Carmen López de Murillas, interiorista: 'Para un dormitorio veraniego, apuesta por lo natural y huye de lo recargado'
Materiales que transpiran, luz sin filtros, paletas que refrescan y ningún adorno que estorbe: la fundadora de López de Murillas Studio nos explica cómo adaptar el dormitorio a los meses de calor.
Cuando llega el calor, el dormitorio necesita algo más que cambiar las sábanas. Para Carmen López de Murillas, interiorista con más de 20 años de experiencia y especialista en lo que ella llama interiorismo emocional, la clave está en ajustar sin recargar. Nada de llenar la habitación de flores o meter color a lo loco: se trata de reducir, ventilar, aligerar y aportar lo justo.
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Desde su estudio, López de Murillas Studio, trabaja con materiales nobles, paletas suaves, y una atención especial a la luz, las texturas y los detalles con alma. En esta entrevista, nos da consejos muy concretos para decorar el dormitorio en primavera y verano: qué textiles elegir, qué muebles o accesorios ayudan a cambiar el ambiente sin saturar y cuáles son los errores más comunes (y fáciles de evitar).
Carmen lo deja claro: no se trata de sumar, sino de restar. "Hay que dejar espacio y luz". Lo primero es despejar: fuera objetos decorativos innecesarios y textiles pesados. No es solo una cuestión estética; un dormitorio recargado, agobia y, para la interiorista, poner el dormitorio en modo verano es cuestión de atmósfera y ligereza.
"Muchas veces el problema no es lo que falta, sino todo lo que sobra", apunta. Y añade: "Una habitación ordenada respira mejor, y tú también". Y si no, fíjate en este proyecto de Punto M, tan sencillo y la sensación de calma y frescura que transmite.
No hace falta repintar ni volverse loca con los cambios. Carmen defiende una intervención inteligente: "Con un solo color bien elegido se puede cambiar por completo la atmósfera". ¿Sus propuestas? Para entornos rurales: blancos rotos, arenas suaves, verdes secos o lavandas muy diluidas.
En la costa: azules marinos, índigos apagados o turquesas suaves, que fue lo que hizo la interiorista Paola Ribeiro en esta casa con frente al mar. Y en zonas urbanas, toques puntuales de amarillo mimosa o mostaza clara. Aplicarlos es fácil: cojines, sábanas, una lámpara nueva o incluso una bandeja de madera pintada. El secreto está en el equilibrio.
"En época estival no tienen cabida las fibras sintéticas. Es momento de recurrir al lino lavado, al algodón natural o a la gasa de algodón. Son materiales que transpiran, regulan la temperatura y además aportan textura visual.
"En verano me gusta que la cama no esté 'perfecta', sino vivida, ligera, sin rigidez”, dice la interiorista. Como inspiración, te traemos este dormitorio decorado con muebles y accesorios de Oliver Bonas. Un look fácil de replicar: solo tienes que reemplazar la colcha gruesa por un plaid fino, cambiar cortinas pesadas por estores de lino o deja las ventanas sin vestir si puedes.
Meter plantas por todas partes no es sinónimo de naturalidad. Carmen propone algo más intencionado: "Una sola planta, bien colocada, aporta más que cinco mal escogidas". Lo suyo es incluir vegetación con lógica: un ramo silvestre en un jarrón de cerámica, una ramita de eucalipto o una maceta pequeña sobre una banqueta.
Si no quieres encargarte del mantenimiento, hay alternativas igual de efectivas: estampados botánicos en los textiles (como en este proyecto de López de Murillas Studio), ilustraciones de flora, texturas orgánicas en jarras, bandejas o lámparas… lo importante es que la naturaleza sume, no que compita.
Carmen lo resume bien: "Tres o cuatro elementos bien elegidos bastan para transformar el ambiente". ¿Qué incluir? Cojines de lino, una manta ligera a los pies de la cama, una lámpara de fibras naturales, una alfombra de yute…
El truco de la interiorista está en no acumular, sino en seleccionar piezas que aporten textura, funcionalidad y un pequeño giro estacional. Pura eficiencia estética, como este dormitorio, decorado con diseños de George Home, que gracias a la ropa de cama y a los detalles en fibras vegetales "huele" a verano.
Dormitorio fresco sin ventilador ni aire acondicionado
No todo depende del aire. Carmen insiste en que el frescor también se transmite con la vista y el tacto. "Una sábana de algodón percal ya refresca por sí sola. Elige colores claros, mantén la cama sin capas innecesarias y deja que la luz natural entre filtrada por cortinas ligeras (en este caso, unos estores confeccionados con el diseño Amble Stripe, de Colefax & Fowler).
La sensación térmica mejora mucho si el entorno visual está limpio y armónico", explica. También recomienda usar materiales que no absorban calor: madera clara, mimbre, cerámica o incluso piedra.
¿Cambiar las paredes? A veces, un pequeño gesto basta
No, no hace falta empapelar todo o colgar una galería de cuadros. En verano, menos es más. Carmen propone gestos simples pero resultones: cambiar una lámina oscura por una ilustración ligera (inspírate en este proyecto de Luzio Studio), colocar una balda con libros o conchas recogidas en la playa, o simplemente despejar una pared por completo. "En verano, el ojo también necesita vacaciones", dice entre risas. Y tiene razón. La vista también se relaja cuando hay menos estímulo visual.
"El perfume ideal es el que te hace respirar hondo sin notarlo demasiado", dice Carmen. Y es verdad: el olor también decora. Para el verano, recomienda evitar aromas dulzones o artificiales. En su lugar: ramos de eucalipto fresco o seco, saquitos de lavanda dentro del armario o difusores con notas de cítricos, higo o hierbas mediterráneas.
Mejor si todo es natural. También puedes recurrir a aceites esenciales o velas aromáticas, siempre con moderación. La de la imagen es de una firma escocesa que se llama Arran Sense of Scotland, aunque ya sabes que también en Zara Home o Dr. Vranjes Firenze encontrarás fragancias fresquitas, ideales para esta época de año.
"Una tendencia que está tomando fuerza, y con la que me siento muy identificada, es la de crear dormitorios que se viven más allá del descanso", cuenta Carmen. Esto cobra todavía más sentido en los meses cálidos, cuando apetece leer con la ventana abierta, escribir, trabajar de forma más calmada o simplemente contemplar la luz que entra. Un look que refleja a la perfección esta suite, decorada con diseños in&out de la firma italiana Paola Lenti.
Por eso, muchas propuestas incorporan zonas estar: un banco a los pies de la cama, una butaca ligera junto a una mesilla, una estantería con objetos sumen calidez y personalidad… "El dormitorio tiene que ser un espacio flexible, donde estar a gusto también durante el día", explica.
Y siempre con materiales que asociemos con el verano: lino, fibras naturales, cerámica artesanal o madera clara sin tratar. Texturas frescas, auténticas y sin artificio. "Hay una vuelta a lo atemporal, lo hecho con calma, lo que no agobia ni cansa", dice Carmen.
Aquí Carmen no se anda con rodeos. "Recargar, meter color por meter, comprar sin pensar o sacrificar comodidad por estética… son errores de manual", dice. El verano pide calma visual, frescura, sentido práctico. Antes de cambiar, la interiorista nos aconseja que observar el espacio: ¿ventila bien?, ¿hay demasiadas cosas?, ¿realmente necesitas esa lámpara nueva o solo molesta? A partir de ahí, intervén. "El mejor diseño es el que acompaña, no el que se nota", concluye.
Esta propuesta de la firma IB Laursen resume muy bien lo que Carmen recomienda para el verano: colores claros, materiales naturales y nada que estorbe. La cama está vestida con textiles ligeros, los cojines suman confort y hay lo justo: una lámpara sencilla, una mesilla ligera, un cesto… Todo tiene una función. Hasta los detalles decorativos, como el barquito y las ilustraciones botánicas, están bien elegidos.