores como Giovinazzo, a solo media hora de Bari, encaramado en lo alto de un promontorio con vistas a Cala Porto, con sus barcos de pescas multicolores que se concentran en el Festival del Mar en junio. Por 30 euros puedes hacer una pequeña travesía de media hora con un pescador local desde la que se pueden admirar las murallas aragonesas, el Arco de Trajano, el Palacio Ducal y la concatedral de Santa María Assunta.
Otros 25 minutos de coche serán suficientes para alcanzar Trani, para muchos “la perla del Adriático”, con su catedral de piedra rosa que se eleva hacia el cielo desde hace más de ocho siglos a través de su elegante campanario. Desde este templo románico dedicado a San Nicolás el Peregrino se escucha el ruido del mar, en su interior puedes admirar su magnífica puerta de bronce de finales del siglo XII. De la misma época son la iglesia de Santiago –con su hermosa fachada, en la que destaca un arco apuntado, tres logias y varias decoraciones de mármol– y la iglesia de Ognissanti, construida por los templarios normandos para jurar lealtad y pundonor antes de partir a la Primera Cruzada. El paseo por las calles de Trani conduce también a un puñado de palacios algo deteriorados y al barrio judío que llegó a contar con cuatro sinagogas, donde estudiaban eruditos bíblicos. La única que ha sobrevivido es la sinagoga Scolanova, uno de los lugares de culto judío en funcionamiento más antiguos de Europa.
Salinas marinas con flamencos antes de la puerta del Gargano
El recorrido costero sigue por Margherita di Savoia, un pueblo que maravilla por sus salinas, las más grandes de Italia y una de las más extensas de Europa. Cubren una superficie de casi 4.500 hectáreas, en las que vive una importante colonia de flamencos rosados. A continuación, a 52 kilómetros, surge Manfredonia con su castillo, hoy Museo Nacional Arqueológico, que se levanta a orillas del mar, con una muralla protegida por cuatro torres desde las que los turistas divisan una excelente panorámica. En el interior destaca la colección de estelas daunianas, un antecedente de la hermosa cerámica que se vende hoy en las galerías de arte de Corso Manfredi, muy cerca de la catedral, el auténtico icono de la ciudad que data de 1327, y del puerto turístico desde el que se puede disfrutar de una excursión por las cercanas cuevas marinas.
Desde este punto se penetra en el Gargano más costero, repleto de cuevas, calas, acantilados y playas de postal donde predomina el color azul cobalto y el verde esmeralda de sus aguas. La atracción más famosa en Mattinata es la Bahía delle Zagore, a 12 kilómetros de la ciudad, con sus dos poderosos farallones de roca caliza esculpidos y modelados por el viento: el Arco de Diomedes o Arco Mágico, que, según los vecinos, da suerte si lo atraviesas a nado, y Le Forbici, que ha sido imagen de portada de numerosas revistas de viajes.
El destino más popular de esta franja costera del norte de Puglia es Vieste, una ciudad suspendida entre el cielo y el mar, entrelazada con la historia y la cultura. Deslumbran sus casas blancas apiladas y sus estrechas calles con arcos que desembocan en plazas medievales. Desde la catedral y el castillo, hoy ocupado por el ejército italiano, se divisa un bellísimo panorama en el que sobresale el monolito de Pizzomunno, una elevada roca en la playa de Vieste, y el istmo de Punta San Francesco, con vistas a la isla de Santa Eufemia y su faro.
Esta torre marítima fue diseñada en 1867 y se halla muy cerca del puerto deportivo, del que parten las excursiones por toda la costa del Gargano. Elisabetta Monaco comenzó a organizar en 2020 una travesía en la goleta turca Caicco Eco Freedom, de siete horas con comida incluida (90 euros), que incluye los rincones más bellos de este litoral, como el Arco de San Felice, el Architello o la Bahía delle Zagore.
Tanto en Vieste como en su vecina Peschici, también enclavada sobre otro peñasco, abundan los trabucchi, un prodigioso ingenio marino que permitía pescar sin tener que salir a mar abierto. Se trata en realidad de unas plataformas dotadas de unos largos postes y de unas extensas redes que se situaban en acantilados donde el mar tiene una profundidad mínima de seis metros.
Te puede interesar
Con el tiempo estas ingeniosas construcciones de madera quedaron en el olvido y han sido reconvertidas hoy en restaurantes de gran éxito. Uno de los más apreciados es Al Trabucco en Punta San Nicola que brinda desde 1975, además de buena comida de Puglia, visitas guiadas de 9:30 a 11:30 horas todos los días menos los martes. Peschici ofrece también en el rincón más septentrional de esta región un ramillete de playas con bandera azul que atraen a los surfistas por estar expuestas a los vientos.
El viaje concluye en Rodi Garganico, ideal para acercarse a los dos únicos lagos de la región: Varano y Lessina, y a las islas Tremiti. Desde las ruinas de la abadía de la Madonna di Calena parten los transbordadores hacia este archipiélago de seis islas. Solo dos de ellas están habitadas y es San Dòmino la que concentra principalmente a los visitantes, asombrados siempre con algunas historias de monjes, piratas y presos políticos. Está prohibida la entrada de coches en esta reserva natural pero sí se puede practicar el buceo y el esnórquel.
Dos recomendaciones para dormir en Bari: el Hotel HI Bari (hihotelbari.com), un cuatro estrellas de diseño contemporáneo, y el lujoso Bra Hotel (brahotel.com), con centro de bienestar y a menos de dos kilómetros de la playa Pane e Pomodoro. En Vieste el Gattarella Resort (gattarella.it),a cinco kilómetros del pueblo medieval, es muy recomendable para las familias.
Dónde comer
En el aspecto gastronómico no puedes perderte la experiencia de comer en uno de los trabucchi de la costa, por ejemplo, en Al Trabucco (altrabucco.com), muy cerca de Peschici. En Bari el Vettor Restaurant (ristorantevettor.it)basa su oferta culinaria en la fusión de las culturas gastronómicas del sur de Italia y Japón. El local asombra con su comida y sus obras de arte.