Abadía de Sénanque, Provenza, Francia

FRANCIA

Al estilo Tamara Falcó e Íñigo Onieva: una ruta perfecta para recorrer la Provenza francesa

Seguimos sus pasos y te descubrimos los rincones más bellos y fotogénicos del Luberon, una región marcada por su macizo montañoso y salpicada de pueblos con aire de postal, antiguas abadías y, en estos meses, campos de lavanda en flor.


26 de julio de 2025 - 9:00 CEST

“Para escaparse a la Provenza no hacen falta excusas, pero si hay que buscarlas, ¿qué mejor que un aniversario de boda? “Dos años de camino juntos, con sus luces y sus sombras, con momentos de alegría y también de lucha, pero siempre buscando crecer, aprender y amar mejor. Gracias, mi amor. Te quiero muchísimo y ojalá lleguemos al cielo de la mano, juntitos”. Con estas palabras, Tamara Falcó compartía con sus seguidores en Instagram un momento íntimo y lleno de emoción, acompañando una imagen de la ceremonia que marcó un antes y un después en su vida. Han pasado ya 24 meses desde aquel 8 de julio de 2023 en el que la marquesa de Griñón e Íñigo Onieva se dieron el 'sí, quiero' en la finca El Rincón, en Aldea del Fresno, y la pareja ha decidido celebrar su segundo aniversario rodeados de uno de los paisajes más románticos de Europa: los campos de lavanda en flor de la Provenza francesa.

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La escapada a La Provenza de Tamara Falcó e Iñigo Onieva para celebrar su aniversario© tamara_falco
Tamara se mimetizó con el paisaje luciendo un vestido en tono lavanda.

En la hoja de ruta de su escapada, Tamara e Íñigo han puesto el foco en el corazón del Luberon, una región marcada por su macizo montañoso y salpicada de pueblos con aire de postal. Allí han disfrutado de largos paseos por la campiña, entre viñedos y campos de lavanda en plena floración; de arte contemporáneo en espacios sorprendentes; de la gastronomía local; y de estancias en alojamientos con encanto provenzal. Todo ello acompañado por recorridos en un coche clásico descapotable, que añadió un toque aún más romántico a su viaje. Seguimos sus pasos y descubrimos los rincones más bellos e imprescindibles de este trocito de la Provenza-Alpes-Costa Azul, en el sureste de Francia".

LA RUTA DE LA LAVANDA

De lila y violeta se tiñen en julio y agosto los valles del Luberon, cuando la lavanda alcanza su máximo esplendor. Admirarla es casi una obligación si se visita la Provenza en verano, y para hacerlo hay infinidad de rutas que se pueden recorrer en coche, en bicicleta o incluso en moto, deteniéndose en encantadores pueblos encaramados a lo alto de las colinas.

Tamara e Íñigo eligieron Gordes como punto clave de su escapada —ella, incluso, se mimetizó con el paisaje luciendo un vestido en tono lavanda—, pero si se desea hacer una ruta completa de un día por la región, una opción perfecta es comenzar en el pintoresco pueblo de Bonnieux. Tras un desayuno tranquilo en una boulangerie local, puedes seguir por las carreteras D232 y D114, que discurren entre campos de lavanda y viñedos.

A solo 15 minutos se encuentra Apt, una animada localidad donde, si coincide en sábado, conviene hacer una parada para disfrutar de su mercado provenzal, repleto de flores, quesos, frutas y jabones artesanales. Un poco más adelante, a 10 minutos escasos, está Saignon, un pueblecito de piedra con fachadas cubiertas de buganvillas, calles silenciosas y un mirador espectacular que se abre sobre los campos del valle.

La ruta continúa hacia Roussillon, famoso por su tierra rojiza y las antiguas canteras de ocre, para luego tomar rumbo al impresionante Plateau de Valensole, donde las plantaciones de lavanda parecen no tener fin. Las zonas más fotogénicas se encuentran alrededor de Puimoisson y el propio pueblo de Valensole, siguiendo la carretera D6, ideal para detenerse y simplemente contemplar el paisaje.

Y como broche final, nada como admirar la lavanda florecida a los pies de la abadía de Sénanque, un monasterio cisterciense del siglo XII rodeado de hileras violetas, en una estampa que parece sacada de un cuadro. Un lugar que captura la esencia más pura de la Provenza.

En bici por los caminos de Gordes.

GORDES

 “Hay pueblos con los que conectas sin esfuerzo”, escribe Tamara. Y eso mismo le ha ocurrido con Gordes, “uno de esos lugares que simplemente te atrapan”. Lo primero que impacta es la vista desde la carretera: un conjunto armónico de casas de piedra clara, tejados alineados y puertas antiguas que parecen colgar de la ladera. Una vez dentro, lo ideal es perderse sin prisa por sus callejuelas empedradas y escalinatas que suben y bajan al azar, desembocando en la pequeña plaza principal o en el mirador junto al castillo. Desde allí, el paisaje se abre los campos de olivos, cipreses y lavanda, que se extienden hasta donde alcanza la vista.

© @airellesgordes

En Gordes, Tamara e Íñigo han estado en Airelles Gordes, La Bastide (airelles.com), un auténtico palacio del siglo XVIII transformado en hotel de lujo. Con solo 40 habitaciones y suites, ofrece una atmósfera íntima y sofisticada de estilo provenzal clásico: papeles florales, muebles antiguos, cortinas bordadas y obras de arte originales que le dan alma a cada rincón.

© @airellesgordes

Tamara e Íñigo eligieron para su estancia un auténtico palacio del siglo XVIII de atmósfera sofisticada y con una propuesta gastronómica de altura

Discreto y refinado, el hotel destaca por un servicio atento al detalle y una propuesta gastronómica de altura. Cuenta con cuatro espacios donde saborear la región, entre los que brillan Clover Gordes, del chef con dos estrellas Michelin Jean-François Piège, y L’Orangerie, ideal para cenas románticas al aire libre, con vistas abiertas al valle del Luberon.

Inspirado en las antiguas abadías provenzales, su spa es un auténtico refugio de calma, con techos abovedados, aromas suaves y tratamientos holísticos pensados para nutrir cuerpo, mente y alma. Pero La Bastide va mucho más allá del descanso: el hotel ofrece a sus huéspedes experiencias inolvidables, como la que eligieron Tamara e Íñigo: una escapada en un icónico Citroën 2CV para recorrer los secretos del Luberon al más puro estilo vintage.

Y aún hay más: vuelos en globo aerostático al amanecer, rutas a caballo entre viñedos y olivos, visitas privadas al castillo de Estoublon o cenas bajo las estrellas en los jardines de la abadía de Saint-Eusèbe, del siglo XII. Todo pensado para convertir cada estancia en una historia para recordar.

La gastronomía es uno de los puntos fuertes de La Bastide de Marie.
La biblioteca de La Bastide llamó la atención de Tamara.

LA BASTIDE DE MARIE

Una entrada flanqueada por cipreses, olivos centenarios y arbustos de lavanda que perfuman el lugar da acceso a La Bastide de Marie (labastidedemarie.com), cerca del pueblo de Ménerbesotro de los descubrimientos de la marquesa de Griñón y su marido en este viaje sin prisas por la Provenza. Un refugio de encanto rústico y aire sofisticado del siglo XVIII, con ambiente de casa privada. Sus espacios acogen mobiliario antiguo, piezas barrocas, chimeneas monumentales, biblioteca y dos piscinas en el jardín, frente a las viñas. Entre sus puntos fuertes está la cocina, basada en productos locales y recetas tradicionales reinterpretadas con elegancia, un detalle que sin duda ha conquistado a Tamara, gran amante de la gastronomía y apasionada de todo lo que ocurre entre fogones. "Queso, uvas… y él, no necesariamente en ese orden", escribió la influencer.

© REC - stock.adobe.com
Los campos de lavanda enmarcan la abadía de Sénanque.

LA ABADÍA DE SÉNANQUE

Muy cerca de Gordes, a solo 4 kilómetros, está este otro monasterio cisterciense, cuyas visitas guiadas permiten recorrer la iglesia, el claustro, la sala capitular y el antiguo calefactorio de esta arquitectura románica austera, pero muy armoniosa. Lo más espectacular, especialmente en julio, son los campos de lavanda que rodean la abadía y con los que los monjes de la abadía elaboran miel, jabón y aceite esencial, que venden en su pequeña tienda.

© Fundación Vasalery, Provenza, Francia
Arte moderno y arquitectura singular se combinan en la Fundación Vasalery.

LA FUNDACIÓN VASALERY


Íñigo Onieva ha compartido en sus redes su visita a esta fundación situada en Aix-en-Provence, a unos 45 minutos de Gordes. Un lugar que combina arte moderno con una arquitectura singular. Creada en los años 60 del siglo pasado por y para el artista Victor Vasarely, alberga 42 obras de gran formato integradas en una estructura basada en módulos hexagonales. La visita recorre salas luminosas donde el color y la ilusión óptica forman parte esencial del espacio expositivo. Una experiencia de arte del siglo XX que sorprende en pleno corazón de la Provenza (fondationvasarely.org).

© @tamara_falco

L'ISLE-SUR-LA-SORGUE

Desayuno lento, callejeo y cero prisas (seguimos celebrando... sin reloj). Así describía Tamara Falcó su segundo día en la región, que pasó junto a su marido en el precioso pueblo de L’Isle-sur-la-Sorgue, muy cerca de Aviñón. Un lugar con algo especial: está atravesado por canales, por eso lo llaman la “Venecia de la Provenza”, y está lleno de antiguas norias cubiertas de musgo que siguen girando con el agua.

© @tamara_falco
Canal de L’Isle-sur-la-Sorgue, la "Venecia de la Provenza".

El centro histórico es una delicia para pasear: vas cruzando puentes, caminando entre pequeñas calles con casas antiguas, terrazas junto al agua donde sentarte a tomar algo, y numerosas tiendas de antigüedades y galerías de arte en las que puedes pasarte horas curioseando objetos raros y muebles con historia. Y si vas un domingo, mejor todavía: montan uno de los mercados más bonitos de toda la región. Allí puedes comprar lavanda, quesos, embutidos, jabones, artesanía… todo lo típico de la Provenza, en un ambiente animado y encantador.

Tampoco hay que perderse la iglesia barroca de Notre-Dame-des-Anges. Y si te queda algo de tiempo, a solo 10 minutos está Fontaine-de-Vaucluse, el lugar donde nace el río Sorgue, con aguas de un espectacular color verde esmeralda. Allí puedes alquilar un kayak y remar rodeado de naturaleza.

© Boris Stroujko - stock.adobe.com
El casco antiguo de Roussillon está situado sobre los acantilados ocres.

OTROS PUEBLOS DEL LUBERON

Otros pequeños y encantadores pueblos medievales salpican el macizo montañoso del Luberon, todos con un denominador común: calles estrechas, plazuelas, fuentes, capillas, molinos… y, alrededor, un paisaje de olivos, viñedos y bosques. Gordes es uno de los más conocidos, pero hay otros que bien merecen una parada. Está Roussillon, incluido en la lista de Les Plus Beaux Villages de France, colgado literalmente de la montaña y famoso por sus espectaculares canteras de ocre, que pueden recorrerse a pie en un paseo casi marciano. Lourmarin destaca por sus antiguas fachadas, sus galerías de arte y un elegante castillo renacentista. Ansouis, menos turístico, también tiene un castillo y figura entre los pueblos más bonitos de Francia. Ménerbes sorprende con espléndidos palacetes y vistas sobre el valle. Lacoste, por su parte, guarda una historia peculiar: su castillo perteneció al Marqués de Sade, después lo compró el diseñador Pierre Cardin y ahora es un proyecto cultural y artístico que acoge conciertos, óperas y otros eventos. "La vida es bella en la Provenza", dice Tamara, y no le falta razón.

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