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Si tuviese que escoger un hotel este agosto en primera línea de playa, elegiría este templo del relax en Alicante

Este verano necesitaba una escapada con vistas al mar, calma y buena gastronomía. Y no hace falta salir de la península, la encontré en la Costa Blanca. ¡Descúbrela!

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Hotel Montíboli


4 de agosto de 2025 - 8:36 CEST

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Pocas cosas hay en verano que me gusten más que escaparme unos días de vacaciones para desconectar del ritmo frenético del trabajo y del ruido del día a día. Este año, más que nunca, sentía esa necesidad urgente de parar y respirar. Así que me puse a buscar un destino cerca, sin necesidad de coger vuelos ni cruzar fronteras, pero que me ofreciera algo diferente. Y, entre tantas opciones, di con un lugar que reunía todo lo que estaba buscando ubicado en Villajoyosa: belleza, tranquilidad, una gastronomía cuidada al detalle y en primera línea de playa. Sí, el Santo Grial de la Cosa Blanca tiene nombre y apellidos –y puede que ya hayas escuchado hablar de él–. Se trata del Hotel Montíboli, el primer cinco estrellas de la provincia de Alicante, donde han veraneado estrellas como Paul McCartney.

Hay alojamientos que te conquistan desde la primera imagen, y eso fue exactamente lo que me pasó. Lo que más me llamó la atención fue su ubicación. No es habitual encontrar un hotel literalmente colgado sobre el mar, con vistas infinitas y sin interrupciones a las aguas turquesa del Mediterráneo. A medida que te acercas a este paraíso, la carretera costera dibuja un paisaje cada vez más espectacular, con el mar a un lado y la vegetación mediterránea al otro. Por eso sé que necesitaba (y necesito) escaparme allí en agosto. 

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© Hotel Montíboli

El hotel está en Villajoyosa, un pintoresco municipio alicantino conocido por su tradición pesquera y por sus casitas de colores junto al mar. Pero lo mejor es que este refugio está apartado del bullicio, en un rincón exclusivo, como si hubiese estado ahí esperándome solo a mí. Desde la habitación –amplia, luminosa y decorada con un estilo que parece sacada de la película El Gran Hotel Budapest, con una paleta de colores pastel que inyectan una calma instantánea– se ve el mar en todo su esplendor. No hay palabras para describir la sensación de despertarte con ese paisaje. Bueno sí: paz.

Otra de las cosas que más valoro a la hora de escoger mis vacaciones en verano es poder bajar directamente a la playa desde el hotel sin tener que pensar en traslados, coche o sombrillas. Aquí, literalmente, lo tienes a tus pies. Y lo mejor es que puedes elegir: a un lado, una cala más salvaje y tranquila, perfecta para olvidarte del reloj; al otro, una playa más animada, con ese ambiente veraniego que tanto me gusta.

Me gusta pasar los días alternando entre ambas, dejando que el mar marque el ritmo. Las aguas cristalinas, la brisa suave y el rumor de las olas hacen que el tiempo pase de otra manera. Entre baño y baño, puedes aprovechar para leer, dar largos paseos por la orilla o, simplemente, disfrutar del momento. Porque a veces eso es lo único que necesitamos, parar y sentir.

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Y lo confieso: uno de los puntos que más me hizo decantarme por este destino fue su propuesta gastronómica. Las cenas en la terraza con vistas al mar se van a convertir en uno de tus recuerdos favoritos del verano –y no tengo ninguna duda–. Al caer la tarde, la Terraza Alhambra se transforma en el epicentro del hotel: música suave, cócteles, platos con productos locales, de calidad y creativos y ese ambiente de calma del que solo gozan los lugares especiales.

Pero si lo que buscas es una experiencia gastronómica de verdad, no puedes perderte su restaurante gourmet: Emperador. El chef Carlos García elabora una cocina marinera moderna con toques internacionales, donde el producto local es el gran protagonista. Cada plato es una sorpresa y un homenaje al mar, como este plato de gazpacho de la Finca "El Clot", un recinto propio del hotel donde cultivan su propia materia prima, con gambita blanca y tartar de tomate. Una delicia para el paladar (y los sentidos). 

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Más allá de lo evidente –el mar, la ubicación privilegiada, las instalaciones impecables–, lo que convierte a este hotel en una elección perfecta para este agosto es esa sensación de desconexión total que se instala en cuanto cruzas la puerta. Aquí no hace falta llenar el día de planes para sentir que estás aprovechando el tiempo. Basta con dejarte llevar por el entorno. No hay que irse lejos para sentirse lejos. A veces, el paraíso está más cerca de lo que imaginamos.

Así que si, como yo, estás buscando ese lugar donde dejar el estrés atrás, dormir con el sonido del mar y volver a ti misma con cada amanecer, ya lo has encontrado. El Hotel Montíboli no es solo un destino de vacaciones, es un templo de relax que te reconecta con lo que de verdad importa: el placer de vivir sin prisa, pero con todo lujo de detalles. 

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