Novias virales

Cuando la 'weeding planner' es la novia: la historia de María Oronoz, su vestido lleno de detalles y su boda en Cantabria


La donostiarra, creadora de Martina por el norte, confió en Tamara Vázquez, de Romancera, en su 'sí, quiero' con Chema Erasun


Boda de María Oronoz© Marina Rodríguez
María CalvoColaboradora de novias
13 de noviembre de 2025 - 18:20 CET

Convertirse en novia después de haber acompañado a tantas mujeres en su gran día, entre ellas rostros tan mediáticos como Marta Pombo en su boda con Luis Zamalloa, no es algo que ocurra todos los días. María Oronoz, fundadora de la firma de organización de bodas Martina por el Norte y una de las wedding planners más solicitadas de nuestro país, vivió el pasado 10 de octubre uno de los momentos más emocionantes de su vida: su propia boda con Chema Erasun. Acostumbrada a cuidar hasta el último detalle de los enlaces de sus parejas, esta vez le tocó ponerse al otro lado, dejarse mimar y disfrutar de cada paso del proceso.

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© Marina Rodríguez

Su boda, celebrada en la iglesia de San Martín de Cigüenza (Cantabria), fue una oda a la belleza natural, al trabajo artesanal y a la alegría compartida. María la organizó junto a su propio equipo de Martina por el Norte, las mismas profesionales que cada fin de semana convierten en realidad los sueños de tantas parejas.

“Confiaba plenamente en ellas; sabía que todo saldría bien. Estuve tranquilísima, disfrutando como una invitada más”, cuenta. Y así fue: una boda preciosa, luminosa, con mil detalles y, sobre todo, con la emoción de una novia que sabe exactamente qué significa ese día, por haberlo vivido tantas y tantas veces en la piel de otras mujeres.

© Marina Rodríguez

El vestido: un sueño tejido por Romancera

Si hay algo que María tenía clarísimo, era que su vestido lo haría Tamara Vázquez, alma de Romancera, la diseñadora con la que lleva años coincidiendo en bodas y a la que admira profundamente. “Desde que empecé en el mundo de las bodas he tenido relación con ella y he podido ver de cerca muchas de las novias que ha vestido. Siempre me ha parecido una artista”, explica.

El proceso fue toda una experiencia. “Tamara sabe muchísimo de tejidos y tiene una sensibilidad especial para entender qué diseño encaja con cada novia. En mi caso, supo lo que yo quería antes de que yo misma lo tuviera claro. Me emocionaba verla trabajar”, recuerda.

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El vestido, confeccionado en sarga de seda velada con organza rústica, respiraba romanticismo y carisma. La ornamentación entolada de las mangas y los cortes horizontales del cuerpo estaba realizada a mano con encaje de guipur antiguo, beading y aplicaciones de bambula de seda desflecada, un trabajo minucioso que convertía cada detalle en una pequeña obra de arte.

© Marina Rodríguez
© Marina Rodríguez

Los cortes, enmarcados con libros de muselina rústica, y los múltiples godets de la falda —en los que convivían diferentes tipos de seda, como la organza stroppicciato, el voile, la muselina satinada y la bambula— aportaban movimiento y textura.

© Marina Rodriguez

“Cualquiera que me conozca sabe que ese vestido me representa, que tiene mucho que ver conmigo”, afirma. No buscaba un vestido clásico ni una pieza que siguiera modas; quería un diseño con alma, delicado y, sobre todo, auténtico. “Tenía muchas ideas en la cabeza y estaba un poco perdida. Quería algo diferente, romántico y que se me reconociera en él. Tamara dio con el diseño perfecto desde el primer momento”.

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Para los preparativos, María estrenó la bata Triana de María de la Madrid, un regalo muy especial de su fundadora y amiga Reyes. “Siempre le había dicho que estaba enamorada de esa bata y para la boda me la regaló. Fue un detalle precioso que voy a guardar siempre, además tengo unas fotos espectaculares con ella”.

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Y, como no podía ser de otra manera, también pensó en un segundo look para disfrutar del baile. “Lo tuve clarísimo”, cuenta entre risas. “Llamé a mi querida María Gadea, con la que comparto muchas novias. Es pura empatía y tiene un gusto exquisito”. Juntas diseñaron un vestido de organza de lino con una falda de jaretas grandes y desordenadas, un cuerpo con corte a la cadera, fajín bordado y escote redondo amplio. “Estuve comodísima, pude bailar toda la noche y me sentí una queen total. No será el último vestido que me haga con ella”.

Los accesorios: cada detalle con historia

Para una wedding planner como María, los detalles son un lenguaje. Por eso, cada pieza de su look tenía un significado. Los zapatos, unos Manolo Blahnik con margaritas, fueron un flechazo tardío. “El vestido estaba casi terminado y yo seguía sin zapatos. En general, los de novia no me suelen gustar. Hasta que un día encontré estos Manolos de margaritas. Nos casábamos en el campo, y me pareció un guiño bonito, alegre y sencillo, muy yo”.

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Los pendientes eran una joya de Mumit, delicados y luminosos, con brillantes que aportaban el toque justo de luz sin competir con el vestido. “Se integraban genial, sin robarle protagonismo”, explica.

Y, por supuesto, su anillo de compromiso, el mismo que le entregó Chema en su pedida de mano durante un viaje a Nueva York y Miami, también la acompañó ese día.

© Marina Rodríguez

El tocado de Mimoki fue amor a primera vista. “Entré en la tienda y supe que era el toque que me faltaba. Encajaba a la perfección con el vestido”. Desde ese tocado nacía el velo, una pieza única confeccionada por Tamara de Romancera con seda rústica tejida en un telar manual antiguo.

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El ramo, obra de Ferini, era silvestre, natural y lleno de matices. “Tenía clarísimo que quería un ramo con mucho verde, que tuviera caída, pero sin resultar excesivo, y con toques en tonos lila”. Sandra, su florista de confianza, entendió exactamente lo que buscaba y añadió lilas, su flor favorita y también su color preferido. “Cuando lo vi, me emocioné. Era perfecto”.

Belleza natural

Cuidarse la piel es algo que María tiene muy presente, y en los meses previos mimó su rostro con tratamientos en Ayestarán Medicina. “Me hice Ultherapy Prime para estimular el colágeno y, unos días antes, el tratamiento Zaffiro para reafirmar y dar luminosidad. Los invitados me decían lo bien que tenía la piel".

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El maquillaje corrió a cargo de by.clementina, una profesional que la conoce bien. “Quería verme como siempre, sin excesos. Me maquilló genial, muy natural, justo como me gusta.”

El peinado fue su mayor dilema: “Dudaba entre recogido o suelto, y al final opté por un semirrecogido, para reconocerme. Me lo hizo Amaia Lauzirica y acertó por completo”.

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Y, como detalle divertido, la novia quiso reflejar su pasión por la belleza en los rincones de la boda: “Colocamos un corner con cremas efecto botox de Blümme x Ayestarán Medicina en los baños. A los invitados les encantó”.

Una historia de amor entre música y bodas

El destino los unió, como tantas historias bonitas, a través del trabajo. María acababa de arrancar con su empresa cuando recibió un dossier de artistas y DJs de una agencia llamada Sunera, propiedad de Chema Erasun. “Así empezamos a hablar… y a hablar. Fuimos conectando hasta que nos enganchamos por completo. Un día quedamos, y hasta hoy sin separarnos”, recuerda sonriente.

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Cuatro años después, durante un viaje en enero a Nueva York y Miami, Chema le pidió matrimonio. “Fue un momento muy especial. Lo habíamos hablado, pero cuando sucedió fue mágico.”

La fecha elegida, 10 de octubre de 2025, tenía sentido: era el único día en el que ambos podían coincidir sin eventos. “Chema tiene una empresa de artistas, yo soy wedding planner… encontrar un hueco libre fue casi un milagro".

Una ceremonia emocionante

El escenario elegido para el “sí, quiero” fue la iglesia de San Martín de Cigüenza, un templo con encanto y mucha historia. María soñaba con una decoración floral que sorprendiera y emocionara, y así fue: Ferini transformó el interior en un auténtico jardín.

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“En la entrada colocaron un arco enorme de flores y ramas con toques fucsias y amarillos. Dentro, convirtieron el espacio en una selva, con ramajes que subían por los bancos y un altar completamente cubierto de verde y flores lilas y amarillas. Parecía un bosque".

© Marina Rodríguez
© Marina Rodríguez

La cortina confeccionada en la tienda de su abuela Mayka, que cubría la puerta de entrada, aportaba un punto de misterio antes de que apareciera la novia. “Era una sorpresa incluso para los invitados”.

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Su niña de arras fue Julieta, hija de su mejor amiga, Lucía Sobrino. “Nos hizo muchísima ilusión; estaba preciosa”.

Una celebración rodeados naturaleza

Tras la ceremonia, los invitados se trasladaron a Casería de la Mar, la finca del grupo Mentidero en Ríoturbio, un entorno rodeado de montañas y con vistas que recuerdan al paisaje de la infancia de María. “Queríamos un lugar con naturaleza y amplitud, como las vistas desde mi casa en San Sebastián. Cuando vimos Casería de la Mar, supimos que era el sitio".

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El cóctel fue cálido y colorido: manteles fucsias, sillas de diseño y un gran brasero encendido por el padre de la novia daban la bienvenida a los invitados. En el escenario, una tarima enmoquetada en beige acogió el concierto de estilo Frank Sinatra ofrecido por Martín y su banda, contratados a través de Sunera. “Pusimos 100 velas de Candles by Angelina delante del escenario; creaban una luz preciosa".

© Marina Rodríguez
© Marina Rodríguez

En medio del cóctel, Ferini montó un bodegón floral espectacular sobre el que colgaban lámparas hechas a mano por María y su abuela. “Nos encantó hacerlas juntas; fue muy emotivo”. Durante toda la jornada, el artista Guillermo de Foucault fue retratando en directo las escenas más especiales. “Ahora tenemos los recuerdos dibujados para siempre”.

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Para la cena, María quiso romper moldes. “No hicimos el clásico seating plan. Pusimos mesas alargadas y puestos de comida. Cada uno se sentaba donde quería. Los mayores tenían sus sitios, pero el resto era libre”. La decisión fue un acierto: el ambiente fue distendido, natural y muy alegre. “Me senté un rato con mis amigas de San Sebastián, luego con los de Barcelona, con mi familia… La gente me decía que era la primera vez que se sentaban con la novia. Fue muy bonito”.

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El catering del Mentidero montó diferentes puestos: uno de ensaladas, otro de mariscos —con zamburiñas y navajas— y uno de carnes de Goya, como guiño a la tierra natal de María. “No queríamos una cena larguísima, sino disfrutar del momento. Salió perfecto”.

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La decoración de la carpa fue otro espectáculo: mesas alargadas con velas marrones, flores de altura, sillas de madera combinadas con bancos tapizados en vichy, faldones confeccionados en la tienda de su abuela y una papelería de ensueño diseñada por La Bahía Creativa. “Celia y Carmen entendieron desde el primer momento lo que quería. Las minutas con puntilla bordada quedaron espectaculares”.

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Para que nadie pasara frío, instalaron suelo de madera, laterales de cristal y estufas. “Queríamos un ambiente cálido, acogedor y elegante, y lo conseguimos”.

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Y después… llegó la fiesta. “Desde Sunera, junto con La Bomba y Sonido León, montaron una tarima de doble altura enmoquetada en color granate. Quedó increíble”. El grupo Villaboy Band, con Jorge al frente, fue el alma de la noche. “Son los mejores; tuvieron a todo el mundo arriba desde el primer minuto”.

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© JotaNovo

El espacio se llenó de bolas de espejo y manteles granates, un guiño cromático al otoño y a la capa de terciopelo que llevaban las wedding planners del equipo de María. “Les diseñamos capas granates con una franja trasera forrada en vichy o floral, confeccionadas en la tienda de mi abuela. La gente las llamaba cariñosamente ‘las caperucitas’”.

El momento más especial

Cuando le preguntamos qué fue lo más especial, María no duda: “La ceremonia. Casarnos y poder hacerlo rodeada de todas las personas que más queremos. Había una energía buenísima, una felicidad que se contagiaba”.

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Como wedding planner, ha vivido muchas bodas, pero la suya le enseñó algo nuevo: “al final, lo importante es disfrutar, no intentar controlarlo todo. Ese día pasa volando. Por eso, mi consejo a las futuras novias es que confíen, que se rodeen de buenos profesionales y que vivan cada momento”.

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Y lo dice alguien que sabe de lo que habla. Su boda fue el reflejo de su estilo: cuidada, alegre, natural y profundamente personal. Un homenaje a su tierra, a su familia, a su equipo y al amor que comparte con Chema. “Fue un día lleno de emoción, alegría y cariño. Muy, muy especial”.

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