CAMINANDO POR LA ACRÓPOLIS
Llegados a Atenas habrá que dedicar un mínimo de una mañana a este inigualable conjunto monumental, así que será mejor madrugar para aprovechar bien el tiempo, que no nos sobra.
Pasando por la avenida Amalías, a un lado está el Arco de Adriano y junto a él, lo que queda en pie del templo de Zeus Olímpico, es un buen punto de partida para vivir la Grecia clásica. De allí iremos a la calle peatonal Dionysiou Areopagitou, donde asoman preciosas vistas de la Acrópolis y donde se encuentra una de las dos entradas al recinto (la otra está cerca de los Propíleos. Es recomendable haber sacado las entradas con antelación).
Tras tomar el acceso al recinto de la Acrópolis podrá admirarse el Teatro de Dioniso, en el que se representaron las obras de Aristófanes, Eurípides, Esquilo o Sófocles. Enseguida, la Stoa de Eumenes que conduce al Odeón de Herodes Ático, desde el que comenzar la ascensión a la Acrópolis. Sobre su colina, entre tantos otros santuarios, se yerguen los monumentos más celebrados de la Atenas de Pericles, concebidos en su mayoría en el siglo V a.C bajo la dirección artística del gran Fidias: los Propileos y el templo de Atenea Niké, el Erecteion o el templo del Partenón, símbolo inequívoco de toda una civilización.
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