La residencia de Paula Al Askari es una verdadera joya arquitectónica y artística que refleja su pasión por el arte y la cultura de Medio Oriente. © Mattia Bettinelli

Entramos en el impresionante y colorido 'palacio' artístico de la coleccionista Paula Al Askari en Abu Dabi

Es una de las mujeres más influyentes de la cultura árabe contemporánea y ha recibido a premios Nobel, ganadores de los Oscar y otras personalidades ilustres


12 de mayo de 2025 - 7:30 CEST

En Abu Dabi, donde la innovación se encuentra con la herencia, vive una de las mujeres más influyentes de la cultura árabe contemporánea, Paula Al Askari, propietaria de grandes colecciones de arte oriental y antigüedades de todo el mundo, con las que ha decorado con eclecticismo los grandes salones de doble altura de su palacio.  Con un pie en la tradición y otro en la modernidad, nuestra anfitriona representa el equilibrio perfecto entre Oriente y Occidente. Nacida en Estados Unidos, pero criada en Beirut (Líbano), lleva en su alma la esencia de dos mundos que, lejos de ser opuestos, se entrelazan de manera única. De su familia, profundamente arraigada a las tradiciones libanesas, heredó el amor por el arte, la historia y la educación, pilares que han guiado su vida personal y profesional. Beirut fue el primer escenario donde cultivó su amor por la cultura.

Para ti que te gusta

Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!

Para disfrutar de 8 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.

Este contenido es solo para suscriptores.

Suscríbete ahora para seguir leyendo.

TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE CADA MES POR ESTAR REGISTRADO.

Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.

La residencia de Paula Al Askari es una verdadera joya arquitectónica y artística que refleja su pasión por el arte y la cultura de Medio Oriente. © Mattia Bettinelli
© Mattia Bettinelli
La residencia de Paula Al Askari es una verdadera joya arquitectónica y artística que refleja su pasión por el arte y la cultura de Medio Oriente. La fachada y la piscina, desde la que se vislumbra el salón principal, que destaca por sus paredes de doble altura.
© Mattia Bettinelli
Diseñada por el arquitecto libanés Shakib Rishani, la casa fue concebida combinando una arquitectura moderna con una rica colección de antigüedades y obras de arte contemporáneo.
© Mattia Bettinelli

Criada en un hogar donde la filo­sofía, el arte y la música eran parte del día a día, tuvo una infancia rodeada de figuras que no solo apreciaban el patrimonio, sino que también lo defendían a través de sus acciones.

"Esta casa es un reflejo completo de mi vida, porque el arte y las antigüedades proceden de todos los hogares en los que he vivido a lo largo de mi vida"

© Mattia Bettinelli
"Para respetar un poco la escala modernista, opté por pintar las paredes de un marrón 'glacé', porque lo considero un tono más neutro que los colores que normalmente elegiría", dice nuestra anfitriona, a quien le gusta mezclar estilos.
© Mattia Bettinelli

Su madre, gran amante de las artes, y su padre, un destacado empresario, fueron los cimientos para convertirse en una defensora del arte y la cultura árabes en todo el mundo. Más tarde, París, Londres y Nueva York marcaron su juventud, sus estudios universitarios y sus primeros pasos en la escena internacional.

© Mattia Bettinelli
El salón, animado por candelabros del siglo XVII y pinturas de varios artistas libaneses. Sobre el espejo, uno de Marwan Sahmarani.
© Mattia Bettinelli
Otro de los rincones de la casa, donde las magistrales obras, las antigüedades y el color se unen con un efecto impactante.
© Mattia Bettinelli

Hace ya 40 años, Abu Dabi la conquistó definitivamente, ya que encontró el espacio perfecto para consolidar su carrera como mecenas del arte. Quien ha tenido el privilegio de ser invitado a una de las recepciones de Al Askari no la olvida jamás. La música, la fragancia del incienso, los colores vivos, las flores cuidadosamente dispuestas y los detalles de una mesa impecable son su sello personal.

"Para mí, el arte y la cultura son pilares fundamentales, y mis cenas suelen girar siempre en torno a estos temas"

© Mattia Bettinelli
Paula en la sala de música, de paredes azules.

Todo se hace con sentido, con historia, con belleza. Su hospitalidad se ha convertido en leyenda en los círculos de la alta sociedad de Oriente Medio, donde su nombre es sinónimo de buen gusto. En su hogar, rodeada de arte, historia y el amor de sus hijos, Basil y Mariam, Paula sigue construyendo un legado que, más allá de ser profesional, es profundamente personal. Un legado donde la tradición, la cultura y el arte no solo se exhiben, sino que se viven con pasión y propósito.

© Mattia Bettinelli
Una panorámica de la también llamada sala de música, un espacio pensado para socializar y entretenerse. El tapiz del siglo XVI representa el mito de Narciso.
© Mattia Bettinelli
En la imagen, el distribuidor.
© Mattia Bettinelli
Un retrato de Cici Tommaseo Sursock, que se encuentra sobre un gabinete alemán de carey y marfil del siglo XVI.

"Un reflejo completo de mi vida"

—Esta es una casa que refleja, en cada detalle,  una herencia profunda y una personalidad incon­fundible.

—Esta casa es un reflejo completo de mi vida, porque los objetos que ves a tu alrededor, el arte y las antigüedades proceden de todos los hogares en los que he vivido a lo largo de mi vida, incluido el de mi padre, mi casa familiar junto al mar en el Líbano, y mis otros domicilios en el extranjero. Por eso fue tan difícil montar esta gran casa. Me llevó mucho tiempo darle sentido, orden, sintonía y belleza, y lo que más me ayudó fue el color, que tiene un efecto emocional en nosotros. Para mí, una casa tiene que despertar los sentidos: la vista, el oído, el tacto... En la mía, siempre hay música de fondo, se sienten las texturas en cada rincón y el olor a incienso lo envuelve todo. También soy una gran amante de los puntos de luz, porque crean ambiente.

"Considero que un hogar debe ser el reflejo de la estética, la cultura y la personalidad de quienes lo habitan. Y yo, siendo de Oriente Medio, una región con una historia muy rica, habiendo recibido una educación muy occidental en Francia y tras haber vivido en diferentes países, me siento una ciudadana del mundo"

© Mattia Bettinelli

—El estilo de la casa es una mezcla única de diferentes culturas, épocas, colores y colecciones que ha ido recopilando a lo largo de los años.

—La casa, desde un punto de vista arquitectónico, fue diseñada por el renombrado arquitecto de la región Shakib Rishani. Sus habitaciones de doble altura son su sello y los interiores suelen ser extremadamente minimalistas y contemporáneos. Pero yo no sigo reglas en casi nada. La vivienda tiene ese estilo monumental, pero la decoré de manera ecléctica, porque no me gusta la uniformidad. No soy partidaria de seguir la moda, ni en la decoración ni en la ropa, y mi vida se guía por la música que escucho y bailo. Considero que un hogar debe ser el reflejo de la estética, la cultura y la personalidad de quienes lo habitan. Y para mí, siendo de Oriente Medio, una región con una historia muy rica, habiendo recibido una educación muy occidental en Francia y tras haber vivido en diferentes países, me siento una ciudadana del mundo. Todas las culturas me pertenecen y eso se refleja en mi colección. Desde joven, cada vez que viajaba, siempre me encontraba en los anticuarios, buscando piezas únicas. Puedo llevarte por toda la casa y contarte dónde encontré cada objeto, cómo mi corazón se aceleraba al descubrir una obra de arte o una pieza antigua. Nunca me aburro, porque aquí estoy rodeada de pequeñas historias y recuerdos que forman parte de mi vida.

© Mattia Bettinelli
Los paneles otomanos tallados y pintados de finales del siglo XVIII crean un llamativo punto focal en la biblioteca de la coleccionista. Una lámpara de araña de Murano, de la década de 1940, y sofás tapizados en terciopelo complementan la rica combinación.

—Me contó que llegó a vivir aquí solo hace seis años.

—Llegué antes de la COVID. Seguíamos trabajando, colgando las lámparas de araña, instalando las luces en todas las habitaciones. Tuve a los trabajadores durante tres meses. Es que, cuando ya tienes los objetos, no decoras según lo planeado, los traes y los integras. Me considero una "susurradora de casas". Me susurran lo que les hace felices, lo que les gusta, y yo soy capaz de traducirlo.

© Mattia Bettinelli
La obra "Seascape", del artista libanés Willy Aractingi (centro), y una obra del artista iraquí Dia al-Azzawi (derecha) cuelgan de las paredes, pintadas con colores llamativos.

—Y sigue comprando. 

—Nunca paro, porque los gustos también cambian con el tiempo. La concesión que hice en esta casa se debe a su estilo modernista, tanto en la sensación como en el interior. Para respetar un poco la escala modernista, opté por pintar las paredes de un marrón "glacé", porque lo considero un tono más neutro que los colores que normalmente elegiría. Esa es la razón. Me resulta fácil mezclar estilos. Lo que hice aquí fue usar un tipo de fresco combinado con telas de corte contemporáneo, como las que adornan las sillas del siglo XVIII. Los sofás italianos también siguen esa línea. Colores frescos, el azul y telas ligeras. Me encanta el terciopelo de seda, especialmente cuando está tejido a mano.

"Desde joven, cada vez que viajaba, siempre me encontraba en los anticuarios, buscando piezas únicas. Puedo llevarte por toda la casa y contarte dónde encontré cada objeto"

© Mattia Bettinelli
Otra de las estancias de la formidable casa. "Me llevó mucho tiempo darle sentido, orden, sintonía y belleza, y lo que más me ayudó fue el color, que tiene un efecto emocional en nosotros. Para mí, una casa tiene que despertar los sentidos: la vista, el oído, el tacto".

Gran anfitriona

—Empezó a vivir en Abu Dabi hace 40 años, y esta es su tercera casa.

—Esta es la tercera casa en la que vivo en Abu Dabi, pero es la primera que construimos. Las otras las alquilábamos. Y tuvimos varias. Yo tenía una en París, porque estaba estudiando allí. Y vivía en esa. Luego, mi hermano trabajaba en Nueva York, así que también teníamos una casa allí. Y también tenía una casa en Londres.

© Mattia Bettinelli
Uno de los dormitorios.

—¿Cómo se considera?

—Me considero una gran mecenas del arte y anfitriona. Para mí, el arte y la cultura son pilares fundamentales, y mis cenas suelen girar siempre en torno a estos temas. Este abril, por ejemplo, organicé un salón de poesía y música al que asistieron visitantes de todo el mundo: algunos premios Nobel, varios ganadores de los Oscar y una lista de personas muy ilustres. Me pidieron que celebrara este salón de arte en lo que yo llamo la 'sala de música', o la 'sala azul', que es un espacio muy especial de mi hogar. Esta sala tiene un piano que pertenece a mi hija, a quien le encanta la música, y el ambiente de este lugar refleja su pasión. Además, es un espacio pensado no solo para eventos como este, sino también para pequeños conciertos de cámara, charlas o recitales de poesía. Cuando el calor es demasiado intenso, también puedo organizar cenas al aire libre, colocando una mesa enorme para 30 personas, o suelo celebrar algunas cenas especiales, como la de Navidad.

Hace una pausa y añade:

—Me encanta poner mesas y crear diferentes ambientes en cada ocasión. A veces, incluyo esculturas de arte en la mesa. Además, uno de mis artistas favoritos y buen amigo, Marwan Sahmarani, está pintando platos contemporáneos especialmente para mi mesa. Estoy deseando que los termine pronto, ya que colecciono varias de sus obras. Me gusta crear mesas diferentes, así que tengo muchos platos antiguos, como el que pongo en Navidad. También colecciono porcelana japonesa de Imari y porcelana china azul y blanca, que siempre aportan un toque elegante. A eso se suman algunas piezas de Bohemia superpuestas, que son rusas, adquiridas en Moscú, y, por supuesto, tengo piezas de Murano.

© Mattia Bettinelli

—Dubái está desarrollando cada vez más la cultura del arte, ¿hay una feria allí, verdad?

—Sí, efectivamente, ha habido una durante los últimos 15, 16, 17 años. Tanto Dubái como Abu Dabi tienen sus propias ferias de arte desde hace bastante tiempo. En los primeros años de la feria de arte de Dubái, formaba parte del consejo de patrocinadores. Sin embargo, ahora ya no cuentan con mecenas. Lo que me encanta de los Emiratos Árabes Unidos es cómo han impulsado la cultura del arte no solo en Dubái y Abu Dabi, sino también en Sharjah, que ha creado una extraordinaria bienal que se ha consolidado como uno de los destinos de bienales de arte en el mundo.

"Me encanta poner mesas y crear diferentes ambientes en cada ocasión. A veces, incluyo esculturas de arte en ellas"

© Mattia Bettinelli
El comedor, que está repleto de antigüedades.
© Mattia Bettinelli
Sobre estas líneas, el vestíbulo.
© Mattia Bettinelli
© Mattia Bettinelli
"Uno de mis artistas favoritos y buen amigo, Marwan Sahmarani, está pintando platos contemporáneos especialmente para mi mesa", cuenta Paula. Reconocida por su sensibilidad estética y su compromiso con el arte del mundo árabe y mediterráneo, ha reunido a lo largo de los años una colección personal de arte profundamente ecléctica y significativa, que refleja su mirada cosmopolita: "Me siento una ciudadana del mundo", afirma.

—¿Así que aquí también lleva una vida social agradable?

—Sí, es muy rico. Por ejemplo, cuando organizo una de mis cenas, si somos catorce personas, fácilmente puedes tener a diez nacionalidades representadas. Es una sociedad increíblemente atractiva, porque no estamos rodeados solo de personas que se parecen a nosotros. Nos estamos comunicando constantemente con gente que viene de perspectivas y culturas diferentes, lo cual es muy enriquecedor.

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.