Iglesia de la Concepción del colegio Jesuita, Santarém, Portugal© Alamy Stock Photo

La ciudad medieval conocida como la capital del gótico portugués que combina historia, arte y buena gastronomía

Situada en el centro del país, esta ciudad, ojo derecho de la monarquía de Portugal, es uno de los más bellos estandartes del estilo arquitectónico. Reyes, nobles, monjes y descubridores marcan su historia, con la que envuelven al paseante entre azulejos, jardines y verdaderas obras de arte.


23 de mayo de 2025 - 7:45 CEST

Regocijándose con las mejores vistas de la región de Lezíria y el valle del Tajo, se alza Santarém, una ciudad-mirador marcada por la histórica Orden de Cristo y su vinculación con los descubridores portugueses. Esta relación impulsó su crecimiento, especialmente en la Edad Media, dejando un rastro de patrimonio artístico, cultural y religioso que se combina con sus sabores, que van desde el Vinho do Tejo DOC hasta la curiosa sopa da pedra, además de su ubicación en el camino de peregrinación a Fátima.

Para ti que te gusta

Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!

Para disfrutar de 8 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.

Este contenido es solo para suscriptores.

Suscríbete ahora para seguir leyendo.

TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE CADA MES POR ESTAR REGISTRADO.

Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.

Su trazado urbano, heredado de los romanos, pasó también por manos de los árabes y finalmente, en 1147, cayó bajo el control cristiano con la Orden del Temple y el rey Alfonso Henriques. Primero Scalabis, más tarde Chanteren y, actualmente, Santarém, la “niña bonita” de los monarcas portugueses, se convirtió en un importante punto comercial, residencia de nobles e incluso capital del reino en el siglo XIV. Sin embargo, la muerte en 1491 en sus orillas del futuro rey Alfonso, hijo de João II, provocó que la realeza se alejase y la ciudad perdiese parte de su fama.

Santarém, Portugal
Calle de Santarém.

HISTORIA A LAS PUERTAS DEL CENTRO

Una de las formas más bellas de comenzar un recorrido por Santarém es desde el Jardim das Portas do Sol, donde se encuentra la alcazaba del antiguo castillo y los restos de la muralla que envolvía la ciudadela. Ahora, zona de paseo y mirador natural espectacular, es un punto de partida perfecto para adentrarse en la crónica de la ciudad, tanto a través del Centro de Interpretación UrbiScallabis como del monumento a Don Alfonso Henriques. Pronto aparecen los primeros edificios religiosos: la iglesia de Santa Maria da Alcáçova, fundada por los templarios en el siglo XII, y la de São João de Alporão, ejemplo de transición entre románico y gótico, cuyo interior ahora alberga el Museo Arqueológico de Santarém.

Antes de entrar al casco histórico, el visitante también podrá deleitarse con una de las figuras más interesantes de la ciudad en la Casa-Museu Passos Canavarro, dedicada a Joaquim António de Aguiar, político y estadista del siglo XIX, con una arquitectura y jardines envidiables. Sin embargo, la mejor despedida que Santarém ofrece antes de adentrarse en su explosión de calles y arquitectura gótica es la Torre das Cabaças, del siglo XIV, una de las primeras torres-reloj de Portugal, donde no solo se ubica el Museo do Tempo, sino que también se disfruta de la mejor panorámica de la localidad desde sus 22 metros de altura.

© Alamy Stock Photo
Iglesia de Sao Joao de Alporao.

UNA CALLE ‘CON ESTILOS’

El enorme rosetón de la iglesia de Santa Maria de Graça, construida en 1380 bajo el estilo gótico-flamígero, deja boquiabiertos a muchos de los que pasean frente a ella por estar tallado en una sola pieza de piedra. Sin embargo, es necesario adentrarse entre sus muros para descubrir al descubridor, concretamente Pedro Álvares Cabral, que descansa en su sepulcro junto a su esposa tras dedicar su vida a la conquista de Brasil. A su lado se encuentra la Casa de Brasil, perteneciente a su familia, cuya fachada de estilo medieval esconde salas repletas de carteles e ilustraciones del personaje y que a menudo acogen espectáculos artísticos.

© Luis Fonseca / Alamy Stock Photo
Iglesia de la Asunción de Marvila.

Aquí, la rua Primeiro de Dezembro comienza a descender hasta convertirse en la rua João Alfonso, en un reguero de edificios de gran interés. El primero de ellos es la Iglesia de Santa Maria da Marvila, con su sorprendente interior revestido completamente por alrededor de 65.000 azulejos azules del siglo XVII. Su espectacular pórtico de estilo manuelino muestra la poca traza del gótico que aún resiste en ella, pues fue completamente remodelada.

Amoldadas al barroco se muestran la iglesia da Misericórdia y la de São Nicolau, esta última una de las más antiguas de la ciudad, construida en el siglo XIII en estilo gótico, pero reconstruida tras un incendio que la arrasó siglos después. Culminando todos los estilos, se encuentra el Teatro Sá da Bandeira, al final de esta rua, construido a principios del siglo XX en un romanticismo tardío con decoración neobarroca, que fue y sigue siendo uno de los referentes culturales de la ciudad, donde la música, el teatro y el cine se dan la mano.

CALLEJEO ENTRE IGLESIAS

Tras atravesar Santarém por el centro, el casco histórico se abre a ambos lados. Hacia el sur se encuentra el santuario do Santíssimo Milagre de Santarém, con su fachada barroca y planta de salón renacentista, erigido en el siglo XVI, así como la plaza de toros Celestino Graça, que refleja la tradición taurina que aún se mantiene en esta zona del centro de Portugal. Hacia el norte, siguiendo la rua comercial do Serpa Pinto, con numerosos balcones de hierro forjado, algunos de ellos casi tocándose, se llega a la plaza Sá da Bandeira, otro de los accesos al casco histórico desde fuera de Santarém.

En esta plaza se concentran varios edificios históricos. Uno de ellos es la iglesia da Piedade, del siglo XVII, pero es la do Seminário, más conocida como Sé (catedral) desde 1975, de la misma época y erigida en estilo barroco portugués, la que atrae más miradas. Dedicada a la Virgen de la Concepción, destaca por su imponente fachada manierista y un interior recargado que culmina con el Museo Diocesano, repleto de obras de arte y objetos históricos.

© Alamy Stock Photo
Azulejos tradicionales del mercado de Santarém.

UN PASEO CON DELICIAS

No hay que alejarse mucho para embelesarse con lugares también marcados por la historia, pero donde no domina el ámbito religioso. Muy cerca de la plaza donde abre sus puertas la catedral, entre el Campo de Sá da Bandeira y el Largo do Município, se encuentra el Mercado Municipal, levantado hace poco menos de un siglo, pero de gran belleza, pues en él destacan sus azulejos con monumentos y escenas de la historia y geografía de la ribera del Tajo, fabricados en Sacavém.

No hay que perderse el interior de esta obra de arte, donde se vende materia prima marcada por los pescados de río, como las anguilas; las carnes, como el carnero, que se puede probar en los restaurantes del lugar “a la moda de Alpiarça”; y los dulces, como los celestes, la palha de Abrantes o las tigeladas. Junto a estas delicias se encuentra la Praça do Município, con el Palacio Eugénio Silva, del siglo XVII, y el bello Jardim da República, un lugar perfecto para pasear, cerca de la capilla de Nossa Senhora do Monte, del siglo XIII, con hermosas vistas de la ciudad.

© Alamy Stock Photo
Iglesia de Santa Clara.

En la monumental iglesia del convento de Santa Clara, de 72 metros de largo, los frescos compiten en valor con la tumba de Doña Leonor, hija de Alfonso XIII el Reformador

LA TRÍADA GÓTICA

La capital del gótico no es un título cualquiera, pero Santarém lo ostenta con gusto y honor. El estilo predominante en la ciudad se puede apreciar en dos de sus edificios más importantes: el convento de San Francisco y el de Santa Clara. El primero, del siglo XIII, carga con una larga historia de destrucción y reconstrucción en bucle. En sus ruinas puede verse un hermoso claustro por el que un día pasearon los monjes franciscanos, así como gran parte del templo, restaurado tras terremotos e incendios.

El otro convento, en este caso el de Santa Clara, muestra la cara del gótico más austero y sencillo. Muy en consonancia con la orden que lo habita, la de las hermanas clarisas, su monumental iglesia de 72 metros de largo es razón suficiente para visitarlo. Los frescos del siglo XVII que decoran su interior compiten en valor con la tumba de Doña Leonor, a quien, según la historia, su padre Alfonso III el Reformador le regaló el templo. Para rematar este conjunto gótico, y aunque algo más pequeña que estas dos construcciones, se encuentra la cercana Fonte das Figueiras, pagada a medias entre el municipio y el rey Alfonso IV, cuyo estilo gótico se rodea de uno de los puntos más bucólicos para despedirse de la ciudad.

© Alamy Stock Photo

NO TE MARCHES AÚN

La apabullante cantidad de edificios históricos de esta ciudad puede saturar a cualquier visitante, pero hay una zona menos conocida y más tranquila que merece la pena descubrir antes de irse: la Ribeira de Santarém. En esta zona se encuentra la estación de tren, donde hasta 16 paneles de azulejos de la fábrica Aleluia de Aveiro muestran escenas de trabajo en el campo y de batallas. Paseando por la orilla del Tajo es posible admirar el puente de hierro Dom Luis I, así como pequeñas capillas, iglesias y fuentes, además del Museo Etnográfico de la Ribeira.

Sí, quizá todo esto también resulte algo abrumador por la cantidad de lugares bellos que hay que mirar y fotografiar, pero vale la pena venir hasta aquí porque a lo largo de este barrio se suceden muchos y buenos restaurantes donde se puede degustar desde migas ribatejanas hasta calderada de fragateiro o ensopado de anguila, sin olvidar el cocido de carnes bravas, bocados que también serán difíciles de olvidar.

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.