Selfies que matan: cómo la moda de fotografiar perezosos alimenta el comercio ilegal


Lo que muchos ven como un acto adorable es, en realidad, un negocio cruel que amenaza la supervivencia de esta especie


Haciéndose una foto con un perezoso en China© Getty Images
Ana ToroPeriodista y Locutora
22 de noviembre de 2025 - 8:11 CET

Los perezosos han conquistado las redes sociales. Su aspecto lento, su pelaje verdoso por el musgo que lo cubre y esa sonrisa aparentemente permanente los han convertido en queridos protagonistas de fotos turísticas. Pero detrás de la ternura de esos selfies, se esconde un negocio cruel y creciente: el tráfico ilegal de animales salvajes. Lo que muchos viajeros ven como un encuentro adorable con un animal exótico es, para conservacionistas, una tragedia que amenaza la supervivencia de estas especies.

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© Getty Images
Perezoso en un zoo de Sudamérica

La otra cara de la postal perfecta

Según un reportaje reciente, la demanda de selfies con perezosos ha disparado el mercado ilegal del tráfico de estos animales. Aunque parecen dóciles y sonrientes, los perezosos no fueron hechos para ser manipulados por humanos. Un informe de biólogos destaca que cuando son forzados a interactuar con turistas, están sometidos a niveles de estrés extremos, algo para lo que su fisiología no está preparada.

En muchos casos, los traficantes arrancan a los perezosos de su vegetación original de forma violenta: talan los árboles donde viven, matan a sus madres para capturar a las crías y, a veces, incluso les mutilan las garras o las puntas de los dedos para reducir su agresividad o impedir que se escapen.

Una tasa de mortalidad dramática

El precio de un perezoso bebé para el mercado turístico o de mascotas exóticas no es barato —pero el costo más grave es para los animales. Según rescatistas, la tasa de mortalidad de los perezosos jóvenes capturados alcanza el 99 %. Sin su madre, muchos llegan deshidratados, hambrientos y psicológicamente traumatizados. Tal como relata Tinka Plese, fundadora de la Fundación Aiunau, “llegan llorando, buscando a su madre, y se niegan incluso a aceptar alimento de humanos”.

Para muchas de estas crías, el cautiverio no es una alternativa respetuosa, sino una condena. Expuestas a ruidos constantes, manipulación turística y espacios inapropiados, sufren un deterioro físico y emocional acelerado.

Turismo responsable vs. turismo depredadorLa explotación de perezosos para selfies no se limita a un país: se ha documentado en Brasil, Colombia, Perú, Panamá, Costa Rica, entre otros. En el Amazonas brasileño, por ejemplo, algunos operadores de turismo colocan perezosos en puntos estratégicos para que los turistas los manejen, los fotografíen y, en algunos casos, los compren como mascotas exóticas.

Este tipo de atractivo turístico despierta interés en los viajeros más desprevenidos, que no siempre son conscientes del impacto de sus “selfies”. Organizaciones como World Animal Protection han denunciado que muchos perezosos son transportados en condiciones terribles, enjaulados o atados, en espacios insalubres, solo para satisfacer la demanda de fotos.

Regulación amenazada y propuestas para cambiar el rumbo

Frente a esta amenaza creciente, algunos gobiernos ya están actuando. Brasil, Costa Rica y Panamá han propuesto la inclusión de dos especies de perezosos en el Apéndice II de la CITES —un convenio internacional que regula el comercio de especies silvestres— para frenar su tráfico internacional.

Las especies en cuestión son Choloepus didactylus (perezoso de dos dedos de Linneo) y Choloepus hoffmanni (perezoso de Hoffmann), que aunque están clasificadas como de “menor preocupación” por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), en algunos países su situación ya es crítica.

Según expertos en conservación, este tipo de regulación es vital, pero no basta si no se acompaña de protección a su hábitat. Detener el tráfico es necesario, pero también lo es frenar la deforestación que destruye su entorno natural. 

El impacto de los selfies en las redes sociales

El auge del turismo de vida silvestre —también conocido como “wildlife tourism”— ha sido impulsado por las redes sociales. Los perezosos, con su aspecto tranquilo y amigable, se han convertido en trofeos fotográficos altamente demandados.

El fenómeno no solo alimenta el tráfico físico de animales, sino también una narrativa de normalización. Los turistas publican imágenes tiernas que pocos cuestionan, y esto refuerza la idea de que tomarse una foto con un animal salvaje es inofensivo. Organizaciones conservacionistas han lanzado campañas como #StopAnimalSelfies para cambiar esa percepción.

La labor de los rescates

En Costa Rica, el Instituto del Perezoso (The Sloth Institute) ha intensificado su labor. En 2025, obtuvo un permiso oficial para rescatar perezosos, rehabilitarlos y reintroducirlos en su hábitat natural. Su misión va más allá del rescate: también educan a turistas, autoridades y comunidades sobre los peligros del contacto físico con animales salvajes.

Gracias a su trabajo, algunos perezosos han vuelto a vivir en libertad. Pero para que este tipo de iniciativas no queden aisladas, los expertos insisten en que es fundamental reforzar la legislación, mejorar los controles fronterizos y promover un turismo verdaderamente responsable.

Urgencia para un cambio profundo

Los perezosos son víctimas silenciosas de un fenómeno que combina moda, turismo y redes sociales. Lo que muchos viajeros ven como una oportunidad para tomarse una foto memorable es en realidad un negocio cruel que pone en riesgo su bienestar y su supervivencia.

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© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.