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Cerca de cumplir un año desde que la pandemia del COVID-19 dio comienzo e inmersos en plena vacunación, nos surgen dudas sobre las características de los diferentes tipos de vacunas, si son todas igual de eficaces, sus efectos secundarios, etc. Detrás de su aprobación y comercialización, hay muchas horas de estudio y ensayos que avalan su seguridad y eficacia. Y es que, buena parte de su éxito está en la existencia de diferentes tipos de vacunas destinadas para actuar contra diferentes tipos de virus o gérmenes que provocan enfermedades.

 

Hasta ahora, todo el mundo esperaba la vacuna frente a la COVID-19 con ganas. Sin embargo, ahora que hay varias vacunas aprobadas para su uso, la campaña de vacunación ha empezado ya en varios países y han surgido nuevas cepas, hay ciertos grupos que ven la vacunación con dudas y desconfianza.

“Tener dudas sobre lo que no se conoce es completamente normal y es uno de los motores que mueve la ciencia. Sin embargo, estas dudas pueden dar lugar a información falsa y bulos que vuelan como la pólvora en las redes sociales de forma mejor o peor intencionada”, comenta Alvar Ocano, gerente médico de Aegon y Médico de Familia con especialización en Epidemiología que añade que la "información veraz y contrastada es el mejor antídoto contra este miedo". Por este motivo los expertos de Aegon nos ayudan a disipar algunas dudas sobre las diferentes vacunas existentes frente la COVID-19.

Cómo superar el miedo a la vacuna contra la COVID-19 

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Vacunas vivas atenuadas

El funcionamiento de estas vacunas se basa en suspensiones de virus vivos, previamente debilitados, que producen una infección real pero más ligera e inducen una respuesta duradera y eficaz. Son perfectas para adultos porque tienen un precio más económico y son monodosis. Sin embargo, pueden resultar peligrosas para inmunodeprimidos, es decir, personas mayores o con patologías graves, y que pueden llegar a producir una infección grave. No hay ensayos de este tipo de vacunas para combatir la Covid-19, ya que se trata de un virus nuevo, del que no se dispone un medicamente definitivo y supondría correr riesgos. Algunas vacunas conocidas de este tipo son las del sarampión y la rubeola.

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Vacunas inactivadas

Similares a las anteriores, pero con la característica de que utilizan virus muertos, minimizando riesgos, ya que no pueden reproducirse. Como contrapartida, la inmunidad generada es menor, dura menos tiempo y necesitan de una doble dosis. Se trata de una modalidad más segura empleada contra enfermedades como Hepatitis B y el Papilomavirus.

Las vacunas chinas contra la COVID-19 como el caso de Coroovac (Sinovac) y Sinopharm, son vacunas inactivadas que al utilizar virus muertos presentan la ventaja de poderse mantener y transportar en frigoríficos convencionales.

¿Puedo vacunarme de la COVID-19 si tengo alguna alergia?

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Toxoides

En casos en los que la causa de la enfermedad no es el microorganismo, sino la toxina que éste produce, se utilizan este tipo de vacunas que consiguen desactivar la toxina y lograr inmunidad contra la enfermedad y no contra el microorganismo. Esto ocurre solo con algunas bacterias, como las responsables del tétanos o la difteria. En el caso del SARS-CoV-2, al tratarse de un virus que no genera toxinas, no existen ensayos de vacunas de este tipo.

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Vector recombinante

Estas vacunas consisten en inocular un virus bueno (vector), el cual lleva en su interior, en vez de su ARN original, uno modificado parA sintetizar las proteínas del virus malo. Cuando este virus entra en el cuerpo, no nos causa enfermedad, pero induce la inmunidad contra el virus malo porque expresa sus proteínas. De esa manera se erradicó la viruela en 1980.

De este tipo, en su modalidad no replicante, son las vacunas de AstraZeneca y la rusa Sputnik V,  para las que se necesitan dos dosis. En cambio, la británica de Johnson & Johnson, que también pertenece a esta categoría, solo necesita una dosis al igual que la china CanSinoBIO de Petrova.

Reforzar las defensas para recibir la vacuna de la COVID-19

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Las vacunas de ARN mensajero (ARNm)

Este tipo de vacuna es fruto de los últimos avances en biotecnología, una tecnología compleja que ha supuesto una gran inversión en ciencia, por eso estas son las mas caras. En este caso no se inocula el antígeno para desencadenar la respuesta inmunitaria, si no que se someten células vivas en laboratorios para que produzcan la mayor parte de la respuesta inmune e introducirles posteriormente de manera directa millones de ARNm que funcionan de molde de fabricación de anticuerpos. Para evitar que las ARNasas presentes en el medio interno (piel, aliento, etc) destruyan el ARNm antes de que cumpla su papel, se construye una envoltura lipídica protectora que permite aumentar su eficacia. 

Las vacunas de Moderna, Pfizer y BioNtech se basan en esta tecnología. Como la envoltura lipídica de estas vacunas es muy débil, necesitan mucho frío para su conservación y transporte. Este pequeño inconveniente garantiza una inmunización segura, eficaz y muy rápida.

Algunos de los mitos más promovidos sobre este tipo de vacunas son su capacidad de modificar nuestro genoma, algo erróneo ya que no existen evidencias científicas de que puedan modificarlo. De esta manera, esto sería imposible ya que el ARN mensajero se degrada fácilmente, no llega a encontrarse y menos a integrarse con el ADN, y hasta ahora no se ha encontrado rastro de ningún coronavirus en nuestro genoma.

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Vacuna de ADN

Consiste en la inyección directa de ADN a través de un plásmido o un vector de expresión. Este ADN codifica una proteína antigénica de interés que inducirá la activación del sistema inmune. En el caso de la COVID-19, tiene ARN y no ADN, por lo que no se están ensayando vacunas de esta tipología.

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