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Limpiar la casa, recoger, acabar con el polvo, fregar los suelos… Aunque realizar las tareas domésticas no es un plan demasiado apetecible, se trata de un trabajo que no podemos eludir, si queremos estar a gusto en nuestra casa.

Y ya que debemos hacerlo, ¿por qué no organizarnos para llevarlo a cabo de la mejor manera posible? Hay un orden correcto para hacer las tareas de la casa: seguirlo hará que trabajes menos y que los resultados sean mucho mejores.

 

El orden correcto existe

A la hora de limpiar la casa no solo es importante cómo lo hacemos sino en qué orden realizamos cada tarea. Puede que nunca lo hayas pensado, pero hay ciertas cosas que han de hacerse primero, por ejemplo, para no ensuciar lo que has limpiado antes.

En cualquier caso una buena organización de los trabajos te ayudará a realizarlos mejor. Solo debes pararte a pensar cómo vas a afrontar la jornada de limpieza en casa, establecer un orden y seguirlo.

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Abre las ventanas

Ahora que tanto se habla de los beneficios de la ventilación de espacios cerrados en relación a la prevención de contagios por coronavirus, hemos de decir que no es esa la única ventaja de abrir las ventanas de casa cada mañana.

Dejando al margen al virus que domina nuestras vidas desde hace meses, ventilar la casa es una acción imprescindible para renovar el aire del interior y conseguir que sea más saludable. Los beneficios para la salud de un acto tan sencillo son muchos: para empezar, te ayuda a eliminar los ácaros del polvo, lo cual es clave si hay alérgicos en casa. Además, disminuye la concentración de dióxido y monóxido de carbono consiguiendo que el aire que respiras esté más limpio.

Abre las ventanas unos 20 minutos por la mañana tratando de conseguir una ventilación cruzada (abriendo ventanas opuestas). También conviene abrir 10 minutos antes de comer y otros 10 antes de acostarte.

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Trabaja habitación por habitación

Para optimizar esfuerzos a la hora de limpiar lo mejor es trabajar en una habitación hasta terminar por completo y pasar después a otra. Si vas de estancia en estancia los esfuerzos se diluyen entre tanto traslado y puede que no termines ninguna de ellas.

Por eso conviene trabajar con método en un solo espacio, sobre todo si tienes poco tiempo: así no dejarás las cosas a medias, ni toda la casa “empantanada”.

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Ordenar es lo primero

Es difícil, por no decir imposible, limpiar una habitación que está desordenada, con las cosas fuera de su sitio tiradas por el suelo. Ya se trate de ropa, juguetes o de cualquier otro tipo de objetos, no es posible limpiar las superficies si antes no recogemos todas estas cosas.

Hazte con una caja o cesta grande donde puedas reunirlo todo y con una bolsa de basura para aquello que hay que tirar. Ahora ya puedes ponerte a limpiar sin problemas, y después podrás encargarte de colocar cada objeto en su lugar.

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De arriba a abajo

Esta es la manera lógica y natural de realizar la limpieza en una habitación. Para lograr el mejor resultado hay que comenzar por limpiar el polvo de arriba abajo, partiendo del techo y continuando por los muebles. No te olvides de la parte superior de estos ni de los rincones de difícil acceso, ni tampoco de lámparas, ventiladores de techo, etc.

Trabaja en sentido vertical desde arriba hasta abajo y termina por el suelo, pasando el aspirador. Con una excepción: si vas a barrer el suelo en lugar de aspirarlo, puede que compense hacerlo antes de repasar los muebles, ya que el cepillo puede levantar polvo y ensuciar lo que acabas de limpiar. Como recomendación general, desde aquí apostamos por la efectividad del aspirador frente a la de la escoba.

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Termina por los detalles

Una vez hayas limpiado una habitación (paredes, muebles, suelo, etc.) llega el momento de dedicar un poco de atención a esos elementos que suelen pasar desapercibidos. Como los pomos de las puertas, de armarios y cajones. O los interruptores de la luz, los enchufes, manillas, etc.

Se trata de cosas que solemos tocar infinidad de veces todos los días y que terminan ensuciándose y acumulando gérmenes. Ahora es el momento de limpiarlos y, si es necesario, de desinfectarlos también.

Un consejo: de vez en cuanto repasa los recovecos y rincones escondidos, como guías de puertas y ventanas correderas, las lamas de las persianas, los radiadores, etc.

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Establece un plan de acción diario o semanal

Cada casa es un mundo y cada familia es diferente. También lo son las rutinas de limpieza, en función de las circunstancias personales de cada uno. No limpiarán de la misma manera una persona que vive sola que los miembros de una familia numerosa: ni ensucian igual ni necesitan lo mismo en materia de limpieza.

Por eso es buena idea comenzar por establecer tu propio plan de acción, ya sea semanal o diario. Piensa en la frecuencia con que necesitas realizar cada tarea: algunas han de hacerse a diario, otras una vez a la semana y otras una o dos veces al año.

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Maneja bien los tiempos

De nada te servirá ponerte a limpiar a fondo la casa si a la mitad de la tarea tienes que parar porque se ha agotado el tiempo que podías dedicarle. Es mejor planificar el trabajo en función de tu tiempo libre, de forma que comiences una tarea y la termines.

Piensa que, en principio, siempre es mejor limpiar a menudo, aunque sea menos tiempo, que esperar a que todo se haya ensuciado mucho más, lo que será más trabajoso y difícil.

Planifica tareas que puedas empezar y acabar en el tiempo que tienes disponible. Si pones una lavadora, debe darte tiempo a tender la colada. Dejar la ropa mojada en el tambor no puede ser una opción.

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Una mirada a la cocina

Es, quizá, una de las zonas de la casa que más trabajo supone limpiar. Además, recogerla es una tarea diaria, que no puedes dejar para otro día.

Tener claro el orden en el que debes hacer las tareas es fundamental para dejarla perfecta.

- Lo primero que debes hacer es recoger los platos y utensilios sucios. Mételos en el lavavajillas y programa un lavado mientras tú limpias.

- Después es importante recoger todo lo que está fuera de su sitio.

- Limpia la encimera y todas las superficies que están sucias.

- Termina barriendo y fregando el suelo.

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