Si tienes gatos sabes que el amor por ellos es incondicional. Y es que esos seres peludos nos llenan de alegría y ronroneos, pero, seamos honestas, también de algún que otro dolor de cabeza. Si, como yo, eres una apasionada de los videojuegos (o en casa alguien lo es) y además compartes tu hogar con uno o varios gatos, seguro que te has enfrentado al dilema de la silla gaming. Esa inversión tan importante para nuestras largas sesiones frente a la pantalla, que de repente se convierte en el rascador personal de nuestros adorables pero destructivos compañeros.
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Créeme, he pasado por todas las fases. Desde intentar enseñarles a no arañar (misión imposible, lo sé), hasta probar con todo tipo de aerosoles repelentes y fundas improvisadas. El resultado siempre era el mismo: una silla con marcas de guerra y la frustración de ver cómo se desvanecía el dinero invertido. Pero la buena noticia es que he encontrado una solución que no solo es barata, sino que además, no desentona con la decoración.
