Hay vestidos del cine que trascienden la pantalla para instalarse en la memoria colectiva, piezas capaces de encapsular una película, una época e incluso un estado de ánimo. El verde esmeralda de Keira Knightley en Expiación, el Alaïa rojo de Alicia Silverstone en Clueless, el vestido de fiesta multicolor de Jennifer Garner en El sueño de mi vida y, por supuesto, el inolvidable slipdress amarillo de Kate Hudson en Cómo perder a un chico en diez días. Esa comedia romántica de 2003 que, junto a Matthew McConaughey, definió un género que hoy ya casi no se hace—aunque lo echamos de menos—, y cuyo vestuario dio a la historia del cine una de sus piezas más recordadas.
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Dos décadas después, la actriz ha decidido rendir homenaje a aquel look que la convirtió en icono. En la gala de celebración de los nominados a los premios Emmy organizada por Warner Bros. en Beverly Hills, Kate Hudson apareció con un vestido largo de satén en color amarillo mantequilla que evocaba inmediatamente al que su personaje, Andy Anderson, llevó en la gran pantalla.
El guiño al vestido que hizo historia
En la película, el slipdress original caía con un escote en V perfecto y se acompañaba de un espectacular collar de diamantes, cortesía de Harry Winston. En esta nueva versión, Kate Hudson ha preferido un bustier estructurado con textura, un estilismo mucho más minimalista: pendientes discretos de diamantes, un par de anillos y nada más. El resultado es un guiño inteligente, más sobrio y contemporáneo, que mantiene la esencia de aquel momento cinematográfico sin ser un disfraz.
Su peinado también refuerza es aire moderno: melena rubia suelta, con volumen y raya en medio, en lugar del recogido que lucía Andy. El conjunto se completa con unos salones en punta de color beige y un clutch negro, otra prueba de que la clave está en dejar que el amarillo sea el protagonista absoluto.
Una nostalgia muy bien calculada
El efecto fue inmediato: redes sociales, fans de la película y amantes de las comedias románticas celebraron el gesto con entusiasmo. Porque Cómo perder a un chico en diez días no es solo una rom-com más, es un emblema de principios de los 2000, con esa mezcla de humor ligero, química perfecta entre sus protagonistas y estilismos que aún hoy seguimos recordando. Al rescatar aquel color, Hudson no solo apeló a la moda, sino también a la memoria emocional de toda una generación.
No es la primera vez que lo hace. El año pasado, en su serie de Netflix Running Point, apareció con un traje amarillo de Sandro, un “easter egg” pensado para quienes reconocieran el guiño. Y este mismo año confesaba en una entrevista que rodar la película junto a McConaughey fue “una experiencia increíble”, marcada por la complicidad y el buen humor de ambos actores.
El poder de un color
El amarillo mantequilla, ese tono suave que parece iluminar la piel, quedó ligado para siempre al personaje de Kate Hudson. En un momento en el que la moda vuelve constantemente la vista atrás -del revival Y2K a la obsesión por los archivos de diseñadores-, no es casual que ella haya "recuperado" ese vestido. Es una forma de dialogar con su propia historia, de ofrecer un guiño a los nostálgicos y, al mismo tiempo, de demostrar que un vestido icónico puede evolucionar sin perder fuerza.
Con este gesto, Kate Hudson confirma que hay looks que no pertenecen solo al pasado, sino que siguen vivos en la cultura popular. Y nos recuerda que, a veces, la mejor moda no está en las pasarelas, sino en una escena de cine que se repite en bucle en nuestra memoria.