La ciencia lo confirma: el cerebro humano sigue ganando a la IA cuando toca aprender cosas nuevas


Un estudio de la Universidad de Princeton revela por qué nuestro cerebro sigue siendo más flexible que la IA a la hora de aprender tareas nuevas sin olvidar las anteriores


cerebro© Getty Images
16 de diciembre de 2025 - 8:00 CET

Lo que hace solo unos meses parecía cosa de expertos o de ciencia ficción hoy forma parte de nuestra vida diaria. La inteligencia artificial ya escribe correos, resume textos, responde dudas y nos ayuda a trabajar mejor. La llamemos ChatGPT, Copilot o cualquier otra, la usamos casi sin darnos cuenta. Pero, mientras las máquinas avanzan a pasos agigantados, nuestro cerebro sigue teniendo una ventaja decisiva: es capaz de adaptarse, aprender cosas nuevas y aplicar lo que ya sabe sin “resetearse”. Un nuevo estudio científico acaba de explicar por qué, y la clave está en algo que los investigadores llaman “Legos cognitivos”: pequeños bloques de neuronas que el cerebro reutiliza y combina para afrontar tareas distintas, igual que hacemos con piezas de construcción.

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La inteligencia artificial avanza rápido, pero el cerebro humano sigue destacando por su capacidad de adaptarse y aprender sin olvidar

El estudio que explica por qué el cerebro sigue siendo más flexible que la IA

La investigación, liderada por un equipo de la Universidad de Princeton, no se realizó directamente en humanos, sino en macacos rhesus, una especie muy cercana a nosotros en términos de biología y funcionamiento cerebral. Los animales tuvieron que identificar formas y colores en una pantalla y responder mirando en direcciones concretas, mientras los científicos analizaban su actividad cerebral mediante escáneres.

El objetivo era observar cómo aprende el cerebro cuando se enfrenta a tareas diferentes pero relacionadas. Y lo que encontraron sorprendió incluso a los propios investigadores.

Así funcionan los “Legos cognitivos” del cerebro

Los escáneres mostraron que el cerebro no aprende cada tarea desde cero. En lugar de eso, reutiliza pequeños conjuntos de neuronas que ya existen. Estos bloques pueden activarse, combinarse o reorganizarse según el reto que haya delante.

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Los macacos rhesus, utilizados en el estudio, tienen un funcionamiento cerebral muy similar al humano, lo que permite extrapolar los resultados a cómo aprendemos las personas

Cuando una pieza no es necesaria, su actividad disminuye, como si el cerebro la “guardara” temporalmente para concentrarse mejor en lo importante. Y cuando vuelve a hacer falta, se reactiva o se combina con otras piezas para resolver una tarea nueva.

“Los modelos de inteligencia artificial de vanguardia pueden alcanzar un rendimiento humano, o incluso superhumano, en tareas individuales”, explica Tim Buschman, neurocientífico de la Universidad de Princeton y uno de los autores del estudio. “Pero les cuesta aprender y realizar muchas tareas diferentes. El cerebro es flexible porque puede reutilizar componentes cognitivos en diversas tareas”.

La corteza prefrontal, la pieza clave

Estos Legos cognitivos se concentran principalmente en la corteza prefrontal, una región del cerebro relacionada con la planificación, la toma de decisiones y la resolución de problemas. Es, en esencia, el área que nos permite pensar a largo plazo, adaptarnos al cambio y tomar decisiones complejas.

Gracias a esta organización, el cerebro puede ejecutar una tarea paso a paso, conectando funciones distintas —por ejemplo, discriminar colores y convertir esa información en una acción concreta— sin necesidad de empezar de cero cada vez.

El gran talón de Aquiles de la IA

Este sistema explica por qué los humanos podemos enfrentarnos a situaciones nuevas usando conocimientos previos. La inteligencia artificial, en cambio, suele chocar con un problema bien conocido por los expertos: el llamado “olvido catastrófico”.

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A diferencia del cerebro humano, muchos sistemas de inteligencia artificial sufren “olvido catastrófico”: al aprender algo nuevo, tienden a perder lo aprendido antes

En la práctica, muchas redes neuronales no pueden aprender tareas consecutivas sin olvidar cómo realizar la anterior. Es decir, aprender algo nuevo suele implicar borrar parte de lo aprendido, algo que no ocurre en el cerebro humano.

Aunque cambiar constantemente de tarea no siempre es lo ideal para nosotros, aplicar lo que ya sabemos a contextos nuevos es uno de nuestros grandes atajos cognitivos. Y esa capacidad sigue estando fuera del alcance de la IA actual.

Lo que este descubrimiento dice sobre nosotros 

Los investigadores creen que entender mejor cómo funciona esta flexibilidad neuronal podría tener aplicaciones importantes. Por un lado, ayudaría a diseñar modelos de inteligencia artificial más adaptables. Por otro, podría contribuir al desarrollo de tratamientos para trastornos neurológicos y psiquiátricos en los que las personas tienen dificultades para transferir habilidades a nuevos entornos.

Por ahora, la conclusión es clara: la inteligencia artificial puede ser muy rápida y eficaz, pero el cerebro humano sigue jugando en otra liga cuando se trata de adaptarse, aprender y no olvidar.

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.