Dice el refrán que "a nadie le amarga un dulce", pues lo cierto es que amargarte no te va a amargar el momento, pero a medio y largo plazo puede provocarte flacidez, arrugas más acentuadas, falta de luminosidad, textura irregular, deshidratación… No se trata de que renuncies a vivir una "dulce Navidad", pero sí de que seas consciente de las consecuencias de los excesos y puedas tomar medidas antes. Te contamos cuáles son estos efectos negativos de las fiestas y cómo evitarlos con el consejo de los profesionales.
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Mayor glicación a cuenta de los turrones, los mazapanes, el Roscón de Reyes y el alcohol
“Durante la Navidad se encadenan picos de glucosa constantes debido al consumo elevado de dulces ricos en azúcares y harinas refinadas presentes en los mantecados, turrones, mazapanes, el Roscón de Reyes o el alcohol. Estas subidas desproporcionadas de azúcar en sangre favorecen la glicación, un proceso bioquímico por el cual las moléculas de glucosa AGEs se adhieren al colágeno y la elastina (proteínas estructurales que mantienen la firmeza y elasticidad cutáneas), volviéndolas rígidas, frágiles y provocando daños funcionales”, explica Lucía Altozano, titular de la farmacia Skinpharmacy Jorge Juan 34.
No solo eso, “el picoteo constante, las comidas que se alargan, una menor actividad física, y la falta de descanso, producen picos de glucosa en sangre y mantienen esos niveles de glucosa elevados durante más tiempo, lo que aumenta los procesos de glicación”, añade la farmacéutica Marta Ortega y fundadora de MLAB Wellaging. La consecuencia de esto es que tu piel se vuelve menos elástica, más apagada y aumentan algunos signos de envejecimiento (arrugas y flacidez). Es cierto que no se trata de un efecto inmediato, pero producirse se produce.
“Sus síntomas son persistentes y visibles a medio y largo plazo, cuando la piel pierde flexibilidad, aparecen signos evidentes de flacidez, las arrugas se acentúan, el tono se vuelve opaco y la textura irregular. Afecta incluso a la hidratación, traduciéndose en una piel debilitada que se percibe extremadamente seca, tirante y menos jugosa. Además, los AGEs inducen la inflamación celular y oxidan la piel, lo que agrava el daño estructural y la sensibilidad con una mayor propensión a la aparición de manchas”, asegura Lucía Altozano.
Brotes de acné, hinchazón y congestión cutánea por los embutidos, patés, quesos, carnes rojas y salsas
Tablas de embutidos, patés, quesos curados, carnes rojas, salsas, turrones, polvorones, mantecados, mazapanes, Roscón de Reyes, alcohol… Los platos de Navidad están cargados de grasas saturadas y azúcares, y suponen una carga para el hígado y el metabolismo hepático. “Cuando el hígado se satura, los procesos de eliminación de toxinas se ralentizan y la piel refleja el desequilibrio mostrando congestión, un tono opaco, unos poros más visibles, una textura irregular... Además, tanto el azúcar como el alcohol aumentan la inflamación y la retención de líquidos dando como resultados la aparición de hinchazón abdominal y facial, y las bolsas en los ojos”, detalla la titular de la farmacia Skinpharmacy Jorge Juan 34. Y algo más: “La saturación hepática hace que se desequilibren las hormonas y aumenten los andrógenos (hormonas) lo que puede provocar más brotes de acné”, añade Marta Ortega.
Deshidratación y arrugas debido al alcohol
El alcohol provoca deshidratación profunda porque interfiere directamente en los mecanismos naturales del cuerpo para retener agua. “Actúa como un diurético al inhibir la vasopresina, la hormona encargada de indicar a los riñones que conserven líquidos. Cuando esta señal se bloquea, el organismo elimina más agua de la que ingiere, aumentando la producción de orina y acelerando la pérdida de líquidos”, explica la farmacéutica Lucía Altozano. No solo eso, “las membranas celulares se alteran y dificultan la entrada de agua a las células. Por lo que, aunque bebas líquidos éstos se vuelven a eliminar. Y esta eliminación masiva arrastra minerales perjudicando también nuestras funciones celulares.
"Además, durante el metabolismo hepático del alcohol, el hígado deja de realizar otras funciones como la de controlar el equilibrio hídrico, de manera que esto empeora la deshidratación”, añade la farmacéutica Ortega. Pues bien, esta deshidratación interna tiene un reflejo inmediato en la piel. “Al perder agua de forma sostenida, la piel se vuelve más seca, tirante y pierde volumen, lo que hace que las arrugas y líneas de expresión se marquen con mayor facilidad”, detalla Altozano. Aparte de que la tez está más apagada y pueden aparecer rojeces e incluso brotes de dermatitis, rosácea o acné. “El vino, por ejemplo, libera histamina, que es el principal detonante de los brotes de rosácea y el enrojecimiento en las mejillas”, comenta esta experta.
Cómo evitar estos 'daños colaterales navideños'
No te vamos a sugerir que renuncies al placer y el disfrute de las comidas y dulces típicos de esta época, pero sí te invitamos a alternarlos con alimentos que te ayuden a reducir la intensidad y frecuencia de los picos glucémicos. ¿Qué alternativas tienes? Más fibra y proteína: “Hay que incluir fibra y proteína en todas las comidas porque actúan como "freno" para la entrada de los azúcares en la sangre. Exactamente, contribuyen a que éstos pasen a ésta más lentamente y produzcan un menor pico glucémico”, asegura Marta Ortega.
También deberías limitar la ingesta de refrescos azucarados y alcohol. No obstante, “dentro de los alcoholes el que menos pico glucémico produce y el que menos graduación tiene es el vino tinto, de manera que, aunque deshidrata, el efecto es mucho menor y más controlable. Habría que tomar máximo una copa, nunca hacerlo demasiado cerca del momento de irnos a dormir, siempre con comida para frenar la absorción de azúcares, y acompañándolo de agua para disminuir su absorción rápida”, aconseja Ortega.
Apuesta por grasas buenas (aceite de oliva virgen extra, aguacate y frutos secos) y por alimentos con un bajo índice glucémico (IG): verduras de hoja verde, proteína magra (pescado rico en Omega3), frutos secos, fruta fresca, yogur natural, chocolate negro con alto porcentaje de cacao o infusiones digestivas como el té verde o matcha, la menta, el anís, el hinojo, el comino, el laurel, el diente de león, el boldo o el cardo mariano (ayudan a relajar el tracto gastrointestinal y mejorar el vaciado gástrico), especias como la canela, el clavo, la cúrcuma, el cardamomo y el jengibre.
Intenta “caminar tras las comidas, beber suficiente agua, descansar correctamente (la falta de éste incrementa la inflamación y favorece la resistencia a la insulina), realizar comidas ligeras los días que no tengamos compromisos sociales en las que se incluyan verduras que son ricas en fibra y antioxidantes, y priorizar métodos de cocción a baja temperatura, hervidos o menos dorados porque nos van a ayudar a disminuir la cantidad de AGEs y con ello la glicación”, aconseja la farmacéutica Ortega.
Y algo más: algunos suplementos ricos en enzimas y antioxidantes pueden ser de gran ayuda: “Una suplementación rica en antioxidantes, Omegas, enzimas, y probióticos y prebióticos es capaz de reducir el impacto oxidativo del exceso de azúcar, favorecer la digestión, y evitar la fermentación de los alimentos en el estómago causante de la flatulencia e hinchazón”, añade Lucía Altozano. A la lista de suplementos, la farmacéutica Marta Ortega añade los polifenoles, el selenio, la vitamina C y la granada por considerarlos muy útiles para bajar la inflamación celular. Así como, aplicar en la piel ingredientes cosméticos, como la niacinamida, la carnosina, la vitmina C, el ácido alfa-lipoico y el retinol para frenar o neutralizar la glicación.
