Raquel Cordón dejó su Zaragoza natal y se instaló en Estados Unidos por amor. Allí lleva media vida junto a su marido, Raúl Calvoz —J. K. Franko, en el mundo literario— y sus tres hijos. Desgraciadamente, Raquel es conocida por el suceso que conmocionó a toda España hace 30 años: es una de las cuatro hijas del empresario Publio Cordón, secuestrado y asesinado por la banda terrorista GRAPO. Por su parte, Raúl, empresario y abogado texano con raíces cubanas y españolas, es uno de los escritores best sellers de novela negra del momento.
Para ti que te gusta
Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!
Para disfrutar de 8 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.
Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
Después de conquistar las librerías de todo el mundo con su trilogía La Ley del Talión —más de un millón de ejemplares vendidos—, ahora vuelve a triunfar con su cuarta novela, Hasta que tu muerte nos separe, un trepidante thriller doméstico, ambientado en la América profunda, en el que amor, desengaño y venganza tejen una trama de crimen y suspense. Raquel y Raúl, que hasta hace cuatro años vivían en Miami —su casa fue adquirida por el fundador de Amazon, Jeff Bezos—, residen ahora en Dallas, en una mansión señorial que tardaron casi dos años en reformar.
Allí nos reciben junto a sus tres hijos, Pilar, Raquel (a la que llaman cariñosamente Coco) y Santiago, y sus cinco perros y medio: "Dos galgos italianos, dos dachshunds, un yorkie y un pomeranian. El pomeranian es el '0,5' porque compartimos su custodia con unos amigos de Zaragoza que viven en nuestro barrio aquí, en Dallas", nos aclara con humor Raquel.
Al igual que Raúl, es abogada de profesión, pero le apasiona el diseño de interiores y también tiene una gran vena artística que explora a través de la pintura —ha expuesto en Nueva York y en la Feria Art Basel de Miami—. Ahora, compagina esta faceta con su labor como presidenta de la Casa de España en Dallas/Fort Worth.
La fabulosa mansión, situada en una zona residencial de Dallas, tiene una superficie de algo más de mil metros cuadrados sobre un terreno de media hectárea. Junto a la casa principal, de cinco dormitorios, encontramos un apartamento tipo cabaña independiente, con cocina completa y todo lo necesario. Pero una de las cosas más especiales de la propiedad, nos cuentan Raquel y Raúl, son los árboles del jardín. "Contamos con cinco encinas centenarias y dos magnolias de unos 50 años, pero lo más impresionante son dos robles de Chipinque que tienen más de 200 años. Esta vivienda tuvo que diseñarse con cuidado para ser agradable y funcional, integrándose armoniosamente entre todos estos maravillosos árboles".
Tesoros ocultos
—El estilo de esta casa es totalmente diferente a la que teníais en Miami, que era más "minimal". ¿Qué es lo que buscáis cuando compráis una casa?
—Raúl y yo acabamos de celebrar nuestro 25 aniversario y, de casados, hemos vivido en más de diez casas distintas como residencia principal (tenemos otra casa en Colorado, en Beaver Creek Village, que es maravillosa para esquiar en invierno y para jugar al golf, y un piso en Madrid). Es mucha mudanza, lo sé, pero siempre hemos disfrutado renovando casas.
Nos conocimos siendo abogados, trabajando juntos en un proyecto inmobiliario. Es algo que nos apasiona. Cada casa es única. Siempre buscamos propiedades con personalidad, que tengan algo especial, y nos encanta, sobre todo, encontrar tesoros ocultos que necesitan ser pulidos y sacados a la luz. Buscamos siempre diamantes en bruto.
—¿Y qué fue lo que os enamoró de esta?
—Esta casa fue construida por una señora enamorada de todo lo francés. Trajo vigas de granjas francesas, chimeneas de villas francesas y mucho del diseño se inspiró en imágenes de propiedades en Francia. Encontrar algo así en Dallas fue realmente especial. Pero la casa tiene 20 años y necesitaba cariño y atención. Pasamos más de un año y medio renovándola para resaltar su belleza y eliminar lo que estaba pasado de moda.
—La decoración va un poco en línea con el estilo señorial.
—Decorar una casa es un poco como elegir un marco para un cuadro o un cuadro para un marco. No pondrías, por lo general, una obra abstracta moderna en un marco rococó de madera dorada y voluminosa. Lo mismo pasa con las casas. Esta es muy muy francesa y tradicional. La actualizamos bastante para traerla al siglo actual, respetando siempre sus raíces. Claro, también es divertido jugar un poco y añadir elementos que, a primera vista, podrían parecer fuera de lugar.
—¿La has decorado tú personalmente?
—Raúl y yo nos encargamos de toda la decoración, el mobiliario y la selección de colores. Es divertido. Nos gusta hacerlo y, en general, estamos de acuerdo. Siempre hemos tenido gustos muy similares.
—¿Cuál es tu estancia favorita?
—Mi estudio de arte, sin duda. Paso horas allí trabajando y pintando con mis perros y, además, el despacho de Raúl está justo al lado, así que siempre podemos hacer pausas juntos, compartir ideas y proyectos. La distribución es fantástica.
—¿Y la tuya Raúl? ¿La biblioteca?
—Sí, la biblioteca es increíble y una de mis partes favoritas de la casa. Escribí la mayor parte de Hasta que tu muerte nos separe en ese despacho y también he terminado dos libros nuevos allí, además de mi tesis para el doctorado en Literatura.
Un viñedo en Texas
—Al igual que en la trilogía, en esta novela vuelves sobre el tema de la venganza, de alguien que se toma la justicia por su mano...
—Sí, la trilogía estaba protagonizada por una pareja, un hombre y una mujer que al final se vuelven asesinos, pero muy comprometidos entre ellos. En este nuevo libro he querido explorar una pareja que se va separando. La venganza y la justicia por la mano están presentes, pero me interesaba explorar esa otra vertiente de la ruptura de una relación. Es una lectura muy divertida. Se desarrolla en una zona rural de Texas, en un viñedo, que aquí hay bastantes y mucha gente no lo sabe.
—¿Incluyes vivencias personales?
—Sí, el viñedo existe realmente, está en la zona de Fredericksburg, un pueblo a una hora de Austin, al que íbamos muchísimo con los niños cuando eran pequeños. Conocemos la zona muy bien.
—Describes a las mujeres del libro como fuertes y motivadas. ¿Te has inspirado en alguien cercano?
—En mi mujer, por supuesto, y en mis dos hijas. —También en mi madre, Pilar Muro —apunta Raquel—.
—Creo que ella ha sido clave en la obra de J. K. Franko, ¿verdad?
—Sí. De hecho, entré en el mercado español porque una amiga tradujo Ojo por ojo, el primer libro de la trilogía La Ley del Talión, para que lo pudiese leer Pilar. Le gustó mucho y nos ayudó mucho. Desde entonces se convirtió en mi mayor crítica, pero también es mi fan number one.
—Siendo un autor superventas, ¿no te han tentado para llevar tus obras al cine?
—Sí, de la trilogía estuve a punto de llegar a un acuerdo con una productora, pero al final no me convenció. Ahora, con esta última novela, hay una productora de Los Ángeles que está trabajando en desarrollarla para hacer una serie. Esperemos que sí.
—Raquel, ¿los cuadros que vemos por toda la casa son todos pintados por ti?
—Antes solíamos colgar solo mis obras. Pero, en mayo, nuestra hija Coco se graduó en Bellas Artes. Así que ahora comparto el espacio en las paredes con ella. Diría que, en este momento, el 90 por ciento de las obras son mías y el resto, de ella. ¡Pero en nada ella me va a superar! Pinta muy bien.
—Está claro que ha heredado tu faceta artística. ¿Y los otros dos?
—Raúl, el pequeño, que tiene 19 años, cuando tenía 13 ganó un premio literario por un relato y acabó publicando un librito de cuatro historias navideñas, pero de terror. Y lo publicó con el nombre de J. K. Franko Jr. Está solo en inglés. Pero sí, diría que él ha heredado la vena de la escritura.
Y también la del Derecho, es lo que está estudiando. Y la mayor, Pilar, ha sacado la parte de la construcción, del sector inmobiliario. Estudió ADE en el Instituto de Empresa. Es como mi padre, le tira mucho el mundo empresarial, tiene mucha garra y mucha fuerza. Es una mezcla de mis padres.
—Raquel, sabemos que te encanta cocinar. Al hacer la reforma, ¿cambiaste la cocina y la hiciste a tu gusto o estaba así originalmente?
—Sí, nos encanta cocinar y pasamos mucho tiempo en familia en la cocina, así que para nosotros una cocina amplia es importante. Rara vez usamos el comedor. Cuando renovamos la casa, la distribución no cambió, pero sí los armarios, los electrodomésticos, las encimeras, la iluminación...
—Parece que Texas es muy diferente de España. ¿Qué es lo que más echas de menos de la madre patria?
—Llevo más de 15 años viviendo en Texas, así que me he acostumbrado mucho y encuentro que tiene bastantes cosas en común con España. Además, he tenido la gran suerte, con nuestra reciente mudanza a Dallas, de ser elegida presidenta de la Casa de España Dallas/Fort Worth, lo que me ha permitido conocer a muchos españoles que viven aquí.
La verdad es que me ha venido de maravilla. Me siento super a gusto en Dallas, justamente por todo el cariño que encuentras al tener una comunidad de españoles aquí y, por supuesto, de poderles ayudar, porque hacemos muchas cosas culturales. Lo único que no puedo encontrar en Texas y que me hace volver a España es a mi madre y a mis hermanas, la familia.
"Una de las cosas más especiales de la propiedad son los árboles. Contamos con cinco encinas centenarias y dos magnolias de unos 50 años, pero lo más impresionante son dos robles de Chipinque de más de 200 años"
Amenazas de muerte
—Ahora que nos hablas de tu madre, se cumplen 30 años del secuestro sin resolver de tu padre y se ha publicado que el caso va a prescribir. Será un mazazo para ella y para todos vosotros...—Un mazazo total. El "camarada Arenas" —considerado el cerebro del secuestro— ha salido de prisión y nos avisaron rápidamente, claro, porque nos amenazaron de muerte.
Además de vivir el juicio, el drama de no haber encontrado a nuestro padre, nos amenazaron... y que ahora vaya a prescribir, pues mi madre no lo lleva nada bien. Pero es tan fuerte que dice que no va a parar hasta que encuentren el cuerpo de mi padre. Y en verdad no ceja, no para de llamar, de preguntar a la Guardia Civil, que sigue investigando. Ella es quien lo mantiene vivo.
—Todo esto tiene que causaros un gran dolor.
—Pero creo que es más fuerte el afán de seguir con el legado que el dolor. Es como correr una maratón, que, al final, ves que te fallan las fuerzas, que no puedes, pero tienes que seguir, todos tenemos que continuar. Encontrar el cuerpo de mi padre es lo que nos daría paz, porque ya sabemos que los culpables están en la cárcel o van a salir de ella, como está pasando, y que el delito va a prescribir. Entonces, solo nos queda eso, es lo que necesitamos para que se resuelva.