Adiós a los mitos: por qué crujir los dedos no es tan malo como creías


Descubre lo que realmente ocurre en tus articulaciones y por qué ese ‘crack’


Nudillos de las manos© Adobe Stock
Ana ToroPeriodista y Locutora
27 de noviembre de 2025 - 9:15 CET

Crujirse los dedos, la espalda o el cuello es, para muchos, un gesto casi automático: un “¡crack!”, que a algunos les resulta reconfortante… y a otros, desesperante. Pero detrás de ese sonido; que puede provocar escalofríos, incomodidad o incluso satisfacción; se esconde un mecanismo biológico bastante distinto de lo que la tradición popular sugiere. ¿Realmente hay algún riesgo? ¿Es un alivio momentáneo o puede tener consecuencias a largo plazo? La ciencia y los profesionales de la salud ofrecen respuestas claras: no hay señales de peligro, salvo en casos concretos.

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© Adobe Stock
Una mujer chascando los dedos de sus manos

¿Qué sucede realmente cuando 'crujes' los dedos?

Muchas personas creen que al crujirse los nudillos los huesos chocan entre sí, o que hay un daño articular. Pero lo cierto es muy distinto. Cada articulación está rodeada por una cápsula que contiene un fluido viscoso llamado líquido sinovial, que lubrica y facilita el movimiento. Ese fluido contiene gases —sobre todo dióxido de carbono y nitrógeno— disueltos.

Cuando estiramos o doblamos un dedo hasta su límite natural, la cápsula articular se expande, generando una bajada de presión que produce un vacío momentáneo. Ese cambio provoca la formación y colapso de burbujas de gas en el líquido sinovial, generando el característico “chasquido”. 

En realidad, no son huesos chocando ni cartílagos raspándose: es un ajuste de presión dentro de la articulación. Por eso, el sonido no es señal de daño, sino de la liberación de esas burbujas.

Además, muchas personas dicen sentir alivio e incluso más “movilidad” tras crujirse dedos. Hay quienes sugieren que este gesto podría estimular terminaciones nerviosas alrededor de la articulación, lo que podría traducirse en sensación de bienestar, e incluso una breve disminución de tensión. Eso sí: esa hipótesis aún no está confirmada con evidencia sólida.

¿Crujirse los dedos causa artritis u otros problemas a largo plazo?

Seguro que has escuchado —quizás de tu madre, abuela o algún conocido— que “si te crujieras los dedos acabarás con artritis” o “tendrás las manos deformadas”. Pues bien, según múltiples estudios y revisiones médicas, esa idea carece de base científica firme. 

El consenso de expertos —médicos de reumatología, fisioterapeutas y ortopedas— es claro: crujirse las articulaciones habitualmente no está asociado con un mayor riesgo de desarrollar artritis de manos.

Por ejemplo, se compararon personas que crujían sus dedos con quienes no lo hacían, y no se encontró diferencia significativa en la aparición de artrosis o daños articulares con los años. Dicho de otro modo: el gesto en sí no “desgasta” la articulación ni “gasta” el cartílago“. Al menos, no en personas sanas, sin patologías articulares previas.

Pero, ¿eso significa que nunca conviene hacerlo?

No necesariamente. Aunque crujirse los dedos suele ser inocuo, hay algunos matices que conviene tener en cuenta:

  • Frecuencia excesiva: en casos de “crujido habitual constante” algunas investigaciones detectaron que las manos de esas personas tenían una ligera disminución de la fuerza de agarre o una leve hinchazón. Esto no implica necesariamente daño grave, pero sugiere que como hábito continuado podría tener pequeños efectos sobre la funcionalidad. 
  • Dolor, inflamación o molestias: si al crujirse aparece dolor, rigidez, inflamación o sensibilidad, conviene parar. Puede ser señal de tensión en ligamentos, sobrecarga o una irritación. 
  • Movimientos forzados o fuera del rango natural: el acto es seguro cuando se realiza dentro del rango normal de movimiento. Forzar una articulación torciéndola o doblándola más allá de lo natural puede poner en riesgo ligamentos, tendones o estructuras articulares.

¿Por qué muchas personas sienten 'alivio' al crujirse los dedos?

 Más allá del mecanismo físico, hay una parte psicológica importante. El “chasquido” se asocia con liberación, alivio o relajación. Esa sensación puede venir de varias fuentes:

  1. La expansión momentánea de la articulación, que da una leve sensación de flexibilidad o soltura.
  2. La estimulación de terminaciones nerviosas alrededor de la articulación, lo que podría liberar endorfinas (las "hormonas del bienestar") —aunque esta idea aún no tiene suficiente evidencia científica.
  3. Un efecto psicológico: muchas personas desarrollan un vínculo entre el “crack” y la sensación de alivio, de modo que el cerebro aprende a asociarlo con descanso o reducción de tensión. Como un pequeño gesto relajante más. Este tipo de efecto es parecido al de otras conductas repetitivas; como apretar un bolígrafo, mover las piernas cuando estamos nerviosos o cualquier gesto que calmamos de forma inconsciente.

Conclusión: crujir no es malo… con moderación

Si tu hábito de crujir dedos es ocasional, cómodo y no provoca dolor ni inflamación, no hay razón para preocuparte: el gesto es inocuo. El “pop” proviene simplemente de burbujas de gas liberándose en el líquido sinovial, no de huesos o cartílagos dañándose. 

No obstante, como con muchas cosas: la clave está en la moderación. Hacerlo constantemente, con demasiada fuerza o acompañado de molestias, podría generar efectos adversos; como menor fuerza de agarre o inflamación leve.

Para quienes escuchan el chasquido de otra persona como un sonido irritante: tranquilos. En realidad, el riesgo para quien lo hace es mínimo. Eso sí: si crujir dedos se convierte en un hábito compulsivo; o si aparece dolor, nunca está de más consultar a un médico o fisioterapeuta. 

En resumen: crujirse los dedos no es malo por sí mismo, no conduce a artritis, y para muchos puede sentirse como un pequeño alivio. Pero como todo hábito corporal, merece un uso consciente, sin excesos.

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© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.