No todas las monarquías tienen la misma relación con sus joyas: las hay que pertenecen a la familia y otras que pertenecen al Estado. Sin embargo, en lo que suelen coincidir todas es que a mayor rango en la jerarquía institucional, más y mejores joyas. Una princesa de cuna, per se, siempre suele tener un mejor acceso a las joyas de sus ancestros en comparación a las de una princesa que entra en la familia por matrimonio. Después están las excepciones y lo que sea costumbre en cada casa, en España las joyas están para pasar de reina en reina, en el Reino Unido cada una tiene sus joyas asignadas y en los Países Bajos se comparten y se lucen por igual. El caso de la Casa Real danesa es peculiar y cuenta una historia muy concreta sobre los "peligros" de que se termine el amor. La princesa Marie, que este 24 de mayo celebra sus 17 años de matrimonio con el príncipe Joaquí
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Antecedentes sobre la guerra de diamantes: la tiara que hizo llorar a la reina Margarita
Hay que recordar que el príncipe Joaquín, único hermano del actual soberano danés, Federico X, se casó por primera vez con la hongkonesa de ascendencia británica, Alexandra Manley, en 1995, y a los diez años ese matrimonio estaba roto. La pareja, que había tenido dos hijos, aguantó el tipo mientras duraban los preparativos, celebraciones y grandes reuniones familiares en torno a la boda de Federico y Mary, que se casaron en mayo de 2004, pero en cuanto pasaron las fiestas, la pareja comunicó su intención de divorciarse.
Las rupturas en las monarquías actuales están a la orden del día y no suelen generar complicaciones, sobre todo cuando los protagonistas no ocupan directamente la jefatura del Estado, pero cuando llegó el momento de ponerse de acuerdo, todo saltó por los aires. Alexandra renunció a su título de princesa de Dinamarca y, a cambio, la Casa Real le proporcionó una impresionante residencia oficial, le otorgó el título de condesa de Frederiksborg y le dotó de un sueldo anual que mantendría hasta que su hijo pequeño, el conde Felix, cumpliera los 18 años. Hasta allí, todo bien, la situación era incómoda, pero se mantenían las formas, pero una bomba estalló cuando la condesa Alexandra le dijo a la reina Margarita que no le devolvería la tiara que le había "regalado" con motivo de su boda y los tribunales le dieron la razón.
La reina Margarita pecó de suegra novata cuando se casó por primera vez un hijo suyo y, al parecer, en la institución no hubo nadie que avisara a la soberana de las posibles consecuencias. El acuerdo prematrimonial no contemplaba qué hacer en caso de divorcio con la valiosa tiara de diamantes que llevaba en la Casa Real danesa desde hace siglos y esto desembocó en un proceso judicial y mediático, que se conoce como la "guerra de diamantes" y que, en contra de todo pronóstico, perdió la propia jefa del Estado.
El tribunal entendió que era un regalo de boda y que no tenía que devolverse, así que Alexandra se quedó con la tiara que a la reina Margarita le había regalado su abuela paterna
¿Era una cesión temporal o era un regalo? El tribunal entendió que era un regalo de boda y que como tal no tenía que devolverse, así que Alexandra se quedó con la tiara que a la reina Margarita le había regalado su abuela paterna, la reina consorte Alejandrina de Dinamarca, cuando cumplió los 18 años. Paradójicamente, a esta pieza se le conoce como la tiara de lágrimas y la historia lo ha confirmado, ya que la reina Margarita derramó unas cuantas por ella
Mary de Dinamarca, la impresionante transformación de una reina de origen plebeyo
A Mary de Dinamarca, que ahora es reina, pero durante un tiempo era la mujer del príncipe que no acababa de encajar en la idea que tenía la reina Margarita para su hijo, esta guerra de diamantes le pilló en medio. Tanto es así, que después de su boda y estando embarazada de su primer hijo, al parecer, se le hizo firmar un segundo acuerdo que evitar que esta historia se repitiera en caso de divorcio. Margarita II quería que todas aprendieran la lección: las joyas son préstamos y no regalos. Hay que aclarar, que estamos hablando de las joyas familiares, que es la mayor parte del grueso de la colección, ya que las joyas de la Corona están fuera de toda duda, ya que pertenecen al Estado de Dinamarca y como tal solo están a disposición de la reina para actos institucionales dentro del país.
Con respecto a las joyas familiares, hay que decir que la reina Margarita siempre ha sido generosa con las princesas de cuna. Es decir, la soberana danesa entendía que sus dos hermanas, la reina Ana María de Grecia y la princesa Benedicta de Dinamarca, así como las hijas de ambas, tenían tanto derecho como ella a disfrutarlas, ya que las habían recibido de sus padres y abuelos. Sin olvidar que la madre de la reina Margarita era princesa de Suecia por nacimiento y también aportó a la realeza danesa un espléndido joyero. No obstante, quizá por lo que había ocurrido con la condesa Alexandra, la reina Margarita no era tan abierta con su joyero con las consortes de sus hijos. De hecho, la mejor tiara que tuvo la reina Mary durante años fue la de rubíes, una joya que la reina Ingrid directamente había dejado en herencia a su nieto para su futura mujer, es decir, una que nunca entró en el joyero de Margarita, pero que como joya familiar está sujeta a los mismos acuerdos.
La reina Mary ha demostrado tener mucha habilidad para dar una segunda vida a piedras y joyas que pertenecían a la Corona, pero que estaban olvidadas, en desuso o relegadas a piezas de museo
Durante años parecía que la entonces princesa Mary era la gran perjudicad, pero, a pesar de tener un acceso muy limitado al joyero familiar y privado de la reina Margarita, con el paso del tiempo ha sabido ampliar y transformar su joyero. Por ejemplo, le añadió perlas a su tiara de boda, que era una pieza menor o poco llamativa; se compró ella misma una tiara en una subasta; y llegó a un acuerdo con una firma de joyas para que le cedieran el uso de la que se conoce como la tiara de medianoche. Cuando en enero de 2024 se convirtió en la reina consorte de Dinamarca, tuvo por fin acceso a grandes tiaras de Estado, como es la de esmeraldas o la de perlas. Además, demostró tener mucha habilidad para dar una segunda vida a piedras y joyas que pertenecían a la Corona, pero que estaban olvidadas, en desuso o relegadas a piezas de museo, una forma con la que sumó dos nuevas creaciones con carácter histórico, lo que fue todo un golpe de efecto para una reina de origen plebeyo.
Marie de Dinamarca, una sola tiara principal y dos peculiares préstamos
El caso de Marie de Dinamarca es otro, ya que cuando la francesa llegó a la Familia Real en el año 2008, la institución tenía claro como operar. La reina Margarita escogió una pieza histórica de su joyero familiar y se la cedió, dejando claro que era un préstamo, uno a largo plazo, pero un préstamo que duraría lo que dure su matrimonio. Así fue como la princesa Marie tuvo acceso a la tiara floral de diamantes de la princesa Dagmar, que a día de hoy sigue siendo su tiara principal y casi la única que tiene disponible. Es la que escoge para retratos oficiales y para las citas de la máxima relevancia institucional.
Estas son las dos únicas piezas que posee Marie: la tiara floral de la princesa Dagmar y el broche de zafiros de la reina Alejandrina de Dinamarca
A lo largo de estos casi veinte años de matrimonio, la princesa Marie ha llevado otras dos tiaras más que tampoco le pertenecen y que no son piezas históricas. Ambas, igual que la tiara de medianoche de Mary, son tiaras que han diseñado en colaboración con firmas de joyas, que no le pertenecen, pero cuyo uso tienen cedido, no se sabe si a largo plazo o fueron un préstamo de forma puntual.
Ese es el caso de la tiara de oro blanco y zafiros que la princesa Marie, de origen francés, llevó para la cena de gala con Emmanuel Macron en el año 2018 y que había diseñado una firma francesa, Maison Mauboussin. Dentro de esa misma categoría, colaboraciones con firmas de joyas, están la tiara Flora Danica, que incluso lleva el nombre de la firma danesa a la que pertenece, solo la ha llevado una vez, durante una cena de gala en el Palacio de Christiansborg en Copenhague en marzo de 2014.
La diadema Flora Danica está en parte desactualizada, ya que se diseñó con una base de 25 amatistas cabujón, la piedra favorita de la Princesa María, y fue rematada por tres lirios de plata con pequeños diamantes en la punta, que representándole a ella, a su marido y a su hijo, el entonces Henrik. La tiara fue creada en 2011 y un año después nació la condesa Athena, haciendo que a esa tiara de inspiración familiar le faltara una flor.
Por último, para completar esta breve colección hay que recordar que la reina Margarita tuvo un detalle con sus dos nueras en el momento del nacimiento de su primer hijo: el préstamo de otra joya histórica. Si la reina Mary recibió el broche con el impresionante zafiro de Connaught cuando nació el príncipe Christian; la princesas Marie recibió uno con zafiros más pequeños que había pertenecido a la reina Alejandrina de Dinamarca, una gran coleccionista de zafiros, cuando nació Henrik, ahora conde de Monpezat. Es habitual que la mujer de Joaquín lo utilice en cenas de gala y lo suele combinar con uno pendientes de zafiro y diamantes con forma de flecha cuyo origen se desconoce y lo más probable es que sean una compra personal o un regalo, en cualquier caso, todo apunta a que esos sí son propiedad de la princesa Marie.