Cómo elegir una lámpara escultural que encaje realmente con tu estilo
Las lámparas son más importantes que lo que crees. ¡Y no solo cuando están encendidas! Sigue estos consejos para elegir un modelo escultural que robe todas las miradas
Una lámpara es mucho más que un objeto funcional. Cuando eliges una pieza escultural, estás apostando por un elemento que protagoniza el espacio, lo equilibra y crea un punto focal, aportando una belleza increíble. Las lámparas esculturales han dejado de ser un capricho decorativo para convertirse en elementos clave en la decoración.
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No solo iluminan: crean atmósferas, despiertan emociones y pueden cambiar la percepción del espacio en el que se ubican. Si estás buscando la lámpara perfecta, aquí tienes una guía que te ayudará a elegir sin caer en lo de siempre, sacando el máximo partido estético a cada ambiente de tu casa.
Una lámpara escultural no debe pasar desapercibida. De hecho, su poder decorativo está relacionado, precisamente, con su impacto visual. No tengas miedo de elegir una pieza de gran tamaño, incluso en espacios medianos. Es normal subestimar cómo este tipo de elementos influyen en el espacio.
Así, una lámpara grande no empequeñece el espacio, siempre y cuando esté bien colocada. En el salón, úsala para enmarcar visualmente la zona de sofás. En el comedor conseguirá que la mesa gane más protagonismo y, en el dormitorio, una lámpara escultural será el contraste perfecto con un mobiliario más sobrio.
No todas las lámparas esculturales deben ser el centro absoluto del espacio. Algunas funcionan como contrapunto elegante, con una posición en segundo plano, mientras otras reclaman toda la atención. Piensa en el efecto que quieres que transmita.
En un comedor muy neutro, una lámpara llamativa funciona como protagonista, mientras que en un espacio en el que predominan las texturas y los colores, una lámpara más sobria, pero con forma original, puede ser el elemento que aporte equilibrio. No se trata solo de elegir algo llamativo, sino de ver cómo se fusiona con el resto de la decoración.
Más allá del impacto visual que provocan, muchas lámparas esculturales son también piezas de diseño. Apostar por un modelo de autor, una edición limitada o una pieza artesanal no solo te permite tener algo único, sino que también es una manera de incorporar personalidad al espacio. Saber quién diseñó la lámpara, cómo se fabricó o qué materiales se utilizaron, aportará un valor inigualable a la lámpara y, en consecuencia, al conjunto. Si una lámpara tiene alma, lo transmite. Y todo sin dejarse llevar por las pasajeras tendencias.
Una lámpara importa no solo por su forma, diseño, materiales y acabados, sino que también es importante cómo distribuye la luz. Algunas piezas escultóricas proyectan sombras que transforman el ambiente, mientras que otras crean un suave haz de luz que varía según la hora del día. Ten esto en cuenta al elegir tu lámpara.
Si buscas una luz ambiental, elige lámparas que filtren, difuminen o tamicen la luz. Si necesitas iluminación focal, opta por lámparas más abiertas, que direccionen sin deslumbrar. Una lámpara no solo es bella cuando está apagada, sino que debes tener en cuanta su encanto cuando se enciende.
No te dejes llevar por las tendencias a la hora de elegir una lámpara escultural. Su fuerza radica en su capacidad para encajar con la decoración desde la singularidad de su diseño. Elige materiales que encajen con la decoración. Así, una lámpara de cemento pulido en un comedor con mucha madera y texturas como la que aportan los tejidos conseguirá un modernísimo contraste. O, por ejemplo, una pantalla de lino sobre una base de mármol suaviza la rigidez de este material. Y una estructura metálica abierta es clave para dar ligereza.
Al elegir una lámpara escultural para el comedor estarás dando personalidad al conjunto al mismo tiempo que decoras el techo. Su volumen, curvas o formas geométricas aportará protagonismo a la mesa y te ayuda a delimitar el espacio, sobre todo en plantas abiertas, donde comedor, cocina y salón comparten espacio.
Apuesta por modelos que contrasten con los materiales de la mesa o las sillas: si tienes una mesa de madera maciza, prueba con una lámpara de vidrio soplado o metal brillante. Así elevarás visualmente el ambiente. Eso sí, es importante ser muy consciente del tamaño y no quedarse corto: es mejor pasarse con el tamaño que una presencia más discreta.
El salón es uno de los espacios en los que puedes permitirte arriesgar más sin perder funcionalidad. Una lámpara con brazos articulados o de forma geométrica, romperá con las líneas rectas y sobrias de los muebles, al mismo tiempo que contribuirá a añadir profundidad visual.
Si prefieres una lámpara de pie, busca una con base escultórica, como una curva asimétrica o una forma abstracta. Este tipo de diseño convertirá un rincón aburrido en un punto focal. Elige materiales que combinen con el resto del espacio, pero sin que sean los mismos: lograrás una lámpara que sobresalga sin desentonar.
En la cocina: contraste entre lo funcional y lo decorativo
Las cocinas con office agradecen piezas que suavicen la frialdad de los materiales técnicos. Una lámpara colgante de formas escultóricas –como una esfera irregular, una estructura ramificada o una lámpara de fibras naturales que aporte textura– introducirá un punto más personal que da equilibrio a lo funcional.
Aquí es clave que la lámpara aporte calidez sin restar luz útil. Busca modelos que proyecten iluminación descendente, pero con pantallas originales o materiales artesanales. En ambientes neutros, una lámpara con color o acabado inesperado –como un rojo lacado o un dorado mate– cambiará por completo la percepción del espacio.
Olvídate del plafón aburrido o de las lámparas de mesilla de toda la vida. En el dormitorio, una lámpara escultural (o varias) aportará una presencia silenciosa, envolvente, casi emocional. Puedes colgar dos luminarias del techo sobre las mesillas en lugar de usar lámparas de sobremesa. Elige formas suaves, materiales naturales o transparencias que tamicen la luz. El efecto es doble: despejas la superficie de la mesilla y creas una atmósfera que invita al descanso sin perder sofisticación. Si prefieres una lámpara de techo, que sea ligera visualmente, pero con carácter: una pieza de papel plisado, fibras vegetales o cristal puede convertirse en el alma del dormitorio.
Elige más de una lámpara para un efecto más acogedor y atractivo. En lugar de elegir un único punto de luz, puedes crear una composición con varias luminarias colgantes, jugando con alturas, formas y materiales. Esto funciona especialmente bien en zonas como el comedor o el office, donde puedes alinear varias lámparas sobre la mesa o la barra. El resultado es dinámico, sofisticado y rompe con la idea clásica de una lámpara central.
Es clave cuidar la disposición para que no parezca un montaje improvisado: mantén una coherencia cromática o formal, pero permite que cada elemento tenga su propia identidad.