Siempre es un buen momento para celebrar una boda. Por eso, aunque la temporada más alta esté acabando oficialmente, todavía sigue habiendo parejas que se dan el 'sí, quiero'. Cada enlace no solo nos deja novias con vestidos especiales y decoraciones que no podemos dejar de mirar (o darles un like si nos las encontramos en redes sociales); también invitadas a las que nos encantaría copiar en nuestros próximos compromisos. ¿Una de ellas? Ana Gallardo, que este fin de semana nos ha sorprendido con un look a todo color creado a medida por Nicolás Montenegro.
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Pongámonos en situación. Principios de noviembre. Días cada vez más cortos, temperaturas suaves. Era la boda de su cuñada, María Fernanda Martín Losada, y Pablo Solís Hernández. Se casaban en la parroquia Corpus Christi de Sevilla y Ana buscaba una prenda especial; por eso confió en el diseñador andaluz. Aunque la lógica nos habría hecho elegir a la mayoría un vestido (o un traje de chaqueta) en un tono oscuro, tal vez azul marino, verde botella o granate, la cofundadora de The Nook Store prefirió el buganvilla. Un color que aporta luminosidad y frescura y que, aunque favorece a muchas mujeres, funciona especialmente bien a las rubias.
Pero no solo el tono es llamativo, también el diseño en sí. Nicolás Montenegro creó para ella un traje compuesto por un cuerpo de cuello halter y cadera baja que estaba decorado en su totalidad por drapeados que coordinaban cuatro colores, haciendo un juego cromático que iba del blanco al buganvilla, pasando por el rosa y el malva. Es aquí donde, como editora de novias, encuentro el arte. Este tipo de técnicas son 100% artesanales y se invierten en ellas muchas horas de trabajo. En este caso concreto, hablamos de un total de 40 horas para lograr un acabado tan especial y conseguir que los pliegues se convirtieran en la mayor ornamentación del diseño. Una técnica muy utilizada en el atelier del sevillano y a la que recurre con cierta frecuencia —la vimos, por ejemplo, en el vestido de novia de Blanca Llandres, mujer de Alberto Herrera—.
Del cuerpo nacía una falda fluida y llena de movimiento, que acompañaba los pasos de Ana. A su vez, el vestido estaba rematado por una capa que transparentaba los hombros y los brazos. Un diseño que nos recuerda al que llevó Belén Yñiguez hace aproximadamente un año, aunque el suyo era marrón chocolate.
Para completar su look, Ana apostó por unas sandalias de plataforma también de color buganvilla; un diseño con el que ganaba bastantes centímetros, pero que, gracias a la anchura de su tacón, resultaba cómodo. También incluyó un bolso de mano, de tamaño medio, en tono oscuro. En cuanto a las joyas, se decantó por unos pendientes largos, terminados en piedras de colores, y dos anillos XL muy especiales.
Muy favorecedor era también su look de belleza. La emprendedora se recogió la melena en un favorecedor moño de bailarina, pulido, con raya en medio; un recogido que hemos visto mucho entre las invitadas más estilosas y que fascina a las andaluzas. El maquillaje, suave, potenciaba su mirada al remarcarla con un delineado oscuro y pestañas bien definidas.