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El corcho es un material natural que merece la pena no perder de vista. No solo es totalmente natural, sino que también es sostenible y reciclable. Y desde el punto de vista decorativo, resulta muy original.

Revestir las paredes de la casa con corcho se convierte en una alternativa genial si buscas un resultado diferente, más allá de la pintura o el papel pintado. ¿Te animas?

 

Disfruta de sus grandes beneficios

Utilizar corcho para revestir las paredes o el suelo de la casa no es nada nuevo. En realidad se trata de un material de siempre que, debido a sus ventajas y a su capacidad decorativa, está experimentando un nuevo auge. Y no es extraño, porque lo cierto es que tiene mucho que ofrecer.

Para empezar, su particular apariencia aporta un toque original y diferente a la decoración de cualquier ambiente. Además, es enormemente aislante, tanto térmica como acústicamente. Elígelo si quieres hacer desaparecer en tu casa los ruidos del exterior.

También es ligero y elástico, bastante asequible, fácil de instalar (lo puedes hacer tú misma) y, como es resistente al agua, es adecuado para zonas húmedas como cocinas y baños.

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100 % natural

Una de las razones para elegir el corcho como revestimiento para las paredes es que se trata de un material totalmente natural, que se extrae de la corteza del alcornoque. España es el segundo país productor mundial (después de Portugal), con un 30 % del total.

Por otra parte, el corcho es totalmente sostenible, ya que para extraerlo no es necesario talar los árboles, sino que basta con sacar la corteza que se regenera después en un periodo de 9 o 10 años.

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No solo para tapones

Son muchos los usos que se le dan al corcho. Es cierto que uno de los más importantes es fabricar tapones para botellas de vino y cava, pero no es el único. Posee numerosas aplicaciones industriales y, en el ámbito de la decoración, se emplea para fabricar revestimientos, mobiliario y accesorios.

Es perfecto para pavimentos, ya que aguanta todo tipo de presiones sin deformarse, es aislante y amortigua el ruido de pisadas, y nos encanta en las paredes, donde adquiere una gran potencia decorativa.

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Gran variedad de formatos

Una de las ventajas del corcho a la hora de elegirlo como revestimiento para diferentes superficies es que lo encontramos disponible en un sinfín de formatos, medidas y grosores.

En lo que a la decoración de paredes se refiere, tendremos que fijarnos sobre todo en el espesor para elegir el mejor en función de nuestras necesidades de aislamiento o decorativas.

Lo más habitual es encontrarlo en planchas, placas y rollos, pero también se emplea en construcción en formato granulado o en aglomerados.

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Potencia decorativa

El resultado de revestir las paredes con planchas de corcho es muy decorativo. Aporta un toque especial que no se consigue con otros materiales más habituales. Sin embargo, debes tener en cuenta que tiene un gran peso visual, por lo que conviene acompañarlo de colores y acabados sencillos para no abigarrar demasiado la decoración del espacio.

Opta por decorar solamente una pared y dejar el resto en blanco o en colores neutros y luminosos que aligeren el efecto global. Acabados y diseños sencillos son el complemento perfecto para las paredes de corcho.

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Un sinfín de texturas

Los revestimientos de corcho están disponibles en un amplio repertorio de texturas, colores y efectos decorativos para elegir.

Los hay con texturas lisas y homogéneas y grano fino, y también con una apariencia más irregular y un grano más grueso, en bruto. Todo depende del estilo del ambiente y de tus preferencias a la hora de decorar las paredes.

También puedes elegir entre diferentes tonalidades, desde los beiges hasta los marrones y los grises, y también más o menos intensas o pálidas.

En lo que al acabado se refiere, podrás elegir entre corcho al natural, encerado o, incluso, barnizado (que, además, aumenta la resistencia).

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Preparar la pared

Instalar un revestimiento de corcho para decorar una pared no es una tarea demasiado compleja. Puedes realizarla tú misma y lograr un resultado muy profesional. Lo mejor es decidirse por planchas o placas de un tamaño medio, más sencillas de colocar.

- Lo primero que hay que hacer es preparar la superficie a revestir de forma adecuada. Es necesario que esté en buenas condiciones, sin problemas de humedades. Rellena grietas y agujeros, si existen, y elimina el polvo y la suciedad.

- Divide la pared en varias zonas, trazando con un lápiz una línea horizontal y otra vertical que se crucen en el centro. Utiliza el nivel para que te queden perfectas.

 

Un consejo

Desembala las placas de corcho y espera al menos dos días antes de empezar a colocarlas, para que el material se aclimate a la temperatura y humedad del ambiente.

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El mejor adhesivo

Las placas se pegan a la pared con adhesivos especiales que garantizan su correcta adherencia. Elegir el pegamento más adecuado es muy importante para conseguir los mejores resultados y evitar problemas en el futuro.

Es necesario tener en cuenta el tipo de corcho y, sobre todo, el grosor de las piezas. Si estas son finas puedes utilizar un adhesivo acrílico, sin disolventes, pero para placas de un centímetro de grosor o superior conviene emplear un pegamento más potente: un adhesivo de contacto con base de neopreno.

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Manos a la obra

- Aplica una capa homogénea de pegamento en el reverso de las placas de corcho y también en la pared con ayuda de una espátula de encolar.

- Espera hasta que el adhesivo esté listo para pegar (unos 10 o 15 minutos, según indique el fabricante) y coloca la primera pieza guiándote por las líneas que has trazado, comenzando en uno de los ángulos del centro. Ten mucho cuidado a la hora de colocar la placa porque este tipo de adhesivos no permite rectificar; la pieza queda pegada de forma instantánea.

- Aplica presión de forma homogénea por toda la superficie del corcho, primero con las manos y después con un rodillo (te servirá uno de cocina).

- Ve instalando las placas perfectamente alineadas, desde el centro de la pared hacia los bordes, y termina en la línea del techo y en el encuentro con las otras paredes cortando previamente las piezas a la medida necesaria.

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