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Hay quien tiene en mente ese gran día, el de la boda, una de esas fechas que marcará en su calendario con emoción. Pero hay otras personas que no lo tienen tan claro. Tienen pareja, quieren a su pareja, pero no ven claro lo de pasar por el altar -o por el juzgado- para sellar su compromiso. Algo que los psicólogos denominan gamofobia, miedo al ‘sí, quiero’. “La gamofobia se define como el miedo irracional a contraer matrimonio. Esto no quiere decir que la persona no sea capaz de tener una pareja estable y duradera (filofobia, miedo al compromiso), pero en el momento de contraer matrimonio es cuando surge este miedo irracional”, nos explica Laura Valenzuela de Mundopsicologos.com.

 

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¿Cuáles son las causas?

Le preguntamos a la experta cuáles son las posibles causas de esta fobia, y como suele ocurrir habitualmente, estas son muy diversas, tal y como nos explica, pero las resume, sobre todo, en tres:

1. La experta nos detalla que haber vivido un divorcio anterior traumático suele ser una de las causas más habituales. “Nuestras experiencias tienen mucho que ver en nuestra toma de decisiones, es por ello que un divorcio anterior con consecuencias negativas puede ser una de las causas de desarrollar gamofobia. No es necesario haber vivido este divorcio traumático en primera persona, haber visto a alguien de nuestro alrededor pasar por este hecho o haber vivido las consecuencias de un divorcio traumático de los progenitores, puede de igual forma ser la causa del desarrollo de esta fobia”, cuenta Laura Valenzuela.

2. En general, la sociedad hace que asociemos el matrimonio con asumir más responsabilidades, el deber de tener hijos, coartar nuestra “libertad” individual… “Esta asociación errónea con el matrimonio puede ser una de las causas más frecuentes de la gamofobia”, añade.

3. Y, por último, también influye el hecho de tener una baja autoestima, un miedo irracional a madurar…

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La influencia de la falta de madurez

Entre las causas puede estar, por lo tanto, una falta de madurez, el hecho de que tenemos un problema para asumir el rol adulto. “De hecho, es un posible factor que puede influir en el desencadenamiento de la gamofobia. Pese a esto, conviene tener en cuenta que detrás encontraremos toda una serie de creencias y pensamientos asociados al matrimonio. Algunas de estas creencias son ‘el matrimonio significa tener hijos’, ‘el matrimonio es aburrimiento y monotonía’, ‘contraer matrimonio es el fin de la juventud’. Como vemos, la gamofobia puede estar detrás de creencias erróneas asociadas al matrimonio, pero también puede estar detrás de acontecimientos traumáticos como un divorcio (propio o incluso de alguien cercano), de una relación conflictiva entre las figuras de apego o incluso de ideas/creencias alrededor del matrimonio que se han ido ‘aceptando’ como reales y que se han recibido de personas importantes e influyentes”, añade su compañera Montse Marsà.

 

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¿Una fobia reciente?

Es complicado definir si se trata de una fobia relativamente reciente o siempre ha habido personas reticentes al compromiso en el matrimonio. “Si buscáramos, no estoy segura de que encontráramos estadísticas sobre la prevalencia de la gamofobia en la población adulta años atrás. Pero esto no significa que no existiera y que no hubiera personas que la padecieran, sino que era seguramente algo de lo que no se hablaba o no se le había puesto nombre”, nos cuenta Montse Marsà, que además añade que la sociedad en la que vivimos lleva ideas y creencias muy arraigadas donde se explica que el matrimonio es la consecuencia de verse inmerso en una relación y que el matrimonio forma parte de la vida adulta, así como que del matrimonio vienen los hijos, las hipotecas, la monotonía, etc.

“En la actualidad, siento que se están poniendo en entredicho (no como algo negativo) todas esas ideas y creencias y eso lleva a darnos cuenta de esas personas que, no por elección personal sino por miedo, rechazan el hablar del matrimonio o incluso concebir la idea de casarse”, puntualiza.

 

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¿Cosa de mujeres o de hombres?

Una de las dudas que nos surge es si es algo que puede afectar más a la mujer -a la que normalmente se le presupone más entusiasmo en relación a todo lo que rodea una boda- o al hombre. “Respecto a la diferenciación entre hombres y mujeres considero que no es una cuestión de diferencia de géneros, sino que hay una diferenciación en cuanto al rol social que ocupan dentro de la sociedad", declara la psicóloga. Las fobias pueden afectar tanto a hombres como a mujeres. "Pese a este hecho, tradicionalmente la gamofobia ha tenido más incidencia en hombres, ello puede ser debido a la presión social que se ha ejercido históricamente sobre la figura del hombre dentro del matrimonio. Aunque queda mucho camino, estos roles están cambiando, pero tradicionalmente a los hombres se les ha hecho responsables del mantenimiento económico de la familia, por ejemplo. Esta mayor incidencia en los hombres también se relaciona con una mayor inmadurez emocional o el conocido Síndrome de Peter Pan (incapacidad de una persona de asumir las obligaciones propias de la edad adulta)”, nos cuenta Laura Valenzuela.

 

En lo que sí que coinciden los expertos es en que la incidencia de esta fobia en mujeres ha ido incrementando en los últimos años, hecho que se relaciona de nuevo con el rol social. “Tradicionalmente se ha considerado a las mujeres dependientes completamente de un hombre, se las ha sometido socialmente y se las ha ‘obligado’ a través de la presión social, a casarse. Como hemos dicho anteriormente, estos roles están cambiando, y aunque queda mucho por modificar, las mujeres están rompiendo con este rol de mujer dependiente a un hombre y sometida, hecho que ha incrementado la incidencia de la gamofobia entre las mujeres. Por último, apuntar que de la misma forma que el rol femenino ha cambiado, también lo ha hecho el modelo familiar el cual ya no interpretamos únicamente como hombre-mujer. Por ello, es necesario apuntar que en ningún caso cuando hablamos de fobias se puede generalizar, se debe conocer la historia de cada persona para hacer un buen análisis y tratamiento, si fuera necesario”, explica.

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¿Por qué se puede llegar a considerar una fobia?

Tal vez tenemos en nuestro entorno a alguien que no se ve pasando por el altar. Pero ¿tanto como para llegar a considerarlo una fobia? “Si bien el miedo, la incertidumbre o el estrés ante el matrimonio puede ser adaptativo e incluso necesario ante un acontecimiento como este, las personas que sufren de gamofobia padecen un miedo y un estrés incontrolable y desproporcionado que les lleva a huir y evitar todas aquellas situaciones que, de manera real o simbólica, les recuerdan al ‘objeto fóbico’ (en este caso, el matrimonio). Como en la definición de otras fobias, puede volverse incapacitante y afectar a actividades de la vida diaria de la persona (evitar ciertas situaciones, huir de un lugar donde se habla de matrimonio, no poder formalizar relaciones de compromiso con otra persona, etc).”, nos detalla la psicóloga Montse Marsà.

 

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Cómo detectar la gamofobia

Una de las claves es saber diferenciar si solo se trata de un miedo irracional o si detrás de este miedo se esconden dudas reales y pocas ganas de casarse. Los síntomas de una fobia pueden ser diversos y darse en mayor o menor medida según la persona. “Como fobia, pueden identificarse síntomas físicos como el incremento de la actividad fisiológica del cuerpo (aumento del ritmo cardíaco, dolor en el pecho, falta de aire, dolor de cabeza, temblores, sudores y mareos, entre otros); también síntomas psicológicos como pensamientos anticipatorios y creencias distorsionadas, y síntomas conductuales de evitación y escape. Estos síntomas pueden variar de una persona a otra y pueden variar de un momento a otro, tanto en frecuencia como en intensidad, debido a que lo largo del tiempo la persona que la sufre puede haber establecido un patrón conductual de evitación del estímulo en sí y le lleva a un ‘falso control’ de la fobia”, nos detalla Montse Marsà.

 

“Si quieres saber si tu pareja no quiere casarse o realmente tiene gamofobia estas señales podrían darte pistas”, nos dice Valenzuela.

  • Tu pareja realiza respuestas de huida, escapando de alguna situación próxima al matrimonio o cuando surgen conversaciones relacionadas con el tema.
  • También evita hablar del matrimonio y cuando le preguntan directamente, normalmente desconoce las causas por las cuales no quiere casarse.
  • Como sucede en otras muchas fobias, puede presentar síntomas como sudoración, temblores, llanto, mareos… cuando se enfrenta a conversaciones o situaciones relacionadas con el matrimonio, como por ejemplo el enlace entre otras personas.
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¿Se puede superar esta fobia?

Sin duda, cuando aparecen estas señales, está claro que el problema existe. “Para poder superar la gamofobia es esencial acudir a un profesional”, cuenta la psicóloga Laura Valenzuela, que añade que, además, se pueden seguir otras recomendaciones:

  • Cuando la fobia esté identificada, es recomendable hablar con la pareja sobre el problema, con el fin de reforzar la relación y establecer vínculos de confianza más fuertes y sólidos. Incluso en algunos casos es recomendable acudir a terapia de pareja.
  • Es una buena idea exponerse al matrimonio de forma progresiva, por ejemplo, conversando con personas casadas.
  • Un buen ejercicio es identificar cuáles son las diferencias que hay entre estar casados o no.
  • Identificar también las necesidades individuales de la pareja, llegar a acuerdos de pareja donde estas necesidades se sigan respetando una vez se haya contraído matrimonio.
  • Por último, es esencial revisar las expectativas que tenemos respecto al matrimonio, trabajar en nuestro miedo al fracaso y asumir que el matrimonio puede ser “para siempre” o hasta que nuestras necesidades cambien.

 

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¿Y si uno quiere compromiso y el otro no?

El problema llega cuando una de las personas de la pareja no quiere compromiso y la otra sí. En opinión de Montse Marsà, aquí es donde posiblemente nos encontremos ante un momento de crisis para la pareja. De hecho, una de las posibles razones por las cuales una pareja finaliza la relación es justamente la diferencia entre ambos miembros respecto a lo que es el compromiso y el cómo ‘se ejecuta’.

 

“Por ejemplo, para uno de los miembros el compromiso es la duración de la relación y los pequeños proyectos en conjunto que se van derivando de esta, mientras que para el otro es la ejecución del matrimonio. Puede ocurrir que en el momento en que uno de los miembros desee el matrimonio y lo haga explícito como una necesidad, la persona con gamofobia huya o decida finalizar la relación de pareja”, nos dice.

 

Si llegamos a este punto, ¿cuál es la solución? “La mejor opción es acudir a un psicólogo. La psicoterapia es el tratamiento recomendado para las fobias y, en específico, la psicoterapia cognitivo-conductual es la que ha demostrado la mayor eficacia. Disponer de un espacio donde sentirse acompañado, donde poder hablar sobre lo que se siente y no sentirse juzgado, ayudará a ‘desbloquear’ esa fobia y entender qué es lo que hay detrás. Al mismo tiempo, y fruto de la terapia cognitivo-conductual, existen técnicas específicas para el tratamiento de las fobias”, nos dice.

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