José Luis Martínez-Almeida y Teresa Urquijo en el ibón de Estanés, Pirineo aragonés, Huesca, valle de Ansó

PIRINEO ARAGONÉS

El valle de Huesca que recomienda José Luis Martínez-Almeida para desconectar: "Es un sitio extraordinario"

El alcalde de Madrid y su mujer, Teresa Urquijo, pasaron unos días en este enclave del Pirineo aragonés haciendo rutas por la naturaleza y probando los sabores de la tierra.


2 de julio de 2025 - 13:17 CEST

A punto de estrenarse como padres, José Luis Martínez-Almeida y Teresa Urquijo viven unos días muy distintos a los que pasaron hace solo unos meses, cuando hicieron una escapada invernal de desconexión a uno de los rincones más singulares del Pirineo de Huesca: el valle de Ansó. Un viaje en el que disfrutaron, sin cámaras ni compromisos, de rutas senderistas por la naturaleza junto a un grupo de amigos con unas temperaturas mucho más frescas que las que estamos sufriendo estos días en toda España. Al regidor madrileño le pareció una maravilla. Y lo es, con argumentos.

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Empecemos por situar este valle en el extremo noroccidental del Pirineo aragonés que –junto con el vecino de Hecho– forma parte del Parque Natural de los Valles Occidentales. Todo un despliegue de picos majestuosos, hayedos evocadores, gargantas fluviales y rutas que combinan naturaleza en estado puro con pueblos de piedra antigua como el que le da nombre, y está entre los más bonitos de España.

Pueblo de Ansó en el Pirineo de Huesca© Cordon Press
La iglesia de San Pedro sobresale en el casco histórico de Ansó.

Sus 400 vecinos presumen de calles adoquinadas, de su iglesia –dedicada a San Pedro–, de casas con cubiertas de laja y otras señoriales con escudos, que dan pistas de un pueblo pujante, gracias a su cabaña ovina, y de la panadería Mendiara (casalatre.es), que visitó José Luis Martínez-Almeida, y recomienda: “Cualquiera que vaya a los Pirineos tiene que pasar por ella, porque es un sitio extraordinario”. El establecimiento familiar tiene más de un siglo de historia, está en manos de la cuarta generación y es muy apreciado por su pan de hogaza, su repostería y el pastillo de calabaza, que recibieron como regalo de Belén Mendiara, como publicó el periódico Heraldo.

Orgullo también sienten los vecinos por seguir siendo uno de los pocos pueblos mancomunados que aún quedan en Europa. Y eso significa que ellos mismos son dueños de su territorio y suyas, las decisiones sobre un lugar que ha apostado por conservar su legado arquitectónico y sus tradiciones intactas, como el famoso traje ansotano, el más antiguo del continente, y las variantes dialectales de la fabla aragonesa, que aún hablan los mayores del lugar.

Por encima de todo está el gran atractivo del valle: la naturaleza en estado puro que lo rodea y sus praderas de pastos infinitos. Desde Ansó arrancan las rutas hacia algunos de los lugares más espectaculares del Pirineo occidental. A tan solo seis kilómetros, en una ruta apta para todos los públicos, espera el imponente valle de Aguas Tuertas, de origen glaciar, que se abre entre montañas de 2000 metros formando praderas verdísimas sobre las que el río Aragón Subordán se retuerce en caprichosos meandros.

Al final del valle surge una sorpresa neolítica en forma de dolmen –el de Achar Aguas Tuertas–, que, junto a otros vestigios salpicados a lo largo de las rutas, confirma que estos valles también atrajeron a nuestros predecesores hace 5000 años. Junto a los altivos picos que flanquean las rutas, también hay frondosos bosques (aquí los llaman selvas). Bajo la mirada granítica de la sierra de los Alanos, el hayedo de Zuriza es, posiblemente, el más espectacular de todos (con el permiso de las hayas monumentales que crecen en el bosque de Gamueta). 

© cmassway - stock.adobe.com
Ibón de Estanés.

Desde Ansó parte una carretera estrecha, pero panorámica, escoltada por bordas –antiguas construcciones ganaderas reconvertidas en restaurantes donde hacer parada para reponer fuerzas– que se adentra en uno de los paisajes más sobrecogedores del Pirineo: el valle de Zuriza. Pero fue la ruta al ibón glaciar de Estanés la que siguió el alcalde de Madrid y su mujer. El punto de partida es el aparcamiento del puerto de Somport/Sansanet, a unos 25 kilómetros de Ansó, y sigue un sendero bien marcado que, en su primer tramo, discurre por bosque, luego praderas alpinas y pendiente moderada. Son 10 kilómetros, aproximadamente, la ida y la vuelta, para hacer una caminata tranquila de 3 o 4 horas y un desnivel de unos 500 metros.

© @hotelcanfrancestacion
© @hotelcanfrancestacion

Antes de llegar al puerto de Somport, está la estación internacional de Canfranc, donde paraban los trenes que unían Francia y España desde 1928 hasta que quedó en desuso y reconvertida en un cinco estrellas Gran Lujo donde Almeida y Teresa Urquijo se alojaron. Un precioso edificio de arquitectura industrial con una inmersa fachada con 75 puertas de lado a lado y viejos vagones rehabilitados como restaurante que también se descubre en visitas guiadas.

A las puertas de una nueva etapa como padres, el valle de Ansó ya forma parte del recuerdo de Almeida y Urquijo como un lugar de desconexión. No sería de extrañar que dentro de unos años regresen con su hijo Lucas a enseñarle estos paisajes pirenaicos donde pasaron un fin de semana muy especial y “son una maravilla”.

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.