El exantema vírico es una enfermedad benigna debida a un virus que afecta a los niños pequeños y se caracteriza por fiebre alta seguida de una erupción en la piel. En concreto, se da mayoritariamente en menores de entre 6 meses y dos años de edad.
“Un exantema vírico es una inflamación de la piel que puede producirse en cualquier época del año y se caracteriza por una fiebre elevada”, puntualiza Ana Molina, médico experta en dermatología.
Según nos advierte, el virus provoca que, en una zona concreta de la piel, se produzca una vasodilatación (es decir, una dilatación de los vasos sanguineos de la piel), generando que los vasos sanguíneos se inflamen, se agranden y suelten líquido... propiciando así que la piel empiece a enrojecerse.
“Existen muchos tipos de exantema vírico que, al ser muy comunes en niños, la mayoría de las veces quedan sin diagnosticar. En muchas ocasiones ocurre porque se descarta otra enfermedad de la piel; pero, en general, la mayoría de las veces son muy inespecíficos”, afirma la dermatóloga, profesora en la Universidad Autónoma de Madrid.
Tratamiento: ¿qué hay que vigilar en un niño con exantema?
Según apunta, este tipo de virus se contagia de unos niños a otros por varias razones: épocas de frío, ingesta alimentaria, por el aire... “El niño llega a la consulta con muy buen estado general y con una erupción inespecífica, con la piel roja. Lo primero que hacemos es valorar que el niño tenga un buen estado. Es decir, observamos si tiene fiebre moderada, si está bien, alegre, si corre por la consulta… y valoramos que, a pesar de tener el exantema, que probablemente sea vírico, esté bien”.
La mayoría de exantemas no precisan tratamiento. En cualquier caso, el diagnóstico de exantema viral se hace con la historia clínica y la exploración. Existen ciertos exantemas virales tan característicos que se llega a un diagnóstico claro. Sin embargo, otras veces no es así y no se puede poner un nombre concreto a la enfermedad. “Esto no debe preocupar”, reitera, ya que “lo fundamental es haber descartado otros procesos más importantes”.
En concreto, la dermatóloga matiza que, si se observa un buen estado, se realiza un tratamiento sintomático: “Esto consiste en paliar los síntomas más que la causa y esperar a que el virus pase ya que no hay un tratamiento que nos permita eliminarlo o matarlo. Nos centramos, por tanto, en intentar que el niño descanse, darle algún medicamento que le baje la fiebre (paracetamol o ibuprofeno), que beba agua, si tiene picor, pautamos un poco de antihistamínico oral en gotas o jarabe, si es muy llamativo, pautamos alguna crema con un poco de corticoide suave…”.
En concreto, el tratamiento sintomático se focaliza en paliar los síntomas y explicarles a los padres que la enfermedad finalizará, en la mayoría de los casos, en una o dos semanas.
“En cualquier caso, siempre deben consultar o ir a urgencias si detectan algún síntoma que podamos identificar como grave; como fiebres que no cesan, si vomitan mucho, se deshidratan...”, concluye.
Consecuencias del exantema vírico
Según confiesa la experta mencionada, la mayoría de los exantemas víricos son leves y no producen grandes consecuencias. “La mayoría de los exantemas víricos igual que vienen se van (en concreto, el período de incubación es de unos 10 días, aproximadamente), por lo que no hay que alarmarse ya que, en general, no tiene consecuencias a largo plazo ni dan mayores problemas.
“Sí habría que tener cuidado con temas como la varicela, que puede dejar marcas en la piel. Por eso, es importante consultar y actuar a tiempo para prevenir esas pequeñas cicatrices que puedan quedar, sobre todo en la cara”, concluye.