El príncipe consorte que nunca quiso serlo habló con ¡HOLA!

Rescatamos la entrevista más impactante de Stefano Casiraghi: "Desde mi matrimonio con Carolina he perdido mi tranquilidad"


Al cumplirse 35 años de su fallecimiento en un fatal accidente


Stefano Casiraghi© Getty Images
3 de octubre de 2025 - 14:18 CEST

Pagó un alto precio por enamorarse de una princesa a la que el mundo seguía a cada paso: “No estaba preparado psicológicamente para lo que ha sucedido”. Stefano Casiraghi siempre había optado por el silencio, aunque se había convertido en una de las personas más buscadas de principios de los ochenta

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© Getty Images

Desde el anuncio de su compromiso con Carolina de Mónaco -ojito derecho de su padre, el príncipe Rainiero, y ‘joya’ del Principado- y su posterior boda -diez días más tarde- en diciembre de 1983, el empresario italiano perdió, por amor, un preciado tesoro, “la libertad”. “No puedo dar ni un paso”, explicaba a ¡HOLA!, con sinceridad.

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Hubo a quien le sorprendió esta inesperada decisión de hablar “a tumba abierta”, pero, aclaraba, no había otro motivo para alzar la voz que el “dolor” que le invadía por “todo lo que se ha escrito sobre mí y sobre mi familia”.  “Primero, por mis padres, que están amargados; segundo, porque son italianos y aunque me he ido de Italia por motivos, digamos, de amor, me siento ligadísimo a mi patria y me disgusta aparecer en mi patria tan distinto de cómo soy. ¿Le parece justo?”, puntualizaba.

Este viernes, tres de octubre, cuando se cumplen treinta y cinco años del fallecimiento del gran amor de Carolina, el príncipe consorte que nunca quiso serlo, recuperamos algunas de sus declaraciones.

Historia de un flechazo

Con la discreción por bandera, mostraba, al principio, su reticencia a abrir su corazón y contarnos cómo había surgido el amor entre él y la princesa –“un flechazo”, explicaría, en una ocasión, tiempo después-. “Este tipo de preguntas las considero cotilleos”, nos comentaba, antes de desvelar que todo comenzó con una propuesta de un amigo. “Un amigo mío francés me dijo: ‘¿Por qué no te vienes a Montecarlo? Te gustará’. Así que allí, una noche en casa de unos amigos, nos encontramos”.

© Archivo ¡HOLA!
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Tendría que pasar un año hasta su próximo encuentro –“quizá nos habíamos buscado inconscientemente”-. Era un mes de julio del 83, se había embarcado con un amigo suyo en un barco de motor de 16 metros, que, “al final del crucero se paró en Cerdeña, no quería seguir adelante… Por este motivo nos unimos a otras embarcaciones de amigos, puede que para aumentar nuestra seguridad puesto que nuestra embarcación hacía aguas por todos lados. En uno de estos barcos estaba Carolina”. 

Pasaron entonces quince días juntos en Córcega, y a su regreso a Montecarlo, ya no se separaron. “Hubo la presentación a nuestros respectivos padres. El resto de la historia es ya del dominio público”.

“Carolina es muy espontánea, muy inteligente”

Lo que no se imaginaba, recalcaba hace más de tres décadas, es que su romance cambiaría por completo su vida: “Estaba enamorado y cuando se está en este estado de gracia se ve la vida de color rosa”. 

Sin embargo, no tardaría en darse cuenta que nada volvería a ser como antes: entraba a la glamourosa corte de los Grimaldi. “Cuando estabas acostumbrado a tu libertad y de repente no puedes dar un paso sin ser asediado por gente que se sirve de todos los medios lícitos o ilícitos, incluso de puñetazos y empujones, para hacer su trabajo, ¿qué debería hacer? ¿abrazarlos? Y, además, vea, yo soy bastante tímido. Así que cuando me encuentro perseguido por los teleobjetivos, por una reacción instintiva, bajo los ojos”. 

© Archivo ¡HOLA!
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Sin embargo, él insistía en que, lejos de lo que muchos creían, era “completamente feliz” y su vida seguía siendo, puertas adentro, “normal, incluso banal”. “Carolina es muy cuidadosa y atenta a todo lo que me puede gustar, en las comidas que prefiero, los trajes que debo ponerme… Carolina es muy espontánea, muy inteligente, con un temperamento muy fuerte y una cultura que supera mucho la mía”.

“Mis padres son de origen modesto”

“Mis padres son de origen modesto -no me avergüenzo, todo lo contrario- con su esfuerzo han alcanzado el bienestar…”. Otro de los asuntos que más preocupaba al príncipe consorte era la forma en que se había tratado a su familia en los medios de comunicación. “Quizá querían ennoblecerme para ser digno de mi mujer.  Le puedo decir que siempre he deseado la independencia desde el punto de vista económico”, insistía. 

“Pude abrir una pequeña impresa inmobiliaria, La Redim. Se compone sencillamente de un delineante, una secretaria y un despacho; pero con este despacho y estos colaboradores, más la ayuda de los dos socios que tanto han estimado y tanto han contribuido a mi éxito, me he convertido, como decís los periodistas, en un emprendedor empresario”. 

© Archivo ¡HOLA!
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“El accidente está siempre al acecho”

Carolina se había divorciado, tres años antes, de Philippe Junot, su primer marido -con el que protagonizó una controvertida boda, a la que se opusieron sus padres-. No consiguió la nulidad matrimonial, y se casó embarazada de su primer hijo, Andrea: después llegarían Carlota y Pierre. 

Stefano siguió entregándose a su gran pasión, la náutica. “La velocidad es algo que acapara atención e interés. Los deportes más cuidados y precisos son aquellos más peligrosos”, aseguraría en otra de las pocas entrevistas que concedió a lo largo de su vida. “Aquí uno arriesga su vida aun siendo muy hábil. El accidente está siempre al acecho, es suficiente muy poco, como, por ejemplo, una ola mal tomada”. 

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El tres de octubre de 1990, mientras participaba en el Campeonato del Mundo de offshore, sucedió lo que más temía, y perdió la vida en un accidente fatal. Carolina nunca le pidió que dejase el mar –“aunque, si lo hiciese, lo dejaría, sin duda”-. La muerte truncó su historia de amor. La tragedia volvía a golpear a Carolina. Mónaco se volvía a vestir de luto para despedir a su eterno amor.

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