Mientras todos los ojos están puestos en Andrés Mountbatten-Windsor tras perder todos sus títulos y privilegios a raíz del escándalo del caso Epstein, los Príncipes de Gales han estrenado nueva vida. Acompañados de sus tres hijos, los príncipes George, Charlotte y Louis, se encuentran ya en su nuevo hogar: Forest Lodge, que cuenta con ocho habitaciones y está situada en Windsor Great Park. Inicialmente estaba previsto que se instalaran en navidades, aprovechando las vacaciones, pero el cambio ha llegado antes y para celebrarlo han organizado una fiesta en un pub de Londres.
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El príncipe Guillermo y Kate Middleton saben que esta mudanza ha sido posible por el trabajo de los constructores y operarios, quienes han trabajado sin descanso para que pudieran estar instalados en noviembre. Como agradecimiento, citaron a todo el personal que ha formado parte del cambio para demostrar lo mucho que valoran su esfuerzo. No los han recibido en audiencias privadas ni en actos oficiales, como suelen hacer los miembros de la realeza. Ellos han preferido un plan mucho más distendido en el que poder hablar y divertirse lejos de los focos.
El pasado viernes, coincidiendo con la fiesta de Halloween, el heredero al trono y su esposa los citaron en The York Club. Se trata de un local exclusivo para los residentes y empleados de Crown Estate, organismo independiente que gestiona las propiedades de la Corona, entre las que se incluye Forest Lodge. "La pareja solo quería dar las gracias de forma muy amable a todos los que han trabajado incansablemente para ayudar", recoge Daily Mail sobre este plan en el que Guillermo y Kate ofrecieron bebidas y aperitivos a los invitados.
En 2001 Forest Lodge fue sometida a una restauración de 1,7 millones de euros para conservar los detalles de época, incluyendo la mampostería original, las elaboradas cornisas y la decoración del techo de yeso, las chimeneas de mármol, las ventanas venecianas y el techo abovedado del pasillo. Según los informes, el futuro rey financió personalmente la propiedad y todas las renovaciones necesarias. Ahora, con la llegada de los Príncipes de Gales, se ha reforzado la seguridad para hacer que sea un búnker alejado del peligro.
En estas semanas se ha levantado una valla de madera para delimitar el bosque y las zonas verdes que rodean Forest Lodge y se han instalado cámaras de CCTV especiales en el campo, con cableado excavado bajo el suelo en la parte trasera de la propiedad. El acceso al público en esta parte de Windsor ha quedado bloqueado de forma permanente al convertirse en una propiedad designada, según la Ley de Policía y Delincuencia Organizada Grave de 2005. La ley protege las tierras de la Corona, las tierras privadas que pertenecen al Rey o a su heredero inmediato, como es Guillermo de Inglaterra.
Adiós a la casa maldita
Los Príncipes de Gales y sus hijos han dejado atrás Adelaide Cottage, donde llegaron en 2022 procedentes del céntrico Kensington Palace. Su intención entonces era ofrecer una vida más tranquila a los niños, a los que matricularon en Lambrook School, y que estuvieran más cerca de su bisabuela Isabel II, deseo que no pudo hacerse realidad porque la Reina falleció ese mismo año. Esa fue solo la primera mala noticia que recibieron en una casa que muchos consideran maldita, y es que en ella han afrontado el diagnóstico de cáncer de Carlos III y de la propia Kate Middleton. También allí vivieron el tsunami que supuso la publicación del libro del príncipe Harry. Ahora miran al futuro con optimismo y energías nuevas desde Royal Lodge.
