Salón de estilo rústico. © El Corte Inglés

Estilos decorativos

Estilo rústico en casas de campo: descubre por qué sigue siendo tendencia en 2025

El estilo rústico nunca pasa de moda, se mantiene actual pase el tiempo que pase. Y con motivo: es cálido, acogedor y en plena conexión con lo natural. Te contamos por qué


23 de julio de 2025 - 15:00 CEST

El estilo rústico no ha pasado de moda. Todo lo contrario: se ha fortalecido como la estética más adecuada para conectar con lo natural y conseguir un estilo relajado. Es precisamente en las casas de campo donde mantiene su indiscutible protagonismo, logrando una conexión con la naturaleza y el entorno sin perder de vista la tradición y la calidez. Aunque el estilo rústico se ha ido actualizando y depurando sus líneas, acorde a las últimas tendencias —entre las que domina el lujo silencioso y los espacios más minimalistas—, no pierde su autenticidad, calidez y belleza natural.  

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Así, cada elemento que introduces, ya sea un suelo de barro cocido, unas vigas vistas o una alfombra de yute, suma para conseguir un entorno en el que domina el confort, un ambiente envolvente y un toque acogedor. Te descubrimos cuáles son los elementos decorativos que conquistan (y seguirán conquistando) las casas en el campo. 

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Salón de estilo rústico. © La Redoute

Paredes con textura: carácter con sabor a tradición

Una pared lisa no transmite lo mismo que una con historia. Mantener la piedra vista, el ladrillo antiguo o pintarlas con estucos artesanales añadirá profundidad visual y textura a las paredes. Su carácter auténtico conseguirá enfatizar la identidad rústica del espacio, así como generar un contraste acogedor frente a los muebles y textiles. Además, su simple presencia ya decora y no necesita de más adornos o decoraciones de pared para aportar ese carácter natural y tradicional tan propio de las casas de campo. 

Si tu vivienda aún tiene las estructuras originales, haz todo lo posible por conservarlas y dejarlas a la vista. Si no, puedes recrear estos materiales con soluciones actuales como revestimientos que imitan la piedra o el ladrillo o paneles decorativos, que logran el mismo impacto sin complicaciones estructurales ni grandes inversiones. 

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© Son Foguero

Materiales naturales que armonizan con el entorno

El entorno rural invita a elegir materiales que se integren con el paisaje: piedra, barro, madera, lino, yute... No solo se trata de una elección estética, también transmiten calidez y elevan la temperatura visual. Al elegir para tu decoración materiales de origen natural, consigues entornos con texturas. La frescura de las lámparas de fibras vegetales, la contundencia de una mesa de roble, la arruga de los tejidos de lino o lo artesanal de un jarrón de cerámica no solo aportan carácter, sino que son elementos clave en un espacio donde lo rústico manda. 

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© Son Foguero

La madera como hilo conductor

Si hay un material que define el estilo rústico, es la madera. Y no solo por su peso visual en la decoración: también por la calidez que aporta a cualquier estancia. Puedes utilizarla en techos, suelos, puertas, ventanas o revestimientos de pared. Las especies más utilizadas en casas de campo –como el pino, el roble o el castaño– envejecen con elegancia y ganan carácter con el tiempo. Además, combinan con casi cualquier otro material y nunca pasan de moda. 

También es habitual verla en muebles de presencia contundente. Son piezas diseñadas para durar pase el tiempo que pase. Una mesa de comedor de tablones anchos, una vitrina de madera natural o una cómoda con tiradores de hierro forjado no solo cumplen su función: también decoran con su sola presencia. Si combinas piezas nuevas con otras recuperadas o heredadas, lograrás un equilibrio visual muy interesante y lleno de matices.

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© Quinta San Francisco

Chimeneas de obra: el corazón de la casa

No hay casa de campo que se precie que no tenga una chimenea de obra. No es solo un sistema de calefacción, su imponente presencia es el alma del salón. Y es que estos elementos de obra son capaces de transformar el ambiente y generar un punto focal. Puedes optar por diseños tradicionales, con dinteles de madera maciza y revestimientos de ladrillo o piedra, o por modelos más modernos y depurados que mantienen el espíritu rústico sin sobrecargar el espacio. Coloca cerca sillones mullidos, una alfombra gruesa y una pila de libros: tendrás un rincón parea desconectar y por el que no pasa el tiempo. 

Pero lo mejor es que una chimenea te permitirá disfrutar de tu casa de campo en cualquier época del año, incluso cuando hace frío. Eso sí, para que funcione correctamente, asegúrate de limpiarla y mantenerla cuando termine la temporada de frío. 

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© Muy Mucho

Suelos naturales y cálidos

El suelo es la base de todo, y en una casa de campo no debería resultar frío ni impersonal. Las baldosas de barro cocido, las lamas de madera envejecida o incluso las losas de piedra natural te ayudan a construir una atmósfera cálida desde abajo. Y es que si tu casa de campo tiene un aspecto más tradicional o más mediterráneo, la elección del suelo es fundamental para asegurar la calidez. 

Tanto el barro, como la madera y la piedra son superficies resistentes, funcionales y con un encanto visual que no se consigue con materiales sintéticos. Añade unas alfombras artesanales en zonas clave, como la zona del sofá o los pies de la cama, para reforzar la sensación de confort.

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© Jordi Canosa para Pia Capdevila

Elementos con historia: el valor de lo vivido

Los objetos que cuentan una historia aportan carácter al espacio y enfatizan la autenticidad del estilo rústico. Desde un banco antiguo recuperado hasta una colección de cerámica heredada o una alacena restaurada, cada pieza sumará identidad. Eso sí, no hace falta saturar con elementos antiguos o heredados: basta con elegir con cuidado aquello que tenga valor afectivo o estético. Una vieja puerta reutilizada como cabecero o una viga reconvertida en balda puede convertirse en el elemento que dé carácter al ambiente sin sobrecargarlo. 

Visita una tienda de antigüedades o un mercado de pulgas, donde podrás encontrar auténticas joyas para decorar tu casa de campo. Otra opción es apostar por objetos con historia, como hizo la interiorista Pia Capdevila con este lavamanos, conocido como Bucket Sink y que es un diseño alemán con décadas de historia (de hecho, en un origen fue diseñado para garajes y talleres). 

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© Susanna Cots

Vigas y techos con alma

Los techos son una parte fundamental del encanto rústico. Dejar las vigas vistas, o revestir el techo con listones de madera, ya sea clara u oscura, potencia la verticalidad del espacio y aporta ese aire de casa cálida. Pero además de una belleza estética inigualable, ayudan a regular la temperatura y generan un entorno más acogedor. Puedes realzar su presencia con una buena iluminación, resaltando su forma y textura mediante apliques o focos orientables. 

Si tu vivienda cuenta con bóveda catalana, nuestro consejo es que la recuperes y permitas que su belleza contagie tu casa. Este elemento de la arquitectura tradicional mediterránea se encargará de transmitir historia y carácter a la decoración.  

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© El Corte Inglés

Textiles naturales y artesanales

Los tejidos tienen un papel protagonista en una casa de campo rústica. Una funda de lino para el sofá, mantas de lana tejida, cojines de algodón lavado o alfombras de yute son mucho más que complementos. Aportan color, suavidad y textura. Prioriza los tejidos con caída natural, sin estampados excesivos y en tonos neutros o empolvados. Si puedes incorporar piezas hechas a mano, mejor aún: un kilim, un tapiz bordado o una colcha tejida al telar añaden alma y un carácter único.

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© Maisons du Monde

Colores cálidos y terrosos

La elección de los colores es fundamental para potenciar la sensación de calma y bienestar en un entorno rústico. Los tonos cálidos y naturales, como ocres, tierra, arcilla, beige, verde oliva, mostaza o arena, protagonizan los espacios. Por supuesto, también la gama de blancos más cálidos, como el blanco hueso o el blanco roto. Con esta paleta, tu casa de campo conectará visualmente con el entorno y reforzará la sensación de refugio. Para no saturar, úsalos en textiles, como las tapicerías, la ropa de cama o los cojines, así como en pequeños detalles decorativos como cerámicas o pantallas de lámpara. 

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.