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Un roedor pequeño con forma de los más grandes

La apariencia del degú (Octodon degus) es tan peculiar porque pese a tener un tamaño pequeño, sus características morfológicas son más bien similares a otras especies de roedores más grandes, como las chinchillas o las cobayas. Pero no es sólo una cualidad aparente, sino que se confirma con su esperanza de vida, más cercana a estas especies mayores. El degú puede llegar a vivir hasta siete años, dejando atrás los tres de los hámsters y acercándose a los ocho o diez de cobayas y chinchillas.

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Un animal sociable pero necesitado de compañía

El temperamento de este animal es más sociable y gregario que el de los hámsters, por lo que necesita mayor relación diaria con otros seres a los que considere compañeros y miembros de su grupo. Los degús vivirán más relajados si tienen el apoyo de otros de su especie, por lo que tener uno solo en casa puede no ser una buena idea. Al vivir solo sentirá que los peligros acechantes (aunque no existan) son más graves, sentirá menor arraigo al espacio, y una mayor desconfianza incluso a los miembros de la familia. Esto se revierte al estar acompañado, pudiendo socializar mejor con humanos, porque siente el apoyo de otros especímenes de su grupo, pudiendo jugar confiado y menos atento a la supervivencia.

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Dieta que excluye los alimentos de origen animal

No es ninguna novedad que los roedores grandes son únicamente herbívoros, sin excepción. Un degú se alimenta igual que un conejo, excluyendo de su dieta cualquier alimento de origen animal, azúcares o frutas. Sus piezas dentales también crecen sin pausa, lo que les empuja a tratar de roer el alimento para pulir sus dientes delanteros y no tener un grave problema de salud, por eso agradecen disponer de heno, pienso y hierbas específicas. Como le ocurre a los conejos si el alimento que le damos tiene un alto contenido en azúcar podemos comprometer su salud y provocar a nuestro degú un cuadro de diabetes en poco tiempo.

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Una jaula mayor de lo que esperas

Los animales que viven en el hogar necesitan un espacio suficientemente amplio para que su vida no sea una prisión. Cada vez es más popular que los roedores caminen por la casa y tengan por lo menos una o dos horas diarias de expansión, lo necesitan para ejercitar sus músculos y para su equilibrio mental, pues estar encerrados en una jaula no les permite desarrollar su noción del espacio y la interacción con el medio. Los degús tienen indicada una jaula que por lo menos sea de un metro de largo y de alto, y de cincuenta centímetros de fondo. En este espacio pueden convivir varios de degús sin menoscabo de que les saquemos a caminar por la casa diariamente, siempre con la máxima supervisión y garantía de que el espacio esté controlado y no implique peligros.

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Crecimiento perpetuo de las piezas dentales

El problema de salud más habitual de estos pequeños roedores con aspecto de chinchilla o cobaya es el crecimiento de sus piezas dentales delanteras, que si no es correctamente supervisada y limada con alimentos que permitan ser roídos, podrá acarrear consecuencias negativas para su estado físico, tales como heridas, infecciones o deformaciones de mandíbula. Además, son animales que necesitan un alto contenido de fibra en su alimentación, lo que podemos compensar fácilmente con el heno que le suministraremos. Incluso es recomendable hacer nosotros mismos un compuesto natural para su alimentación a base de hierbas secas, menta y heno. Las hebras deben ser vigiladas especialmente por sus posibles problemas uterinos, pues son animales preparados para tener muchas crías y de forma constante, y cuando eso no es así pueden desarrollar quistes, lo que se podría solucionar con la esterilización.

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Características propias

El degú tiene una forma muy peculiar de coger su alimento, tienen cinco dedos en cada pata, tanto las traseras como las delanteras, los que les permite sujetar objetos y muy especialmente tomar los alimentos con una postura que recuerda algo a los humanos o a las ardillas. Son roedores con las orejas grandes, lo que hace que se ensucien con mayor facilidad, por lo que debemos guardar atención a posibles infecciones. Si conviven varios integrantes de la misma familia de degús serán ellos mismos los que se acicalen unos a otros y traten de mantener su higiene a raya. Te sorprenderá ver que sus dientes no son blancos o grisáceos, como es habitual en cualquier animal, sino que son de color naranja, y en caso de que no sea así será un síntoma de mala salud.

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Procedencia latinoamericana

Se sabe que este tipo de roedor proviene de las laderas de los Andes, en Chile. Originariamente son animales diurnos, lo cual contrasta bastante con el resto de roedores como los conejos, que son crepusculares. Esto ayuda a que podáis tener un biorritmo similar, usando las horas de luz para estar activos y la noche para dormir. En su entorno natural le gusta explorar el ambiente en búsqueda de cortezas de plantas para roer, hierbas, frutos y semillas. Viven bajo tierra, en túneles que ellos mismos cavan ayudándose de sus patas de cinco dedos. Les gusta vivir en familia, en grupos extensos. pues de cada embarazo la hembra de degú puede dar a luz entre 4 y 12 crías.

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Disponen de una comunicación compleja

Los degús tienen mucho que decirse, así lo demuestran al exponer sus necesidades y reclamos con una serie de gestos de comunicación corporal y de sonidos inteligibles entre ellos. Se chillan para llamarse la atención, gruñen cuando están enfadados, coclean a sus crías, chasquean los dientes para avisar de que están molestos y se empujan cuando discuten. En su día a día les gusta jugar revolcándose por el suelo, saltando o corriendo. De noche duermen apretados unos contra otros, les gusta apilarse lo más próximamente posible para compartir calor y para sentirse más protegidos. Cuando están en posición de defensa usan su cola para generar movimiento, dan golpes con ella lo como haría un reptil. También su pelo es una señal de alerta, como harían los gatos, utilizan todos los recursos posibles para parecer mayores cuando están en plena reyerta, y logran erizar su pelo para ganar así unos milímetros y parecer crecerse ante la discusión.

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Es un roedor sociable, pero debes guardar las distancias

Como ocurre con conejos, chinchillas y hámsters, los degús temen que en cualquier momento un depredador se lance sobre ellos. Están programados para temer a las amenazas ocultas y visibles, por eso nunca están del todo relajados en previsión de que un desenlace fatal acabe con sus vidas. Por ese motivo, no debes tomarte muy a pecho si tu degú parece asustado o demuestra suspicacias cuando tratas de jugar con él. Antes de tocarle debemos tantear si realmente nos autoriza a hacerlo, sino sería contraproducente. De hecho, como ocurre con los conejos, la forma de que salga de su jaula a jugar al exterior no es cogiéndole con la mano y dejándolo fuera, sino abriendo la jaula y esperando a que sea él mismo el que decida salir. Cuidado con cogerlo por la cola pues, como otros roedores y reptiles, está preparado para deshacerse de ella si se sintiera amenazado, desprendiéndose de una parte de su cuerpo muy preciada pues favorece su comunicación y defensa.

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