Niña duerme la siesta en verano© Getty Images

Sueño

Ni forzada ni eterna: así debe ser la siesta de los niños en verano

Dormir bien es fundamental para la salud del bebé, del niño y del adolescente y, en concreto, la siesta induce el crecimiento y ayuda a recuperar las energías perdidas durante la mañana


4 de julio de 2025 - 7:30 CEST

El sueño es para los niños una actividad primordial y necesaria para su vida. El sueño en el niño tiene, además, una trascendencia mayor que para el adulto: necesitan dormir más y dormir para ellos es tan importante como comer. Dormir en los primeros meses de vida y dormir bien es de gran importancia para su desarrollo, su maduración, su crecimiento y su ganancia de peso, siendo condición imprescindible para preservar la buena salud del bebé, del niño y del adolescente.

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Los recién nacidos sanos duermen casi todo el tiempo. A medida que pasan las semanas y los meses, se van adaptando al ciclo vital del día y la noche. Van aumentando el sueño nocturno y disminuyendo las horas de sueño diurno y así van diferenciando sus actividades entre el sueño y la vigilia. Al año de vida duermen de 10 a 12 horas nocturnas y hacen una o dos siestas, una de mañana y otra de tarde, de una a dos horas de duración.

Dormir bien es de gran importancia para su desarrollo, su maduración, su crecimiento y su ganancia de peso, siendo condición imprescindible para preservar la buena salud del bebé, del niño y del adolescente

A medida que van creciendo, hasta los tres o cuatro años, en muchos casos, las siestas se suelen mantener, pero condicionados por los horarios sociales y escolares, las siestas van desapareciendo, aunque en el verano, la siesta de tarde se mantenga durante más tiempo.

Fisiología de la siesta

La siesta es una consecuencia natural de los cambios hemodinámicos ocasionados por la ingesta de alimentos y por el calor. La sangre que circula por las arterias, después de una comida, aumenta en las regiones que intervienen en la digestión y, por tanto, disminuye su presencia en el sistema nervioso central. Además, el calor ambiental aumenta la vasodilatación periférica de la piel y, como consecuencia, acumula más sangre en el exterior. Ambas circunstancias generan una pequeña disminución del riego cerebral, que es la principal causa de la somnolencia que se siente después de ingerir una copiosa comida.

La siesta y la temperatura ambiente

Se define la siesta como el tiempo destinado para dormir o descansar después de comer o el tiempo después del mediodía en el que aprieta el calor e induce el sueño. El nombre tiene su origen en la “hora sexta” romana, que se corresponde con la sexta hora de sol, entre las 12 y las 14 horas. El calor es un factor condicionante en el hábito de dormir la siesta. En los países cálidos, donde la temperatura ambiente a mediodía es elevada, este calor se suma al sueño que produce una comida abundante y, por tanto, estas condiciones climáticas favorecen el hábito de la siesta.

Beneficios de la siesta

Los pediatras y la mayoría de expertos opinan que una siesta de 30 a 60 minutos mejora la salud del niño en general y que, además, es un hábito que favorece su bienestar. Dormir después de la comida del mediodía relaja el cuerpo y la mente. Tiene un efecto positivo sobre la relajación y el estrés, mejora el nivel de atención y memoria y proporciona descanso.

  • Recordar que el sueño es siempre una forma de vida reparadora.
  • La siesta es algo natural provocado por la ingestión de alimentos y el calor.
  • Induce el crecimiento y el aumento de peso del niño.
  • Ayuda a recuperar las energías perdidas durante la mañana.
  • Mejora la atención, la concentración y el rendimiento intelectual.

Uso del aire acondicionado en el dormitorio

Es la mejor solución para combatir el calor de la habitación durante la siesta. Los niños suelen tolerar bien el uso del aire acondicionado durante la siesta y durante el sueño nocturno. Si el aparato funciona correctamente, no seca el aire en exceso y las temperaturas a las que se programa son moderadas, es el mejor método para combatir el calor excesivo.

  • Es muy importante que el chorro de aire frío producido por el aparato de aire acondicionado no incida de forma directa sobre el niño que duerme en la habitación.
  • Si el aparato posee un programador o cuenta con un modo Sleep, es conveniente disminuir progresivamente su actividad.
  • Es muy necesario que el sistema del aparato sea silencioso, pues si es muy sonoro puede dificultar el sueño del niño.

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