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Las tareas de limpieza de la casa son interminables. Existen ciertas rutinas frecuentes que todos conocemos y no pasamos por alto, y después están las limpiezas generales (la de primavera y la de otoño, la de la cocina, el salón o el dormitorio, etc.).

Pero, ¿qué ocurre con esos rincones y objetos que desatendemos por falta de tiempo o porque no están a mano? Hoy rescatamos algunos consejos para conseguir una casa más limpia y ordenada.

 

Limpieza hasta el último rincón

La cocina, el baño, el polvo de los muebles o los suelos. La guerra cotidiana contra la suciedad se libra en terrenos bien definidos. Sin embargo, hay otras cosas y superficies en nuestra casa que se ensucian bastante y necesitan una atención mayor que la que les podemos dar un par de veces al año cuando hacemos la limpieza general.

La clave está en detectarlas y cambiar nuestra forma de actuar. Como dice Bego, La Ordenatriz, en su libro “Limpieza, orden y felicidad” (Ed. Planeta), “céntrate en la solución y no en el problema”. Hoy vamos a poner el foco en todas esas cosas que deberíamos limpiar con más frecuencia y tomaremos nota de las prácticas recomendaciones de esta experta en limpieza para lograr una casa limpia y acogedora.

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Paredes, zócalos y rodapiés

No solemos repasar muy a menudo las paredes de la casa, salvo en contextos de limpieza general y exhaustiva. Sin embargo, estas superficies verticales también acumulan polvo. Para limpiarlas es importante atender al material, ya que no es igual limpiar una pared de azulejos que otra de pintura plástica o papel pintado.

Los azulejos de cocina y baño han de limpiarse con frecuencia con una solución de agua jabonosa. En el caso de la cocina puedes añadir un buen chorro de amoniaco a la mezcla para combatir la grasa.

Las paredes pintadas se repasan con un paño en seco, igual que las superficies de papel pintado (puedes forrar un cepillo con mango largo con un trapo para trabajar más cómodamente). En el caso de la pintura, si tienen roces o manchas utiliza el borrador mágico (existen varias marcas en el mercado), siempre frotando con mucho cuidado.

Los rodapiés acumulan también mucha suciedad. Quedan perfectos si los aspiras con la boquilla estrecha del aspirador y después los repasas con una bayeta húmeda.

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El colchón y el canapé

Seguro que cambias las sábanas de la cama todas las semanas, pero… ¿cada cuánto tiempo limpias el colchón? Pues los expertos de la Asociación Española de la Cama (ASOCAMA) recomiendan aspirarlo una vez al mes para eliminar ácaros, polvo y suciedad.

En lo que a las manchas se refiere, Bego, La Ordenatriz nos da las claves: podemos tratarlas con una mezcla de agua, jabón neutro y amoniaco. Si la mancha se acaba de producir, lo mejor es actuar cuanto antes espolvoreando bicarbonato sobre ella, esperar a que se seque y después cepillar.

La sangre desaparece si cubres la mancha con una mezcla de bicarbonato y agua oxigenada, dejando que actúe unos 30 minutos. Los restos de orina se tratan con bicarbonato y vinagre blanco (sin excederse con la cantidad).

Limpiar el canapé es sencillo: si está tapizado bastará con que pases el aspirador de vez en cuando para eliminar el polvo.

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El cabecero de la cama

El tratamiento que debemos dar al cabecero de la cama depende del material con el que esté fabricado. Los más complejos, en cuanto a la limpieza, son los tapizados que deben aspirarse una vez a la semana. Para este tipo de tareas te vendrá de maravilla un aspirador de mano, más cómodo y fácil de manejar.

¿Tu cabecero tiene manchas por el roce de la espalda y la cabeza? Puedes eliminarlas con una bayeta de microfibra mojada (y escurrida) en agua y amoniaco. Trabaja sobre la mancha con movimientos circulares, sin mojar mucho el tapizado ni frotar muy fuerte.

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Las lámparas y las bombillas

Puede parecer una tontería, pero unas lámparas y bombillas sucias se traducen en una menor luminosidad en todos los ambientes de la casa.

En el caso de las lámparas de techo, como no están a mano, muchas veces olvidamos repasarlas y acumulan mucho polvo. Por eso, cuando las limpies, comienza por ellas porque seguramente se ensuciarán el suelo y los muebles que estén debajo. Comienza por quitar el polvo con una bayeta y limpia las bombillas en seco.

Un truco: para limpiar las pantallas de tela puedes emplear un cepillo suave o un rodillo quitapelusas de los que llevan papel adhesivo.

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Las plantas de interior

Como el resto de superficies, las hojas de las plantas de interior también acumulan polvo y, por tanto, hay que limpiarlas una o dos veces al mes. Para hacerlo, copia este truco genial de Bego, La Ordenatriz: disuelve en agua templada una cucharada de jabón potásico, ponlo en un pulverizador y rocía las hojas de las plantas secando después con un paño suave.

El jabón potásico es un producto natural que se utiliza en jardinería como insecticida ecológico a la hora de combatir plagas, ya que resulta inocuo para las plantas. Ahora puedes darle un uso extra, convirtiéndolo en el mejor limpiador para las hojas.

Algunas plantas como las crasas y suculentas deben limpiarse en seco con un trapo suave, porque no les gusta que se les mojen las hojas.

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Las juntas de los azulejos

Los revestimientos de azulejos, suelos y paredes, son resistentes y fáciles de limpiar y por ese motivo se suelen escoger para zonas húmedas y más expuestas a la suciedad como la cocina o el cuarto de baño.

Sin embargo, tienen un punto débil: las juntas de los azulejos, que se suelen ensuciar con el paso del tiempo. Conviene limpiarlas una vez al año, aplicando bicarbonato sobre ellas y añadiendo unas gotas de vinagre de limpieza. Deja actuar unas dos horas y después cepilla para eliminar la mezcla. En las paredes la mezcla se trabaja peor.

Un consejo: si vas a limpiar las juntas con productos comerciales debes ser cuidadoso porque pueden resultar agresivos y dañarlas.

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El fregadero

Además de limpiar la parte exterior del fregadero debemos prestar atención a las tuberías, sobre todo si estas emanan malos olores. Para solucionar este problema contamos, de nuevo, con la inestimable ayuda del bicarbonato.

La Ordenatriz aconseja echar por el desagüe medio vaso de bicarbonato y, seguidamente, un vaso de vinagre. Deja actuar durante dos horas y después vierte un cubo de agua caliente, evitando abrir el grifo durante toda una noche.

Para limpiar la pila, aunque dependerá del material, conseguirás buenos resultados frotando con un estropajo y agua y jabón.

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El aparato del aire acondicionado

Este es otro de los elementos de la casa que deberíamos limpiar más a menudo. Cuando termina el verano dejamos de utilizar el aparato sin dedicarle ninguna atención. Sin embargo, lo aconsejable es repasarlo a fondo para tenerlo listo el próximo año.

Y si se utiliza también en invierno como bomba de calor la limpieza ha de ser más frecuente (unas dos o tres veces al año). El modo de actuación, según explica La Ordenatriz, es el siguiente: retira los filtros y lávalos debajo del grifo sin frotarlos, ya que son delicados y pueden romperse con facilidad. Si están muy sucios, déjalos en remojo con agua y jabón lavavajillas. Después se deben aclarar y dejar secar antes de instalarlos de nuevo.

En caso de que el aparato produzca malos olores moja los filtros con agua oxigenada e instálalos sin esperar a que se sequen.

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