¿Un paseo por un bosque otoñal con sus árboles de mil colores o un recorrido en bicicleta por una antigua vía de ferrocarril? ¿Una cata de aceite en una almazara con almuerzo entre olivos centenarios o una fiesta a lo grande donde no para la música ni la animación? Todo ello y más lo vas a encontrar aquí.
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BUITRES Y CASTAÑOS EN EL VALLE DE IRUELAS
Al sur de Ávila, en el límite con la sierra de Gredos y con Madrid, esta sorprendente reserva natural que se extiende por los municipios de El Tiemblo, El Barraco, San Juan de la Nava y Navaluenga está llena de alicientes para pasar un día (o varios) sin parar de hacer actividades: rutas senderistas, en piragua, visita a lugares históricos, tirolinas u observación de aves, especialmente del buitre negro y al águila imperial, que esta es zona de especial protección. Lo primero es pasar por la Casa del Parque de Las Cruceras, situada junto al embalse del Burguillo, donde informan sobre todas las opciones que ofrece Iruelas. En El Tiemblo no te pierdas el conjunto escultórico vetón del siglo III a.C. de los Toros de Guisando, donde se firmó el Tratado por el que Isabel de Castilla fue proclamada heredera al trono; frente a él, rodeado de naturaleza, el monasterio de San Jerónimo de Guisando –uno de los primeros fundados en España– y, sobre todo, hacer la ruta circular (2 horas) por el Castañar de El Tiemblo, que en otoño muestra su mejor color.
POR EL PASEO MARÍTIMO MÁS LARGO DE EUROPA
Los días otoñales se llevan mejor con una escapada al mar. Y A Coruña es la ciudad atlántica perfecta para ello, porque tiene entre sus imprescindibles el paseo marítimo más largo de Europa; un casco antiguo de calles estrechas y adoquinadas; la torre de Hércules –el faro más antiguo del mundo en funcionamiento–, rodeado de un parque escultórico; el único museo de España dedicado a la cerveza –de Estrella Galicia– o la MOP Foundation, la fundación de Marta Ortega.
Y para disfrutar a la mesa, que en Galicia saben bien de ello, la propuesta informal del nuevo restaurante Bib Gourmand de la guía Michelin en la ciudad: la Taberna 5 Mares (taberna5mares.com).
OLEOTURISMO EN CASTELLÓN
Descubrir un aceite de oliva virgen extra en su plenitud es una experiencia sensorial que va mucho más allá de la mesa. Y la mejor época para dejarse seducir por sus matices es entre noviembre y marzo, justo cuando la campaña de la aceituna da a luz los primeros zumos del año. En los aceites tempranos, recién molturados, se perciben aromas intensos de hierba cortada, tomatera o almendra verde; es un viaje fresco y vibrante al origen del olivo. Pasados unos meses, el aceite se asienta y ofrece un perfil más armónico, redondeado, con menos ímpetu, pero con una elegancia que conquista paladares. Todo ello lo puedes aprender en la Almazara Sant Mateu (aceitessantmateu.com) de Castellón. Durante la visita a su almazara se explica el proceso de elaboración del aceite desde la entrada de la aceituna hasta el envasado. La experiencia culmina con una degustación de sus aceites de oliva virgen extra, y un almuerzo campestre entre olivos milenarios para apreciar las distintas notas y matices de cada variedad. Y, si quieres implicarte más, puedes convertirte en olivarero por un día y recolectar aceitunas con tus propias manos.
EN BICICLETA POR LA VÍA VERDE DEL PLAZAOLA
Un ferrocarril de vía estrecha unió Pamplona y San Sebastián durante más de 50 años atravesando el Pirineo. Ahora es la Vía verde del Plazaola, un trazado delicioso de 45 kilómetros para ir a pie o en bici que recorre los valles de Larraun y Leizarán. El recorrido empieza en Lekunberri, que tiene el encanto tradicional de los típicos caseríos navarros, con su iglesia dedicada a San Juan Bautista, los viejos lavaderos y la antigua estación, reconvertida en oficina de turismo e inicio de este trazado que tiene como acompañante el discurrir del río Larraun. La cascada de Ixkier, el antiguo almacén de Latasa, transformado en Bitelgia –taberna, servicio de alquiler y reparación de bicis y tienda de productos de kilómetros cero–, y el museo de Peru Harru, del conocido harrijasotzaile (levantador de piedras) Iñaki Perurena, son algunos descubrimientos en el entorno.
MADERUELO, UN PUEBLO BONITO Y UNAS HOCES ESPECTACULARES
En una colina alta y alargada se encuentra el pueblo segoviano de Maderuelo con un casco histórico que transporta al pasado. El acceso se hace por el Arco de la Villa, puerta de la antigua muralla. Sus dos calles principales, unidas por el arco y los restos del castillo, muestran casonas antiguas y recuerdos de su esplendor. De las iglesias que tuvo la localidad permanecen San Miguel, integrada en la defensa, y Santa María, frente a cuya picota se abre la plaza. Paseando por sus callejuelas podrás descubrir otras puertas, miradores hacia el embalse de Linares y la ermita de Castrobodas. En la ribera, casi escondida entre árboles, se encuentra la joya más valiosa: la ermita de la Vera Cruz. El complemento a la historia de Maderuelo está en una visita al Parque Natural Hoces del Río Riaza, donde este afluente del Duero ha excavado unas espectaculares hoces y desfiladeros en los que anida una de las mayores colonias de buitres leonados del mundo. Se puede acceder a él por distintas entradas, pero la más recomendable es la de Montejo de la Vega de la Serrezuela, donde se encuentra la Casa del Parque.
POR LA MILLA DE ORO DE VALLADOLID
Para sibaritas es la Milla de Oro de Ribera del Duero. Son 30 kilómetros, los que separan los pueblos de Peñafiel y Sardón donde se concentran lujosos hoteles, restaurantes gourmet y exclusivas bodegas con el vino como protagonista. No te pierdas en Peñafiel el Museo del Vino, situado en el castillo que corona la villa histórica, y la curiosa plaza del Coso, con medio centenar de casas con balcones de madera, bodegas como Pago de Carrovejas, alojamientos como el Monasterio de Valbuena o Abadía Retuerta y sus restaurantes Ambivium Converso y Refectorio, respectivamente.
DE PUEBLO EN PUEBLO POR EL VALLE DEL GENAL, MÁLAGA
Faraján, Genalguacil, Igualeja, Jubrique, Júzcar, Parauta, Pujerra y Yunquera son pueblos que seguro no te sonarán y no sabes lo que te pierdes. Apúntalos para ir descubriéndolos en una ruta por este valle malagueño que se extiende por la Serranía de Ronda y la Sierra de las Nieves y en otoño luce más que en ningún otro momento por sus frondosos y coloridos bosques de castaños. Le dicen el Bosque de Cobre. Cubre las laderas de las montañas y contrasta con el blanco de los pueblos que cuelgan de ellas. De octubre a diciembre son los mejores meses para visitarlo en una escapada rural de fin de semana y, de paso, disfrutar también de la gastronomía en torno a la castaña. En noviembre, Pujerra celebra incluso una conocida fiesta en torno a este fruto.
QUE NO PARE LA FIESTA
Zaragoza, Lugo y Ávila son tres de las ciudades que en otoño se llenan de música, fuegos artificiales y cientos de propuestas festivas. Las de la capital aragonesa arrancan el día 4 de octubre y durante 10 días el punto central será la plaza de la Basílica del Pilar, la peatonal más grande de Europa. La Ofrenda de Flores, los conciertos de Leiva, Pablo López, Marlon o el Padre Guilherme, entre muchos otros, el pregón y el folclore llegarán a todos los rincones de la ciudad. Del 4 al 12 de octubre, Lugo celebra su gran fiesta, San Froilán "as máis belas do outono galego", decía Álvaro Cunqueiro, declaradas de Interés Turístico Internacional y que tiene su broche final con la gran feria medieval ubicada en la plaza de la Catedral y en los alrededores de la muralla romana, con caballeros, damas, juglares, oficios tradicionales y exhibiciones de cetrería. Ávila también celebra en octubre su fiesta más importante, que tendrá su día grande el miércoles 15, día de Santa Teresa.