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Sabemos que puede resultar difícil adaptarse a esta situación de relaciones sin besos ni abrazos. Y pensar en que en la 'nueva normalidad' tras el confinamiento por el coronavirus, las muestras físicas de afecto a las que estamos acostumbrados tendrán que limitarse. Pero hay que convencerse de que volverán.

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¿Por qué me siento tan mal sin besos ni abrazos?

Nos tenemos que sentir extraños si llevamos mal la falta de contacto. Este es vital para la vida y la evolución. El sentido del tacto, al igual que el de la vista o el oído ayuda a los seres humanos y al resto de los animales a desenvolverse en el mundo y a relacionarse con los demás. Además, desencadena reacciones fisiológicas y vitales para el desarrollo. 

Pero como ahora no podemos demostrar nuestro afecto de este modo, al menos, de puertas afuera, debemos conformarnos con encontrar otras maneras de decir a los demás cuánto les queremos. 

Para ayudarnos, el equipo de psicólogos de ifeel explica las claves para que las normas de distanciamiento social no pasen factura a nuestra salud mental. 

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Nuevos saludos en la 'nueva normalidad' 

Como decíamos, los seres humanos necesitamos relacionarnos mediante el contacto con los otros. Y, encima, estamos diseñados para vivir con afecto físico. Por tanto, el hecho de que no podamos tocarnos afectarnos y despertar sentimientos de desasosiego o tristeza. Pero podemos modular esas formas de contacto. El saludo con abrazos y besos se pueden modular durante este tiempo en el que dura la pandemia con, por ejemplo, nuevas formas de saludarnos, como puede ser este tipo de salud. 

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Contén las ganas de abrazar 

Hay personas que necesitan los besos y abrazos para relacionarse con los demás. Son personas más expresivas, cariñosas para las que el contacto físico es esencial cuando están con seres queridos. El no poder comportarnos de acuerdo a la naturalidad a la que estábamos acostumbrados en nuestras interacciones sociales puede ser difícil y estas personas son, sobre todo, las que más van a acusar estas nuevas recomendaciones.  "No obstante, esto no tiene que suponer un trauma para nadie, nadie es tan extremadamente cariñoso que esta situación le vaya a suponer un verdadero sufrimiento, más allá de incomodidad, contrariedad o molestia", señalan los expertos en psicología de ifeel. 

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Distancia social 

La cultura condiciona cómo nos saludamos, cómo nos relacionamos, incluso, cómo nos tocamos. Y no podemos negarlo, pese algunas excepciones, los latinos somos, en general, muy de 'achuchar'. Pero se puede, al menos por una temporada, echar un vistazo a otras sociedades que mantienen un mayor distanciamiento social.  En Japón o Suecia la gente no se toca porque no lo necesita, sino porque lo hacen menos, su distancia interpersonal es más acusada que en países de cultura mediterránea, latina o árabe, por ejemplo. Por lo tanto, debemos aprender de otras culturas, que no les dan tanta importancia a las muestras físicas de cariño pero que son capaces de relacionarse y amarse igualmente.

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Nos podemos abrazar en casa 

Guardar una distancia social fuera del hogar o significa que debamos hacer lo mismo cuando estemos en casa. ¡Ni mucho menos! Es más, "si hay niños en casa debemos hacer especial hincapié en estas muestras, ya que son las únicas que recibirán nuestros hijos. Serán bienvenidas las cosquillas o los juegos de contacto. Lo ideal es incidir en hacer estos momentos en casa sin pantallas, reforzando así el contacto entre personas.

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Mil formas de abrazarnos y darnos besos

La pantalla es un medio a través del cual comunicamos afecto y cariño sin tacto y estas semanas lo hemos explotado como nunca antes. Otro medio es el teléfono normal (sin vídeo), que no permite ver la cara de la persona, pero funciona mejor que las videollamadas y nos permite disfrutar de todos los matices de la voz de nuestro interlocutor sin el inconveniente de que haya alguien enfrente mirándonos. Intercambiar mensajes por WhatsApp o plantear una quedada presencial manteniendo la distancia, que no siempre es factible en cualquier espacio, pero sí en muchos otros, solo hay que proponérselo de verdad. También se puede obsequiar a la gente con algo que le compres/hagas y le envíes a casa (comida, flores, una mascarilla de diseño, un libro, una bonita bolsa de tela u otro objeto que necesite), estas sorpresas siempre son agradables y encierran mucho cariño. El tacto es fundamental en humanos, pero no podemos reducir el afecto o el cariño a lo táctil: están las palabras (orales y escritas), está la presencia (aunque sea con medidas de seguridad), están las conductas (esas “buenas obras” que hacemos por alguien, o para alguien), o cualquier cosa que se nos ocurra.

En este punto siempre van a ser recomendables dos cosas: la primera es la creatividad; la segunda, ser realistas, ya que la desescalada da de sí hasta cierto punto y de momento toca seguir esperando tiempos mejores para el contacto, que irán llegando progresivamente.

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Reuniones sí, pero seguras 

Es importante recordar que el regreso a la normalidad social debe hacerse progresivamente y manteniendo las distancias. Sobre todo si estamos en fase 1 o fase 2, se pueden hacer planes con otras personas, al fin y al cabo, en algún momento hay que hacerlos, pero no siempre podrán ser los que nosotros querríamos. Las excursiones en coche si no vivimos juntos van a ser difíciles, quizá conseguir mesa para cenar fuera también. Habrá que priorizar planes asequibles y seguros. Elegir la casa más grande que esté disponible entre los del grupo para poder mantener la distancia cuando quedemos, u optar por un paseo en pequeño grupo en un lugar espacioso o por un rato en un parque. Obviamente son planes que por un lado pueden dejarnos insatisfechos, pero hay que recordar que no lo hacemos así de manera gratuita, sino por poderosas razones. Programar bien de antemano en qué va a consistir la quedada, asegurarnos de que todos recordamos qué podemos y no podemos hacer y por qué, organizar planes sencillos y esperar pacientemente a que pasemos de fase para poder ir accediendo a planes más elaborados y que permitan mayor cercanía. Si nos esforzamos en seguir las recomendaciones vamos a tardar mucho menos tiempo en llegar a donde queremos llegar.

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Explicárselo a los más pequeños 

En la medida de lo posible, hay que normalizar esta situación. Y a los más pequeños de la casa hay que explicarles qué ocurre, así como contarles en qué consiste cada fase. Hay que asegurarse de que empleamos un lenguaje que puedan entender bien y, si es necesario, apoyarnos en dibujos o marionetas para asegurar su correcta compresión y la necesidad del distanciamiento social. En el caso de los más mayores, sería aconsejable dar una mayor autonomía (enfatizando el respeto de las normas y la higiene) y fomentar las visitas en las casas, para así poder mantener el contacto presencial con amigos. Es prioritario buscar formas alternativas de expresar afecto sin necesidad de una pantalla ni de contacto físico (en lugares públicos) y formas divertidas de fomentar el distanciamiento social.

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Intentemos ser positivos  

Y ya para terminar, vamos a ver esto con mayor optimismo. A pesar de que esta crisis sanitaria provocada por el coronavirus nos puede bajar el ánimo, hay que intentar tener un punto de vista positivo. Los expertos de ifeel nos recuerdan que, "hasta hace muy poco, prácticamente dos meses, cada uno en su casa sin ni siquiera poder quedar con nadie. Después hemos podido pasear y empezar a quedar con amigos y familiares. No hay nada de malo en que lamentemos la imposibilidad de tocarnos, pero a continuación también debemos apreciar que ya podemos vernos en persona y que pronto seguiremos avanzando en esa dirección", apuntan los expertos. 

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