Comidas al aire libre, sobremesas eternas –y muy divertidas–, picnics improvisados o cenas frente al mar… El verano es la estación perfecta para disfrutar comiendo. Pero con las altas temperaturas también llegan ciertos riesgos que conviene tener en cuenta. Las bacterias responsables de enfermedades de transmisión alimentaria, como Salmonella, Escherichia coli (E. Coli) o Campylobacter, encuentran en las altas temperaturas su mejor aliado para multiplicarse y además pueden colarse en tu plato si no manipulas los alimentos con cuidado.
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Desde la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), en colaboración con la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), han puesto en marcha la campaña #Safe2EatEU para recordar que cocinar de forma segura no tiene por qué ser complicado ni aburrido. Solo hace falta aplicar unas cuantas pautas básicas que te permitirán disfrutar de tus platos favoritos sin poner en riesgo tu salud ni la de tus invitados (y así no tengas que renunciar a ninguno de tus planes).
En el súper empieza todo
La seguridad alimentaria arranca antes de llegar a la cocina. Al hacer la compra, aunque suele venir todo envuelto y envasado, vigila que no exista posibilidad de contacto directo entre alimentos crudos con los listos para el consumo y guarda los productos refrigerados en bolsas térmicas si vas a tardar en llegar a casa. Es muy importante mantener la cadena del frío, sobre todo en verano, aunque esto es importante durante todo el año: una hora en el maletero puede ser más peligrosa de lo que imaginas para carnes, pescados, platos elaborados con huevo o lácteos frescos.
Lavarse las manos salva cenas
Uno de los gestos más eficaces para evitar la propagación de bacterias es también uno de los más simples: lavarse bien las manos. Hazlo siempre antes de manipular alimentos y cada vez que cambies de ingrediente, especialmente si has estado tocando carnes de todo tipo, pescado y huevos crudos. El agua y el jabón son tus mejores aliados.
La cocina, limpia y organizada
Evita la contaminación cruzada utilizando diferentes utensilios y superficies para alimentos crudos y cocinados. Lava bien las tablas de cortar, cuchillos, paños y encimeras después de cada uso. Por ejemplo, nunca uses el mismo plato para servir el pollo cocinado que el que usaste para marinarlo crudo, por tentador que sea.
El frío es sinónimo de seguridad
Una nevera bien regulada (a 4°C o menos) es una barrera eficaz contra las bacterias. No lo dejes todo para el final: si no los vas a comer inmediatamente, enfría cuanto antes platos como la tortilla de patata, la ensaladilla o los postres con huevo o nata. Nunca dejes fuera del frigorífico alimentos perecederos más de dos horas (o una si hace más de 30°C).
Cocinar bien es clave
Algunas bacterias potencialmente peligrosas, como E coli o Salmonella, pueden sobrevivir si los alimentos no alcanzan la temperatura adecuada. Por eso, asegúrate de cocinar bien todo tipo de carnes, pescados, mariscos y huevos. Las carnes deben estar hechas por dentro, sin zonas rojas ni jugos rosados, especialmente si se trata de platos preparados con carne picada, como las hamburguesas.
Atención con las sobras
¿Te ha sobrado comida? Perfecto, pero consérvala adecuadamente. Guarda las sobras en recipientes herméticos y refrigéralas enseguida. Consúmelas en un máximo de dos días. Y en alimentos muy perecederos, como el sushi, en 24 horas o bien sigue las instrucciones del fabricante. Si vas a recalentarlas, asegúrate de que alcancen los 75°C en todo el interior. No te la juegues con las sobras de una tortilla que lleva tres días en la nevera.
Comidas al aire libre: sí, pero con cabeza
Las barbacoas, pícnics o meriendas en la piscina requieren una dosis extra de precaución. Utiliza neveras portátiles con suficiente hielo o, preferiblemente, con acumuladores de frío para mantener los alimentos frescos. Si utilizas hielo, asegurarse de que el agua derretida no entre en contacto directo con ellos. Evita dejar la comida al sol y no reutilices envases o utensilios que hayan estado en contacto con alimentos crudos sin haberlos lavado previamente. En caso de duda, mejor desechar que lamentar.