Los rituales de belleza tienen que evolucionar con el tiempo porque la piel también lo hace: no te pide lo mismo a los 30 que a los 50 e introducir pequeños cambios es sinónimo de éxito; a veces en forma de texturas más ricas que combaten la sequedad y otras con activos que quizás no se habían probado hasta entonces como el retinol, los agentes exfoliantes, el ácido hialurónico, los péptidos que reducen las arrugas a la mitad en un mes según un estudio reciente... Una transición necesaria en la que también hay que tener en cuenta el maquillaje ya que muchos de los trucos que funcionaban hasta entonces, dejan de hacerlo a partir de una edad.
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Como regla que ayuda a evitar el temido "efecto caído" en la cara, los maquilladores hablan de una línea imaginaria bajo la que no se debería aplicar más producto que la base de maquillaje o el corrector en puntos clave a riesgo de invertir el conocido como "triángulo de la juventud": la silueta facial asociada un rostro joven que se asemeja a un triángulo con la base en la parte superior (pómulos) y el vértice hacia abajo (mentón).
La línea prohibida
Es una recomendación, por supuesto, pero los expertos hablan del límite bajo el que no se deberían aplicar productos de color, el truco lo explica Patricia Carretero, maquilladora oficial de Perricone MD: "Visualiza una línea invisible que atraviesa el rostro y que dicta desde dónde sí y a partir de dónde no aplicar productos como el contorno o el colorete".
Las coordenadas de la recta en cuestión son claras: "Imagina que tienes una línea recta, imaginaria y horizontal que parte del surco nasolabial y llega hasta los extremos de la cara. Todo lo que quede por debajo de esa línea no deberíamos maquillarlo más que con base o corrector, porque si pasan de esa línea el colorete o el contorno, nos resta firmeza y hace que el pómulo se vea más caído". Es decir, evitar el colorete o el bronceador justo debajo de la punta de la nariz.
En el manual de buenas prácticas de Patricia Carretero, el colorete, el contorno o el bronceador nunca pasan de ahí, "al colocarlos por encima, la ilusión óptica cambia por completo: los pómulos se elevan, los rasgos parecen más tensos y el conjunto rejuvenece". Si no se sigue esta regla, en el caso del blush por ejemplo, "la cara se ve más ancha y pesada. En cambio, si lo aplicamos en la zona alta del pómulo, en dirección ascendente hacia la sien, conseguimos un auténtico efecto lifting". El secreto reside en el menos es más: utilizar la cantidad justa de producto y hacerlo en áreas estratégicas.
Como ayuda extra para un maquillaje rejuvenecedor, la experta destaca dos trucos:
- "Si debajo de la cola del ojo aplicamos una base un poco más clara y difuminamos bien, creamos un efecto de luz que eleva todavía más la mirada y resta años al rostro".
- Elegir coloretes en tonos rosas o melocotón: "Ese tipo de rubor suave nos recuerda a cuando éramos niñas, aporta frescura inmediata y recrea la sensación de unas mejillas sonrosadas de manera natural".