Carolina de Mónaco es una de esas personas que poseen un halo de misterio. A falta de palabras, escasas o inexistentes son sus declaraciones, intentamos descifrar a través de su estilo quién es realmente la hija mayor de Grace Kelly. ¿Leerá a Cocteau? ¿Le gustarán las películas en blanco y negro? Ha compartido cenas con Karl Lagerfeld y la hemos visto llorar con discreción en funerales de Estado. En ella se cruzan la historia y el presente, la Alta Costura y el verano mediterráneo, el gesto heredado de Raniero III y la melancolía rebelde de alguien que siempre fue demasiado lista para ser solo princesa.
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La boda de su hijo pequeño
En 2015, Carolina acompañó a su hijo Pierre Casiraghi en su boda con Beatrice Borromeo. No era un enlace cualquiera: la novia pertenecía a una de las familias aristocráticas más antiguas de Italia, y el novio era el nieto de una actriz convertida en mito. Durante días, entre Mónaco y las islas Borromeas del lago Maggiore, los ojos de Europa se posaron discretamente sobre el enlace. Pero lo que nadie esperaba era que, entre tanta belleza, la figura que más estilo destilaría (además de la novia) sería la de la madre del novio.
La boda religiosa se celebró en la isla privada de San Giovanni ubicada en el corazón del archipiélago que lleva el apellido de la familia de la novia situado en el lago Maggiore. Carolina acudió a la ceremonia con este deslumbrante vestido de Chanel con escote cuadrado, tirantes finos y silueta trapecio bañado de lentejuelas en cascada que finalizaba en una falda de tul adornada con plumas. En las mangas, llevó unos mitones largos semitransparentes.
La ceremonia civil y la preboda
La "íntima" ceremonia civil se celebró en la misma sala del palacio monegasco en la que Carolina de Mónaco digo "sí, quiero" en 3 ocasiones. Y, antes del gran día, los novios dieron una cena en la isla Madre, una de las joyas del lago Maggiore. En estos días pudimos ver a Carolina de Mónaco con varios vestidos diferentes. Uno de ellos, un vestido largo de estampado floral, sin mangas y con escote en V, combinado con un bolso de color rojo y joyas en dorado.
Otro de los looks que llevó fue un conjunto de Chanel, de falda lisa con top floral, una auténtica obra de arte (digna de museo) que combinó con una pamela XXL.
Lo fascinante del estilo de Carolina de Mónaco es su capacidad para ser coherente, sin ser aburrida, para evolucionar sin renunciar a su esencia. Tiene ese gusto innato y esa rebeldía sutil que la diferencia de otras royals europeas. No ostenta el mismo peso ni la misma responsabilidad que Kate Middleton o la reina Letizia, y tal vez esa sea la razón por la que se permite el lujo de arriesgar. Podríamos decir que Carolina es la reina sin corona de la elegancia europea, es una enciclopedia viviente del estilo.
Con el décimo aniversario de aquella maravillosa boda, mientras Beatrice Borromeo se prepara para dar la bienvenida a su próxima hija, Carolina sigue siendo el referente inamovible.