Han renovado el emblemático hotel Ritz de Madrid

Patrick Gilles y Dorothée Boissier, el matrimonio de prestigiosos arquitectos de interiores, nos abren las puertas de su espectacular palacete del siglo XIX, en el corazón de París

Situado a unos pasos del Arco de Triunfo, perteneció a la millonaria Eleanor Post Hutton, hija de la conocida empresaria y coleccionista de arte Marjorie Merriweather Post, en cuya antigua mansión, ‘Mar a-Lago’, vive Donald Trump

Casa Gilles

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Era el último día de febrero de 2018 cuando el hotel Ritz, de Madrid, cerraba sus puertas para una renovación de dos años. Los madrileños, de nacimiento o adopción, lo aceptaron con resignación. Estaba claro que necesitaba una reforma, pero “¡cuidado… es nuestro hotel emblemático!” se decían. Cierto. Fue el Rey Alfonso XIII quien fomentó su construcción, a imitación de los grandes hoteles europeos de la época, y lo inauguró junto a su esposa, la Reina Victoria, el 2 de octubre de 1910.

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Casa Gilles©César Villoria
Patrick y Dorothée con sus hijos, Felix y Zoe, de catorce y doce años, en uno de los balcones del primer piso.

Más tarde se supo que, ya que se trataba de un edificio histórico, la restauración la haría Rafael de la Hoz y los interiores, la agencia de arquitectura y decoración parisina Gilles & Boissier. ¿Unos franceses encargados del nuevo Ritz madrileño? Pero resultó que Patrick Gilles y Dorothée Boissier, socios en lo profesional y marido y mujer en lo privado, han hecho un gran trabajo. El nuevo Mandarin Oriental Ritz mantiene la esencia del pasado y, al tiempo, respira modernidad y juventud. Pero, sobre todo, ha recobrado la luz. La bóveda acristalada —uno de sus sellos de identidad—, que llevaba más de ochenta años opaca, sin dejar pasar la luz, ha sido restaurada. El sol y la vida entran a raudales e inundan de alegría y calor el lugar.

Casa Gilles©César Villoria
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Sobre estas líneas, detalle de la entrada, con su techo acristalado. Arriba, fachada del palacete, una construcción de más de cuatrocientos metros cuadrados con cuatro pisos, que el matrimonio restauró.
“El precio de este lugar era elevado. Sin embargo, Dorothée se las arregló, vendió algunas propiedades para conseguir el dinero necesario y ¡aquí estamos!”

Empezando por el principio

En su recién estrenado palacete con jardín, en pleno centro de París, Patrick y Dorothée nos cuentan la aventura... empezando por el principio. “Nos conocimos en el estudio de decoración de Christian Liaigre —nos cuenta Patrick—. Éramos compañeros, yo la admiraba por su trabajo; luego nos hicimos amigos y, unos tres años más tarde, ya estábamos juntos. Mi suerte es inaudita porque lo tengo todo: trabajo con mi mejor amiga, que es mi esposa y, además, vivo con ella”.

Casa Gilles©César Villoria
También cuenta con un jardín privado que encontraron en mal estado, devolviéndole su esplendor.

“Yo estaba en una relación muy seria y, seguramente, me habría casado con aquel novio, pero apareció Patrick, tan guapo, con su inmensa creatividad que… Unos dos años después, empezamos a mirarnos de una forma diferente y nació nuestra historia de amor. Siempre lo he admirado y muy pronto pensé: ‘Este muchacho tiene un talento tremendo. Estaría bien que algún día pudiéramos trabajar juntos’”, añade Dorothée.

“Antes de aceptar la obra del Ritz nos hospedamos en el hotel. Era una gran dama dormida que había que despertar con respeto y mucho cuidado”

¡Y ocurrió! Aunque tenían formaciones muy diferentes: Patrick, del sur de Francia, Marsella y Montpellier, y de un medio más artístico: Dorothée, parisina y con grandes connotaciones BCBG (es decir, bon chic bon genre, traducido libremente: “Mujer elegante de distinguida familia”), de un medio más científico, con formación en artes gráficas, donde acabó la primera de su promoción. Tras su encuentro, ella fue jefe de equipo y socia de Philippe Starck en Starck Network. Él siguió en Christian Liaigre un tiempo más y luego se independizó. En 2004, montaron su propia empresa, Gilles & Boissier.

Casa Gilles©César Villoria
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Sobre estas líneas, el salón principal, donde posan nuestros anfitriones. Las ‘boiseries’ han sido recuperadas y restauradas por la pareja. Sobre la mesa, un busto de Christophe Charbonnel. La lámpara del techo es de una iglesia y la compraron en un mercadillo, y los sofás ‘Centaure’ son diseño de Gilles & Boissier. En el montaje superior, a la izquierda, uno de los salones de la planta baja. En primer plano, sobre la mesa pequeña, un jarrón de Aku, obra de la artista Claudia Gilles, madre de Patrick. A la derecha, detalle de la chimenea, y sobre esta, la foto de un caballo de Steven Klein.

Según Patrick, “trabajar con Dorothée es muy fácil, muy agradable, porque nos complementamos muy bien. Ella es más cerebral que yo, más organizadora y comunica mejor con los clientes”. Para Dorothée, “él es más artista que yo, con un gran conocimiento de la historia del arte y, además, muy culto. Trabajar juntos requiere comprender al otro, querer ‘ir a dos’, un fino ajuste y mucho amor”.

Casa Gilles©César Villoria

Los dos comparten todos los proyectos y pasan el ochenta por ciento del tiempo en mutua compañía. Ambos reconocen que el éxito es el resultado de un buen equipo, un buen cliente y un perfecto entendimiento entre todos ellos. Como el que tienen con Remo Ruffini, propietario de Moncler Group, con quien llevan veinte años trabajando en sus boutiques Moncler, sus residencias privadas y sus yates. “Con el señor Ruffini nos comprendemos sin palabras y por eso es muy muy agradable trabajar con él”. También son muy conocidos por su diseño del icónico hotel Baccarat en Nueva York, único en el mundo. “Pero fue el grupo Mandarin Oriental, con quien habíamos trabajado anteriormente en dos proyectos importantes, que les habían gustado mucho, lo que nos llevó al Ritz de Madrid”, cuenta Patrick. “Antes de aceptar, nos hospedamos en el hotel y sentimos sobre nosotros la gran responsabilidad de este trabajo. Habíamos estudiado ya su historia, la del señor Ritz, la ciudad de Madrid y, por su puesto su ubicación. Para nosotros era muy importante respetar su pasado”, continúa Dorothée.

Casa Gilles©César Villoria
Casa Gilles©César Villoria
Sobre estas líneas, detalle de la mesa con la cristalería de Baccarat, platos de porcelana y cubertería de herencia familiar. Arriba, Dorothée con ‘total look’ de Prada, como en el resto de imágenes.

Y respetando ese pasado glorioso, pero adaptándolo a los gustos del viajero actual e intentando acomodarse a los estilos de los propietarios, Gilles & Boissier acometieron la gran tarea de su recuperación. “El Ritz de Madrid era una gran dama dormida que había que despertar con respeto y mucho cuidado —dice Patrick—. Es muy especial, más que un hotel es una institución”. Dorothée añade: “Cuando nos preguntan: ‘¿Qué ha sido lo mejor de este proyecto?’, contestamos: ‘La aceptación de sus empleados’. Nos emociona su aprobación, especialmente de aquellos que llevan veinticinco años o más en el hotel. Es su vida y lo aman. Teníamos miedo de defraudarlos, pero cuando se nos acercan y nos dan las gracias nos sentimos halagados y sus palabras son un regalo muy apreciado por nosotros”.

Casa Gilles©César Villoria
Casa Gilles©César Villoria
Sobre estas líneas, la cocina minimalista, en la que todos los utensilios están fuera de la vista, dentro de los muebles diseñados especialmente. El la imagen superior, en el comedor, la mesa ‘Cythère’, de la colección ‘Les Choses’, y las sillas ‘Dante’, de ‘chêne’ negra, son diseño de Gilles & Boissier. La obra de arte en tinta sobre papel de la pared es de François Houtin. El ‘chandelier’ es obra de Christian Astuguevieille.
Por problemas de herencia, la casa llevaba quince años cerrada, tal como la dejó, en 2006, a su muerte la propietaria. “Entré y tuve un ‘shock’ que me hizo retornar al pasado”, dice Dorothée

Y, por fin, ahora pueden volver ‘de visita’, como lo hicieron, el pasado abril, con sus hijos, Felix, de catorce años, y Zoe, de doce, y para conocer ese Madrid al que solo acudían por trabajo. Hasta entonces, la pandemia no se lo había puesto fácil, pero, hoy, su existencia parece algo más tranquila, pese a los veinte proyectos que tienen entre manos. “Las cosas pasan cuando pasan, pero lo cierto es que los dos últimos años han sido difíciles por el modo de trabajar. ¡Y todo ocurre al mismo tiempo! Además del Ritz y de una casa que nos estábamos haciendo en Biarritz, llegó esta”, nos dice Doro­thée.

Casa Gilles©César Villoria
Izquierda, en el ‘hall’ de entrada, la vitrina ‘Mercurio’ contiene un busto del artista Christophe Charbonnel. En el centro, plano de la escalera de hierro fundido que comunica las diferentes plantas, a las que también se accede en ascensor. Derecha, el baño principal de mármol y con suelos de madera en contraste.

Lleno de arte

Este es un palacete, de más de cuatrocientos metros, que perteneció a Eleanor Post Hutton, la famosa millonaria, que, por culpa de una herencia sin resolver, llevaba quince años cerrado y en muy malas condiciones. “Estaba tomando el té con una amiga y ojeando un catálogo de Sotheby’s cuando ella exclamó: ‘Oh, conozco perfectamente esta propiedad… Si están vendiendo los muebles puede que también vendan la casa’. Conseguí el teléfono de Leticia, la nieta de Madame Post, que es encantadora, y me dio permiso para visitar el lugar. Entré en la casa y tuve un shock que me hizo retornar al pasado”, cuenta Dorothée. En su pasado estaba el palacete familiar donde creció desde los siete años, tras el matrimonio de su madre con Christian de Galéa, un hombre extraordinario a quien ella adoraba. El lugar estaba lleno de arte proveniente, en gran parte, de la colección de Madeleine de Galéa, gran amiga de Ambroise Vollard, marchante de Picasso, Cézanne y Gauguin; abuela de su padrastro, y también, una mujer fuera de lo común.

Casa Gilles©César Villoria
Casa Gilles©César Villoria
En la imagen superior, el dormitorio principal, cuya ‘boiserie’ fue restaurada por el matrimonio tras un largo y costoso trabajo. La cómoda junto a la pared y la mesita de noche son de Christian Astuguevieille. Sobre estas líneas, el dormitorio de Felix.
“Mi suerte es inaudita porque lo tengo todo: trabajo con mi mejor amiga, que es mi mujer, y además vivo con ella”, nos comenta Patrick

“El precio era elevado —afirma Patrick—. Había muchas personas interesadas, pero el trabajo de reconstrucción era tremendo. Sin embargo, Dorothée se las arregló, vendió algunas propiedades para conseguir el dinero necesario y ¡aquí estamos! Hay lugares en los que te sientes en casa nada más entrar. A mí me devuelve a la infancia y a la morada de mi abuelita en Toulouse, con sus fantásticas boiseries”.

Casa Gilles©César Villoria
El dormitorio de Zoe.

En el jardín, Patrick reconoce, entre risas, que los fines de semana no quiere salir y aquí imagina diseños fantásticos. Dorothée cree que este lugar va a influir positivamente en todos ellos, en sus nuevos proyectos y en el desarrollo de su empresa. Y de pronto, como llenando de alegría el ambiente, las risas de los niños en un parque cercano lo inundan todo.

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Zoe, que posa, junto a estas líneas, junto a su hermano y sus padres, quienes acaban de publicar su primer libro, ‘Gilles & Boissier’, con algunos de sus trabajos.

TEXTO: VICTORIA DE ALCAHÚD

FOTOS: CÉSAR VILLORIA

VESTUARIO DOROTHÉE: PRADA