Del 'lodge' al 'cottage'

Windsor Real Estate: las propiedades que tiene Carlos III y por qué la mudanza de Andrés es más simbólica que logística


El hijo favorito de Isabel II está peleando hasta el final y ha puesto una condición, quiere dos casas, la del príncipe Guillermo y la del príncipe Harry


El rey Carlos III, el príncipe Andrés y el príncipe Guillermo en el funeral de la duquesa de Kent en septiembre de 2025© Getty Images
Sira AcostaRedactora senior de Realeza y Guionista
28 de octubre de 2025 - 6:14 CET

El futuro inmobiliario del príncipe Andrés está dando mucho que hablar. Diversas fuentes apuntan a que, ahora sí, estaría dispuesto a abandonar el Royal Lodge, esa mansión de cuento, símbolo de privilegio, y del que ahora se ha conocido, no paga alquiler desde hace dos décadas. No ha sido la voluntad del rey Carlos III lo que ha precipitado el cambio, sino el peso incómodo de los correos de Jeffrey Epstein y las memorias de Virginia Giuffre, lo que le ha puesto contra las cuerdas. Aun así, el príncipe Andrés está peleando hasta el final y ha puesto una condición: quiere dos casas a cambio de la que deja, la del príncipe Guillermo y la del príncipe Harry. Así está el mapa del Windsor Real Estate en este momento.

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© Getty Images

Cuando hablan de Windsor, el lugar del que la realeza británica tomó el apellido, y de sus terrenos reales, se refieren a una propiedad real conocida como Windsor Estate, que se extiende por más 6,400 hectáreas en el condado de Berkshire, Inglaterra, y no solo alberga el castillo, sino también una serie de residencias reales, casas de campo, jardines, bosques, cementerios, lagos y zonas agrícolas que lo circundan y que pertenecen a su perímetro de seguridad, ahora mismo el más codiciado teniendo en cuenta que allí viven los príncipes de Gales y que es la nueva residencia oficial mientras el Palacio de Buckingham está siendo sometido a una extensa renovación.

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Una imagen del Windsor Great Park
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Royal Lodge, donde vive el príncipe Andrés y Sarah Ferguson desde el año 2003 y que ahora tienen intenciones de abandonar

Hay más de un centenar de construcciones que van desde casas de campo, pabellones de caza o viviendas más modestas para el personal

Windsor Estate se divide principalmente en dos áreas: Home Park, una zona privada directamente asociada al Castillo de Windsor, y Windsor Great Park, un espacio público de más de 2,000 hectáreas que incluye zonas de pasto, bosques, lagos y jardines emblemáticos. Se calcula que entre las dos hay más de un centenar de construcciones que van desde casas de campo, pabellones de caza o viviendas más modestas para el personal, muchas están alquiladas a empleados o personas vinculadas a la Corona, a través del Crown Estate, ese organismo independiente que gestiona las propiedades de la Corona. 

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Adelaide Cottage, residencia de los príncipes de Gales hasta ahora y propiedad que se baraja para Sarah Ferguson
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Frogmore Cottage, la que fuera la casa de Harry y Meghan puede ser el nuevo hogar del príncipe Andrés

En esos terrenos que son un verdadero paraíso a menos de una hora de Londres, está el polémico Royal Lodge en el que han vivido Andrés y Sarah hasta ahora; Frogmore Cottage, la casa que Isabel II puso a disposición de Harry y Meghan tras su boda; Adelaide Cottage, donde han vivido los príncipes de Gales hasta ahora que se van a mudar al fabuloso Forest Lodge, que también está allí;  Fort Belvedere, una fortaleza espectacular que pasó a la historia por ser el lugar donde Eduardo VIII firmó los papeles de abdicación para casarse con Wallis Simpson y que se barajó como la nueva casa de los Gales antes de que se confirmara que habían elegido el Forest Lodge; Cumberland Lodge, destinada a fines educativos, culturales y benéficos; o Frogmore House, que se usa para eventos y visitas oficiales, fue el lugar que eligió Kate Middleton para reunirse al aire libre con Melania Trump. 

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El impresionante Fort Belvedere, el favorito de los duques de Windsor
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Frogmore House, reservada para actos oficiales
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Forest Lodge, donde se van a mudar los príncipes de Gales

La reestructuración del vecindario real no es cuestión de logística, es simbólica

Si el Royal Lodge del príncipe Andrés es el último bastión del viejo orden, la casa que habitó la reina Madre, Frogmore Cottage y Adelaide Cottage representan el nuevo mapa inmobiliario de Windsor. O dicho de otro modo: el príncipe Andrés no podía seguir viviendo en un "lodge" de 30 habitaciones, mientras los Príncipes de Gales criaban a sus tres hijos (uno de ellos el futuro rey) en un "cottage" de cuatro.  Los "lodge" son pequeñas mansiones, imponentes, aristocráticas, de aspecto noble y que simbolizan poder y privilegio, mientras que los "cottage" son viviendas medianas, pintorescas, rurales, de aspecto familiar, campestre e íntimo, simbolizan la modestia y la modernidad, por eso Isabel II dejó al príncipe Guillermo el Adelaide Cottage y al príncipe Harry el Frogmore Cottage. Lo hizo durante el tiempo en el que trataba a los dos nietos por igual, un espejismo insostenible, puesto que uno era el futuro rey y el otro no. 

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No parece, por tanto, casual que al tiempo que se presiona a Andrés para dejar el Royal Lodge, los príncipes de Gales se muden a una residencia más acorde con su rango, el Forest Lodge. La gran sorpresa ha sido conocer, así lo asegura la prensa británica, las intenciones del príncipe Andrés de cambiar su casa por dos, lo que ha hecho saltar todas las alarmas. Tanto Daily Mail como Telegraph aseguran que esta sería la intención del hermano del rey: él se instalaría en el Frogmore Cottage que pagaron y dejaron Harry y Meghan, mientras que Sarah Ferguson consideraría la opción de mudarse al cercano Adelaide Cottage, la casa que van a dejar los Gales.  

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Hay que recordar que Sarah Ferguson y el príncipe Andrés se divorciaron en 1996, pero volvieron a compartir hogar en el 2008. Sin embargo, ahora que los dos tienen que abandonar Royal Lodge, según los medios británicos citados, no se plantean hacerlo juntos, sino en casas separadas, lo que ha abierto el debate de sí ella, divorciada del príncipe, tiene derecho a una propiedad del Crown Estate y si es al rey Carlos III al que le corresponde albergarla en sus terrenos. El caso no es fácil, ya que habría que saber que acuerdo alcanzaron después del divorcio, por ejemplo, Diana de Gales se quedó con apartamento en el Palacio de Kensington hasta el día de su muerte, pero Diana de Gales era la madre del futuro rey. 

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Tal y como están las cosas, en unas negociaciones de la que nada se sabe de forma oficial, pero con novedades constantes, el príncipe Andrés dejaría la casa que ha ocupado durante más de dos décadas sin pagar alquiler, para trasladarse al Frogmore Cottage, antigua residencia de Harry y Meghan, más modesta pero cargada de historia. Reformada con fondos públicos que luego pagaron los duques de Sussex desde Estados Unidos, fue objeto de largas polémicas. Tiene cinco habitaciones, un jardín privado y una ubicación privilegiada dentro del parque de Windsor, lo que no cambiaría el día a día del príncipe Andrés, que solo es visto montando a caballo por la zona. 

Tanto para el rey Carlos III, como para la institución y el Crown Estate esta es la opción más fácil

Por otro lado, de cumplirse sus pretensiones, Sarah Ferguson podría gozar de Adelaide Cottage, una joya de estilo georgiano con cuatro habitaciones y detalles históricos como la chimenea de mármol y el techo pintado a mano. Evidentemente, no se escatimó en la reforma teniendo en cuenta que era para los príncipes de Gales y sus hijos, los primeros en la línea sucesoria. Desde luego para Sarah Ferguson esto sería una victoria. 

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Bien sea una de ellas o las dos, tanto para el rey Carlos III, como para la institución y el Crown Estate esta es la opción más fácil, ya que las dos casas han sido reformadas recientemente por lo que no se abriría el debate de con qué dinero se va a reacondicionar la casa del príncipe Andrés, además, las dos están dentro del perímetro de seguridad del Castillo de Windsor, lo que ahorra explicaciones sobre la protección del príncipe Andrés. En resumen: todos ganan. Sobre todo si, con este movimiento, se logra frenar las crecientes presiones del Parlamento para revisar sus títulos, sus privilegios y el origen de sus fondos.

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