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MEDITERRÁNEO

"El lugar más especial del mundo" de Helen Lindes y Rudy Fernández está en Mallorca

Diez años después de su boda, la pareja ha elegido el mismo enclave para celebrar su aniversario: una impresionante fortaleza asomada a la bahía de Pollença. Descubre esta joya patrimonial y todo lo que ofrece su entorno: pueblos tranquilos, calas secretas y miradores que cortan el aliento.


8 de julio de 2025 - 18:30 CEST

En el extremo norte de Mallorca, entre acantilados escarpados y aguas turquesa, se alza una de las propiedades más exclusivas del Mediterráneo: La Fortaleza, una antigua construcción militar ubicada en la península de Punta Avançada, en la bahía de Pollença. Este lugar de ensueño fue el escenario elegido por la modelo Helen Lindes y el jugador de baloncesto Rudy Fernández para celebrar su boda en 2015. Diez años después, la pareja ha regresado junto a sus hijos a este rincón mágico para conmemorar su aniversario, reafirmando que La Fortaleza sigue siendo para ellos, “el lugar más especial del mundo”.

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Fortaleza de Albercuix, Pollença, Mallorca
La Fortaleza de Albercuix se asoma al mar.

La elección de Mallorca como escenario de su boda no fue casual. Rudy Fernández nació en Palma y mantiene un fuerte vínculo con la isla, donde reside parte de su familia y donde pasó muchos veranos durante su infancia. Celebrar el enlace en su tierra natal fue una forma de compartir sus raíces con Helen y con todos los invitados. Desde el primer momento, la pareja supo que ese era “su sitio” y, desde entonces, han regresado siempre que han querido revivir aquel día tan especial.

En el extremo de la punta de la Avanzada, el origen de la fortaleza de Albercuix se remonta al siglo XVII, cuando fue construida como defensa frente a los ataques piratas. De aquella época conserva su estructura original de planta hexagonal, aunque ha sido profundamente transformada con el paso del tiempo. Dos siglos después fue adquirida por el Archiduque Luis Salvador de Austria, fascinado por la belleza de Mallorca y por esta propiedad en particular. Ya a comienzos del siglo XX se levantó el faro que aún hoy puede verse en el extremo de esta pequeña península.

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Pero el máximo esplendor de La Fortaleza llegaría a principios del siglo XX, cuando se convirtió en un polo de atracción para numerosos artistas que, atraídos por la luz y los paisajes inspiradores de la zona, se instalaron o pasaron largas temporadas en el lugar. Uno de ellos fue el pintor argentino Roberto Ramaugé, quien la transformó en residencia privada, dotándola de jardines, una piscina enmarcada por columnas y detalles arquitectónicos dignos de una villa renacentista.

Adquirida en 2022 por el magnate noruego Ivar Tollefsen por más de 60 millones de euros, actualmente se alquila para eventos muy exclusivos y ha aparecido incluso como localización en la serie The Night Manager. Aunque no puede visitarse libremente por tratarse de una propiedad privada, es posible acceder a ella si se asiste a una celebración –como una boda, un rodaje o una producción especial– y recorrer sus patios, jardines, estancias principales y disfrutar de las vistas espectaculares sobre la bahía. Un enclave verdaderamente único, reservado para ocasiones memorables como la celebración del aniversario de la modelo canaria y el exjugador de baloncesto.

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Puerto Pollença

Pero Pollença ofrece mucho más que la fortaleza, empezando por el Puerto, con su paseo marítimo bordeado de pinos —el famoso Pine Walk—, perfecto para recorrer mientras cae el sol entre yates, llaüts tradicionales, palmeras y terrazas frente al mar.

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A unos seis kilómetros hacia el interior, el casco antiguo de Pollença es un laberinto de origen medieval formado por calles empedradas, plazas soleadas y escalinatas centenarias, como la del Calvari: 365 peldaños de piedra que conducen a una pequeña ermita desde la que se contemplan vistas panorámicas de la ciudad y del mar. En la plaza Major se alza la iglesia de Nostra Senyora dels Àngels, del siglo XIII, con su imponente fachada barroca, aunque la vida late especialmente cada domingo, cuando el mercado local inunda el centro con aromas de frutas frescas, quesos artesanales y flores.

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Museo de Pollença.

El mercado local de Pollença inunda cada domingo el casco antiguo de aromas de flores, frutas frescas y quesos artesanales.

Muy cerca, el Pont Romà —un antiguo puente atribuido a la época romana— atraviesa el arroyo de Sant Jordi y aporta una pincelada de historia a los paseos tranquilos por la villa. Para adentrarse en el legado cultural de la zona, merece la pena visitar el Museu de Pollença, instalado en el antiguo convento dominico de Santo Domingo, donde conviven restos arqueológicos con obras contemporáneas de artistas locales e internacionales, reflejo de la vibrante escena artística de la región.

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Cala Boquer.

Si hablamos de naturaleza, el Puig de Maria ofrece una caminata sencilla hasta un antiguo santuario con vistas espectaculares de la costa norte y la Serra de Tramuntana. Para los más aventureros, el sendero del Valle de Boquer, que parte desde las afueras del Puerto de Pollença, recorre un paisaje agreste hasta llegar a una cala escondida, ideal para nadar o hacer esnórquel.

Y si lo que se buscan son playas, un desvío conduce hasta Cala Sant Vicenç, donde se encuentran tres pequeños y preciosos arenales: cala Carbó, cala Clara y cala Barques.

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Mirador Sa Creuta.

El cabo Formentor cierra la bahía de Pollença con su cala rodeada de pinos —donde se encuentra el hotel en el que han veraneado grandes personalidades internacionales, como Grace Kelly y Rainiero de Mónaco— y su faro. Antes de llegar, merece la pena detenerse en el mirador de Sa Creuta para apreciar la grandiosidad del 'Finisterre' mallorquín, con la cala Bóquer a la izquierda y el islote Colomer a la derecha. Un final apoteósico para despedirse de un entorno que tiene mucho que celebrar.

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