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Sofía de Edimburgo habla como nunca sobre su papel en la casa real y el peso de su título: "Me gusta pasar desapercibida"

La mujer del príncipe Eduardo ha estado en Bosnia en un viaje oficial de los que pasan "factura emocional"


16 de julio de 2025 - 22:11 CEST

Sofía de Edimburgo es el personaje secundario ideal y ella está encantada con su papel. Sin estridencias, sin polémicas, sin ruido excesivo, la mujer del príncipe Eduardo tal vez no levante pasiones ni protagonice grandes portadas, pero tampoco acumula un reproche. Cuando vienen mal dadas, nunca falla. No en vano se le llama 'el arma secreta' del Rey, aunque tal vez a su pesar ya no es tan secreta. En la monarquía de Carlos III su protagonismo es creciente, más aún después del horribilis 2024, cuando los principales activos estaban de baja, y su agenda se vio especialmente intensificada. Aun así, se siente cómoda en un segundo plano, como ha contado en una inusual entrevista que ha concedido durante su viaje oficial a Bosnia.

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Duquesa de Edimburgo© Getty Images
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Asegura que para ella es una suerte no tener un papel central, más allá de apoyar al Rey, ya que le permite tener flexibilidad para explorar sus propios intereses, al tiempo que está disponible para representar al monarca cuando se lo requiera. Sofía es plenamente consciente de que su visibilidad va en aumento, tal y como ha contado a The Mirror. "Supongo que cada vez soy menos secreta, me pregunto como me llamarán entonces", ha bromeado sobre su ya famoso apodo insistiendo en que le gusta pasar desapercibida, aunque se toma el sobrenombre como un cumplido. 

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No rehúye la responsabilidad, pero es consciente del peso de su título, el de duquesa de Edimburgo, ostentado también por la propia Isabel II antes de su coronación y tras su matrimonio con el príncipe Felipe: "Para mí era una cuestión emocional ponerme de alguna manera en sus zapatos. Era un gran momento". Isabel II y su nuera tenían una relación muy cercana. La esposa del príncipe Eduardo llegó a la familia real en un momento convulso, tras los divorcios del entonces príncipe Carlos y el duque de York. En su momento, la compararon con Diana de Gales y no se libró de ser escudriñada por los tabloides, pero no solo salió airosa de todo ello, sino que se ganó la confianza de Isabel II, como suegra y como Reina. 

En la nueva era de Carlos III sigue siendo una pieza indispensable, aunque ella se resiste a definir su papel. Le resulta "presuntuoso", todo lo contrario a lo que ha evocado siempre Sofía de Edimburgo. Se ha limitado a subrayar que está encantada con su papel, eso sí, abordar asuntos y situaciones sensibles también "pasa factura emocional, eso seguro". Lo ha dicho justo después de depositar una flor en el cementerio memorial de Srebrenica, en Bosnia, escenario de la mayor masacre de la guerra de los Balcanes hace 30 años. 

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