Playa del Silencio

COSTA OCCIDENTAL

Playa del Silencio, un paraíso escondido en la costa asturiana

En este rincón único entre acantilados y aguas tranquilas próximo a Cudilllero se disfruta de la naturaleza lejos del ruido y las multitudes. Un rincón imprescindible para quienes buscan tranquilidad, paisajes impresionantes y atardeceres espectaculares.


Actualizado 7 de julio de 2025 - 12:12 CEST

Descender desde el pueblo de Castañeras, donde se deja el coche, el escaso kilómetro que lleva hasta su orilla permite poco a poco dejarse envolver por el singular magnetismo de esta luminosa playa de deslumbrante belleza en la agreste costa occidental asturiana, también conocida como el Gavieru. Mucho más si se hace a la hora de la puesta del sol y se asiste, si el tiempo lo permite, a un atardecer inolvidable. Si no se tiene suerte, siempre se puede volver al día siguiente e intentarlo de nuevo. 

Para ti que te gusta

Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!

Para disfrutar de 5 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.

Este contenido es solo para suscriptores.

Suscríbete ahora para seguir leyendo.

TIENES ACCESO A 5 CONTENIDOS DE CADA MES POR ESTAR REGISTRADO.

Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.

Si empinada resulta la bajada al xogarral (caleta de cantos rodados), la vista de peña Cogolla, donde anida una importante colonia de cormoranes, es muy apetecible. También lo es situarse ante el mirador de esta concha de 330 metros escoltada por acantilados y bañada por las aguas más tranquilas de la zona.  

Playa del Silencio, Cudillero, Asturias© Age Fotostock
La playa del Silencio es una de las más salvajes del agreste Paisaje Protegido de la Costa Occidental, salpicado de escollos e islotes. 

¿POR QUÉ SE LLAMA PLAYA DEL SILENCIO?

Cuentan los vecinos que este rincón era un refugio para los marineros, un lugar donde podían resguardarse cuando venía el mar embravecido. Esa sensación de sosiego en medio de la tempestad dio lugar a su nombre popular. Es, así, en silencio, como hay que aproximarse a esta playa de piedra, tal vez la más bella y dramática de la costa occidental asturiana. Ya lo decía el pianista Emil Gilels: «Solo donde hay silencio hay música». No le faltaba razón. Aquí se escucha, con deleite, el rumor del oleaje, el graznido de las gaviotas... y poco más.

Al Silencio la envuelve una densa vegetación atlántica y es, sin duda, una playa ejemplar. Más para ver que para bañarse en ella. Pero, además, salvaje, en medio del agreste Paisaje Protegido de la Costa Occidental, salpicado de escollos e islotes. Las viejas casetas de pescadores dan pistas de que la pesca con caña es habitual por estos pagos, también hay quien prefiere sumergirse en sus aguas o en las cuevas al pie de los acantilados. 

Los vientos aquí soplan suaves, de componente noroeste, pero los más fuertes, sobre todo en días playeros, llegan de noreste, aunque en este caso el arenal está arropado por la verticalidad del acantilado y sirve de pantalla protectora. Bajo su perfil de cachalote, uno se siente resguardado, protegido, solo queda hacerse la foto y regresar en silencio. 

© Age Fotostock
A la hora del atardecer, la playa del Silencio ofrece una imagen inolvidable.

CÓMO LLEGAR A LA PLAYA DEL SILENCIO

Desde la A-8 (Autovía del Cantábrico), hay que tomar la salida 441 en dirección a Cudillero y seguir por la N-632 hasta el pequeño pueblo de Castañeras. Desde allí, un desvío señalizado conduce hasta un aparcamiento cercano al mirador de la playa. En temporada alta –especialmente en verano–, el aparcamiento puede llenarse, aunque suelen habilitarse campos próximos como zona de estacionamiento alternativo (generalmente de pago). Una vez aparcado el coche, el acceso a pie se realiza a través de un sendero que arranca junto al mirador. El camino desciende primero por un tramo de tierra y luego por unas escaleras de piedra que serpentean entre la vegetación y los acantilados. El recorrido, de unos 10-15 minutos, ofrece panorámicas espectaculares del perfil rocoso que abraza la ensenada. 

A QUÉ DISTANCIA ESTÁ DE CUDILLERO

La playa se encuentra en el pueblo de Castañeras, cerca de Novellana y a unos 16 km en coche del centro de Cudillero, lo que supone, aproximadamente, unos 20 minutos de trayecto por carretera. 

CÓMO ES ESTA JOYA NATURAL

El Silencio tiene 350 metros de larga y un grado de ocupación medio-bajo. Es importante tener en cuenta que se trata de una playa virgen y protegida: no hay servicios, duchas ni socorristas. Una playa más para contemplar que para el baño.

© E.M.
La senda costera que llega hasta el faro de cabo Vidio discurre al borde de los bravíos acantilados, de 70 metros de altura, y se asoma a las playas e islotes que quedan a sus pies.

MEJOR ÉPOCA PARA VISITAR LA PLAYA DEL SILENCIO

Julio y agosto es temporada alta, por lo que la afluencia de visitantes aumenta y el aparcamiento puede llenarse rápidamente. Si prefieres evitar multitudes, pero mantener buen tiempo, espera a septiembre, un mes perfecto para disfrutarla con más calma. El resto del año, la playa conserva su belleza, pero el clima es más fresco y el oleaje puede ser más fuerte. Sin embargo, es un momento ideal para quienes buscan paisajes salvajes y un ambiente aún más silencioso y natural.

QUE PUEDES VER EN EL ENTORNO 

CABO VIDIO

El desvío de la autovía A-8 hacia el pequeño pueblo de Oviñana acerca hasta este cabo presidido por un faro, con vistas al escarpado Paisaje Protegido de la Costa Occidental. La senda costera que llega hasta él discurre al borde de los bravíos acantilados, de 70 metros de altura, y se asoma a las playas e islotes que quedan a sus pies. El camino cuenta con miradores y bancos panorámicos donde hacer parada; el más espectacular, el mirador del Sablón, desde el que se llega a divisar, en días despejados, la costa gallega y el cabo Peñas.  

© Age Fotostock
La ermita de la Regalina se levanta en una gran explanada con dos hórreos y vistas excelentes de la costa acantilada.

CADAVEDO

A 20 minutos de la playa del Silencio, otra indicación en la autovía del Cantábrico lleva hasta este otro pequeño y bonito pueblo costero adornado de casas tradicionales y villas indianas. Antes o después de bajar hasta la playa de la Rebeirona hay que continuar hasta la ermita de la Regalina, una pequeña construcción en blanco y azul que se levanta en una gran explanada con dos hórreos y vistas excelentes de la costa acantilada. El lugar es el lugar de celebración de una popular romería. 

© Age Fotostock
Faro de cabo Busto, del que parte un sendero costero circular.

ACANTILADOS DE CABO BUSTO 

En torno al faro que se alza en el cabo Busto discurre un sendero circular y llano de 7 kilómetros que empieza y acaba en el pueblo y bordea esta saliente costero sembrado de pinos y helechos. Durante el bucólico paseo, con vistas extraordinarias a las playas de arena y cantos rodados que quedan a los pies y acompañados del rumor del mar, una sucesión de miradores, con frases alusivas, jalonan el recorrido, que no tiene pérdida. Quien pasa por Busto no deja de comprar los famosos dulces y tartas de su obrador.  

OTRAS PLAYAS DE LA COSTA OCCIDENTAL

El litoral occidental asturiano es un sinfín de playas a cada cual más espectacular. Muchas son de cantos rodados, pero otras de arena, ideales para darse un baño sin contratiempos. San Pedro de la Ribera, Concha de Artedo y la cinematográfica playa de Aguilar son tres de las más solicitadas. 

© Age Fotostock
Panorámica de Cudillero, con sus casas formado un anfiteatro sobre el puerto.

CUDILLERO

Recorrer este turístico puerto marinero exige un esfuerzo, pues es un continuo sube y baja por su anfiteatro de antiguas casas de pescadores escalonadas en la ladera y asomadas al puerto. Varios itinerarios marcados en colores guían a los distintos miradores, para no perderse ninguna perspectiva. Un vistazo merecen el palacio de los Selgas, la iglesia de San Pedro y la capilla del Humilladero y un tiempo, disfrutar sus restaurantes donde comer las capturas frescas del día. También desde aquí se puede coger un barco de paseo y hacer excursiones por la costa cercana.  

© Age Fotostock
Panorámica de Luarca desde los jardines de la Fonte Baixa.

LUARCA

La visita a este bonito pueblo costero debería empezar tomando altura y asomándose al Cantábrico desde el promontorio de la Atalaya, donde está la ermita de la Virgen Blanca, el faro, el cementerio –con la tumba del luarqueño Severo Ochoa– y la Mesa de los Mareantes, en la que tiempo atrás se sentaban los marineros del lugar para decidir si se hacían a la mar. Ya a pie de puerto, en torno al cual sigue hoy, como antes, girando la vida de Luarca, se disfruta de sus terrazas junto a los barcos de pesca, de sus 6 paseos autoguiados, del puente del beso y del bosque-jardín de La Fonte Baxa, el jardín botánico privado más grande de España. 

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.