1/6 © Adobe Stock

Cualquier fruta es amiga de la nata, especialmente los frutos rojos. Así que no te limites a las clásicas combinación con fresas. Atrévete con un banana split o con una manzana asada coronada con una pizca de nata. Eso sí, no abuses de ella y preferiblemente cómprala sin azúcar. Es mejor que le añadas tú un poco para darle el toque dulce.

2/6 © Adobe Stock

Las fondues de chocolate son altamente irresistibles,y no hay fruta que se resista a una buena cobertura de chocolate recién fundido. Prueba con tantas como quieras: manzana, plátano, fresas, kiwis, naranjas.

3/6 © Adobe Stock

Incorpora la fruta a la cocina y descubre sabores nuevos. Además de los platos fríos, como las ensaladas (prueba con manzanas, peras, granadas…) también hay muchas formas de cocinarla.

4/6 © Adobe Stock

Elige aquella que más te guste y ponla como base. Luego añade trocitos de otras que te gusten menos. Podrás disfrutar de todas sus propiedades ocultando en parte su sabor. Si le añades alguna verdura, multiplicarás sus propiedades.

5/6 © Adobe Stock

Las posibilidades son infinitas. Puedes incorporar pequeñas piezas de fruta a un gran número de recetas con un excelente resultado. Seguro que encuentras más de una opción que te encanta: bizcochos de naranja, tartas de manzana o zanahoria… si sustituyes parte del azúcar por piezas de fruta saldrás ganando doblemente.

6/6 © Adobe Stock

Los helados y polos caseros lo tienen todo: son fáciles de hacer, muy saludables y están riquísimos. Además, es una buena forma de asegurar que las frutas mantienen sus propiedades. Y prueba con la que quieras: unas se adaptarán mejor a un helado que lleve productos lácteos, y otras serán perfectas para preparar un rico sorbete helado.

Más sobre: