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Nadie niega que los llamados superalimentos no sean buenos para nuestro organismo, pero de nada sirven si no forman parte de una alimentación saludable y equilibrada, que nos garantice un correcto aporte de nutrientes. Y eso se consigue con una dieta basada en el consumo de verduras, legumbres, cereales integrales, frutas y frutos secos, y grasas saludables como la del aceite de oliva.

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Numerosos productos han adquirido de un tiempo a esta parte la categoría de “superalimento”: la quinoa, las semillas de Chía o de lino, las bayas de goji… A estas alturas toca preguntarnos qué queremos decir cuando hablamos de superalimento, y si los que son considerados así, son en realidad tan “súper”.

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