Este sábado 18 de octubre, la iglesia de Nuestra Señora de la Caridad, en Sanlúcar de Barrameda, ha sido el escenario de una boda muy esperada: la de Alberto Herrera, hijo de Carlos Herrera y Mariló Montero, con Blanca Llandres Parejo, sobrina del cantante José Manuel Soto. La ceremonia ha reunido a familiares, amigos y rostros conocidos de la sociedad andaluza, entre ellos Rocío Crusset, hermana del novio y colaboradora en el diseño del vestido de la novia. En este entorno familiar y discreto, Lourdes Montes —prima de la novia y recién incorporada a la vida social tras su reciente maternidad— ha sido una de las invitadas más elegantes.
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La diseñadora sevillana ha escogido un vestido midi en color amarillo mostaza, una elección muy otoñal firmada por Sandra Rosa. El modelo, confeccionado en guipur y crepe pétalo de rosa, cuenta con un cuello redondo, hombros armados (que recuerda a las hombreras de los años 80 en versión sutil) y una falda capa al bies que aporta ligereza al caminar. Ha completado el look con sandalias de tacón negras y un bolso de mano del mismo tono, mientras que ha optado por llevar la melena suelta y un maquillaje muy discreto.
Tras la ceremonia religiosa, celebrada en uno de los templos más emblemáticos de Sanlúcar, los invitados se han desplazado a la cercana Finca Marbella, propiedad de la periodista Teresa de la Cierva, para disfrutar del banquete y la posterior celebración. El enclave, muy conocido en la zona por sus amplios jardines y su atmósfera de ensueño, se ha convertido en el escenario perfecto para una tarde de brindis, música y reencuentros.
La novia, Blanca Llandres, está embarazada de su primer hijo, lo que ha dado al enlace un aire especialmente emotivo. Su vestido, en cuya creación participó Rocío Crusset, ha sido uno de los temas más comentados entre los asistentes, junto con el ambiente alegre que se ha mantenido durante la celebración.
Lourdes Montes ha acudido acompañada de su marido, Francisco Rivera, aunque él ha preferido mantener un perfil bajo y no se le ha visto en demasiadas fotografías. Para la sevillana, esta boda simboliza también una reaparición en la vida social: después de cinco años intentando ampliar la familia, el nacimiento de su tercer hijo ha supuesto una etapa nueva. Ella misma ha reconocido que el proceso fue largo y que la llegada del pequeño la tomó por sorpresa, devolviéndole la energía.
Poco a poco, Lourdes ha retomado su rutina, que incluye eventos de trabajo y celebraciones personales. Hace unas semanas se dejó ver en una fiesta privada en Marrakech, que reunió a buena parte de la alta sociedad sevillana. Allí, junto a su marido y otros rostros conocidos como Inés Domecq o Tana Rivera, ya anticipaba su regreso al circuito social, siempre desde una posición discreta.
La jornada ha dejado imágenes para el recuerdo. Blanca Llandres, que llegó del brazo de su padrino, acaparó todas las miradas con un diseño de Nicolás Montenegro de corte imperio, microdrapeado y con una cola majestuosa, acompañado por un ramo en tonos morados y granates. El novio, fiel a su estilo clásico, vistió un traje de Tomás Laso-Argos. Entre los asistentes destacaron también Mariló Montero, madrina del enlace, con un vestido azul con tonos verdes que combinaba sencillez y elegancia, y Carlos Herrera, que acudió junto a la periodista Pepa Gea, muy aplaudida por su elección de un diseño fucsia con detalles de plumas. La ceremonia, celebrada bajo la mirada de la patrona sanluqueña, transcurrió con emoción y discreción, consolidando el enlace como uno de los eventos más destacados del otoño andaluz.