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En estos días de marzo parece como si, de repente, el mundo se hubiera parado. Todo ha quedado en un segundo plano excepto la lucha contra el coronavirus. Pero lo cierto es que, tal y como acabamos de ver en el caso de Dani Rovira, se siguen diagnosticando otras enfermedades como el cáncer y hay personas que siguen con sus tratamientos en su batalla contra la enfermedad. Pacientes que han visto cómo su rutina se ve alterada en mayor o menor medida por este tsunami que ha supuesto el virus. Pero, aun así, no deben descuidar ciertas cuestiones muy importantes para una mejor evolución de su dolencia. Y el ejercicio es una de ellas, algo que tienen que tener muy en cuenta las afectadas de cáncer de mama. Y es que no hay que olvidar que la realización regular de ejercicio físico, además de mejorar el estado general de salud y la calidad de vida, disminuye el riesgo de desarrollar diferentes tipos de cáncer, entre ellos, el de mama, según revela la evidencia científica. Pero es que, además, la actividad física contribuye a reducir o prevenir los efectos secundarios de los tratamientos para este tumor.

Por este motivo, el Grupo GEICAM de Investigación en Cáncer de Mama ha decidido animar a las mujeres que o bien han superado la enfermedad o están en tratamiento a hacer ejercicio físico, y propone dos tablas con actividades para un nivel más básico y otro con un nivel más avanzado, pero que en ambos casos se pueden realizar en casa. “Hay estudios que revelan que el ejercicio físico reduce las posibilidades de padecer un cáncer de mama entre un 20 y un 25% y que disminuye el riesgo de sufrir un segundo cáncer en las pacientes que ya han tenido uno, así como de tener recaídas de la enfermedad”, señala el doctor Miguel Ángel Seguí, oncólogo médico del Hospital Universitario Parc Taulí de Sabadell (Barcelona) y vocal de la Junta Directiva de GEICAM.

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Nos ayuda a mejorar el estado de ánimo

Los estudios realizados al respecto parten de la relación que puede haber entre el riesgo de padecer cáncer de mama y el estilo de vida. Uno desarrollado precisamente por GEICAM concluyó que las mujeres españolas sedentarias tienen hasta un 71% más de posibilidades de desarrollar cáncer de mama y que el 13,8% de nuevos casos podrían evitarse con la realización de actividad física. Algo que puede hacerse extensible a otros problemas de salud. “El ejercicio ayuda a mejorar la composición corporal, reduciendo el porcentaje de masa grasa, lo que ayuda a regular las hormonas circulantes en sangre, aumenta la masa muscular y los niveles de fuerza. Asimismo, mejora la densidad ósea y aumenta la función cardiaca, regula los niveles de glucosa en sangre y la resistencia a la insulina, y también regula la respuesta inflamatoria y el sistema inmune”, detalla María Alonso, coordinadora del Programa de Ejercicio Físico en Oncología del Grupo.

Pero aún hay más, y es que entre los beneficios de la actividad física en el caso concreto del cáncer de mama, también se encuentra la mejora de los dolores articulares asociados a los tratamientos, la reducción de las limitaciones funcionales debidas a las intervenciones quirúrgicas y la disminución del riesgo de aparición de linfedema, uno de los daños colaterales más habituales para estas pacientes, que supone la acumulación anormal de líquido y macromoléculas en los tejidos blandos debido a una alteración en el sistema linfático, lo que produce aumento del volumen del brazo.

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Adaptar la intensidad y el volumen a cada caso

Tenemos claro que todo son ventajas, pero, ¿cuándo y cómo hacerlo? Todos los pacientes pueden beneficiarse de la práctica de ejercicio físico, pero los expertos apuntan que es necesario individualizar la actividad y adaptarla en cuanto a intensidad y volumen. “Hay que tener en cuenta las características de cada paciente, posibles patologías previas y el estado de forma en el momento del diagnóstico, para conocer cuál es el punto desde el que partimos”, afirma la coordinadora del Programa de Ejercicio Físico en Oncología de GEICAM, desde donde proponen dos tablas de ejercicios sencillas y que se pueden realizar en casa, y dan una serie de consejos útiles:

  • En caso de usar bandas elásticas, se debe tener en cuenta que no deben enrollarse en la mano para sujetarla, ya que esta situación no favorece el drenaje linfático y puede aumentar el riesgo de linfedema, por lo que es aconsejable el uso de tubos elásticos de resistencia, que incorporan un agarre.
  • Se recomienda realizar estos ejercicios, al menos, tres días a la semana, pudiendo intercalar días de descanso entre ellos y/o ejercicios aeróbicos como caminar, nadar o correr. Algo prácticamente imposible en estas semanas de confinamiento, por lo que Seguí da alternativas y sugiere utilizar bicicleta estática o máquina para caminar y, en el caso de no disponer de estos aparatos, la práctica de yoga o pilates.
  • ¿Cuándo comenzar a hacer ejercicio? Desde GEICAM insisten en que estas tablas son una orientación inicial para esas mujeres que tienen dudas respecto a qué ejercicios pueden realizar para mejorar su estado de forma. Sin embargo, según María Alonso, es muy importante que consulten con su médico sobre cuándo hay que empezar a ejercitarse después de la cirugía.
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NIVEL BÁSICO

1. Busca un escalón y realiza entre 5 y 10 repeticiones con cada pierna (dependiendo de tus posibilidades) subiendo sólo con 1 pierna y luego cambia de pierna y vuelve a ejecutar la acción.
Observaciones: no impulsarse con la pierna de atrás, el pecho siempre mirando al frente. Si hay pared o
barandilla al lado, puedes estar en contacto con ella si no se tiene mucha estabilidad.

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2. Sentadillas en una silla. 10 repeticiones.
Observaciones: El pecho mira siempre al frente, intentar no hacer impulso para levantarse. Lanzar la cadera hacia atrás.

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3. Círculos con los brazos por delante del cuerpo desde la cadera hasta por encima de la cabeza. 10 repeticiones.
Observaciones: Las palmas siempre miran hacia el frente y los brazos van por delante del cuerpo y la cabeza.
Rodillas un poco en flexión, mantener los hombros bajos cuando se levanten los brazos. Abdomen en tensión.

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4. Elevación frontal y luego lateral de brazos. 10 repeticiones.

Observaciones: Rodillas un poco en flexión, mantener los hombros bajos y sin llevarlos hacia adelante cuando se levanten los brazos. Abdomen en tensión. Los codos se mantienen con un poco de flexión.

Estos cuatro primeros ejercicios son en circuito, del 1 al 4. Llegado al 4, volvemos al 1 y así 2-3 veces más. Una vez acabado este circuito, pasar a los ejercicios 5,6,7,8 y 9 realizándolos sólo 1 vez cada uno.

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5. Movilización de hombros. Tumbada, elevar los brazos intentando tocar el suelo con los pulgares por encima de la cabeza. 6 repeticiones.

Observaciones: Evitar arquear la zona lumbar, llegar hasta donde se pueda sin flexionar los codos.

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6. Tumbada, con las palmas de las manos hacia arriba, abrir los brazos hacia los laterales sin despegar las manos y los codos del suelo. 6 repeticiones.
Observaciones: Evitar arquear la zona lumbar, llegar hasta donde se pueda sin flexionar los codos. Codos y manos tienen que tocar siempre el suelo.

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7. Movilización gato – caballo. 6 repeticiones, subir y bajar cuenta como 1 repetición.
Observaciones: Manos apoyadas a la altura y anchura de los hombros y rodillas apoyadas a la altura y anchura de la cadera. Sólo se mueve la columna. Después de hacer este ejercicio, levantar los brazos y abrir y cerrar los puños 10 veces. Si se tiene linfedema o vaciado axilar preferiblemente no hacer este ejercicio (consultar con fisioterapeuta).

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8. Rotación torácica. Tumbada en el suelo sobre el lado no afectado. 6 repeticiones.

Observaciones: No mover las piernas. El movimiento parte de la rotación del tronco, no es necesario que el brazo
toque el suelo si no se llega. La rodilla que está en flexión puede apoyarse sobre un cojín.

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9. Movilización de columna. Mantener la posición 5 segundos, levantarse y volver a bajar. 6 repeticiones. Observaciones: Espalda lo más recta posible. Intentar tirar del pecho hacia abajo. Pueden apoyarse las manos en una mesa o en una silla.

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NIVEL AVANZADO

1. Busca un escalón alto y realiza entre 10 y 12 repeticiones con cada pierna. No cambies la pierna de apoyo hasta que acabes todas las repeticiones con esa pierna.
Observaciones: no impulsarse con la pierna de atrás, el pecho siempre mirando al frente. Si hay pared o barandilla al lado, puedes estar en contacto con ella si no se tiene mucha estabilidad.

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2. Sentadillas en una silla. 15 repeticiones. Observaciones: El pecho mira siempre al frente, intentar no hacer impulso para levantarse. Lanzar la cadera hacia atrás hasta rozar la silla con los glúteos, pero sin sentarse.

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3. Tracción con brazos extendidos. Usar banda con tensión suave. 10 a 12 repeticiones.
Observaciones: Con una pierna adelantada y ligeramente flexionada, llevar los brazos hacia atrás, acompañando el movimiento de los hombros. Los codos se mantienen fijos con una pequeña flexión y los hombros lo más hacia atrás posible. Después de hacer el ejercicio, levantar los brazos y abrir y cerrar los puños 10 veces.

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4. Remo con codos pegados al cuerpo. Usar banda con tensión media. 10 repeticiones.
Observaciones: Intentar iniciar el movimiento llevando los hombros hacia atrás. Los codos pegados al cuerpo al recogerlos. Abdomen en tensión. Controlar el movimiento sobre todo cuando los brazos vuelvan hacia adelante. Después de hacer este ejercicio levantar los brazos y abrir y cerrar los puños 10 veces.

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El coronavirus en pacientes con cáncer de mama

Al  margen de esta recomendación acerca de hacer ejercicio físico, el oncólogo Miguel Ángel Seguí ha querido hacer también algunas aclaraciones en relación a las precauciones que deben tener en cuenta las pacientes con cáncer de mama en este momento de crisis sanitaria por la pandemia del coronavirus. Así, aclara que las mujeres que han superado un cáncer de mama no tienen más posibilidades de contraer la infección por coronavirus. Por otro lado, las que ya han acabado el tratamiento hormonal no presentan mayor riesgo para salud por el hecho de contraer el COVID-19. La recomendación para las pacientes que se encuentran en tratamiento con quimoterapia o tratamientos dirigidos a diana (como la inmunoterapia, tratamientos anti-Her2 o inhibidores de ciclinas) es que se pongan en contacto con su hospital u oncólogo, con el fin de que este realice una valoración personalizada sobre los riesgos y beneficios de continuar con el tratamiento y las posibles modificaciones en el mismo. Lo cierto es que el especialista apunta que los propios Servicios de Oncología están contactando con las pacientes y que se están extendiendo las consultas de telemedicina para evitar visitas innecesarias a los hospitales.

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