Granada no es una ciudad habitual en las portadas por terremotos fuertes, pero en los últimos años ha sido objeto de atención creciente por una actividad sísmica sostenida, aunque de baja intensidad. Este lunes la tierra volvió a temblar con un seísmo de magnitud 2,4 en Albolote, localizado a solo 3 km de profundidad, que fue percibido en varios municipios del área metropolitana. Aunque no hubo daños, el episodio reaviva la pregunta: ¿van a producirse más terremotos en Granada?
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Riesgo latente y antecedentes históricos
Geográficamente, Granada está situada en una zona de alta peligrosidad sísmica en el contexto español. Desde 2020 ha venido registrándose una secuencia sísmica persistente en el entorno de Atarfe, Santa Fe y Pinos Puente, con centenares de microterremotos documentados. Estas sacudidas provienen del movimiento de fallas geológicas que cruzan la Vega de Granada, vinculadas a la convergencia entre las placas Africana e Ibérica.
Granada muestra antecedentes sísmicos más severos: en 1956 un terremoto de magnitud 5,0 afectó la zona de Albolote–Atarfe, causando daños materiales y víctimas. En un pasado remoto, el gran terremoto de Arenas del Rey (1884); con magnitudes estimadas entre 6,2 y 6,5; dejó alrededor de mil muertos y sacudió amplias zonas de la provincia, con efectos constatados incluso en Granada capital.
Estos eventos demuestran que la zona no está exenta del riesgo de terremotos fuertes, aunque ocurren con raras décadas o siglos de separación.
¿Podemos predecir futuros terremotos?
La ciencia sísmica moderna aún no permite predecir con exactitud cuándo ni dónde ocurrirá un terremoto significativo. Los expertos pueden estimar zonas con mayor probabilidad, basándose en fallas activas, tasas de deformación y patrones de tensión acumulada, pero no dar fechas precisas. En Granada, las fallas activas en la vega pueden entrar en fases de mayor actividad durante semanas o meses, pero luego volver a niveles bajos de sismicidad.
Un hallazgo reciente sobre la falla de Padul, cercana a Granada, destaca una expansión débil (extensión) del terreno en la zona central de las Cordilleras Béticas, lo que sugiere que los movimientos tectónicos siguen operando. Pero este tipo de deformaciones son lentas (orden de milímetros por año) y no necesariamente se traducen en terremotos perceptibles.
¿Qué podemos hacer entonces?
Sí, es muy probable que Granada siga experimentando temblores, la mayoría imperceptibles o de baja magnitud, en los próximos años. La actividad reciente y la existencia de fallas activas apuntan a qué episodios como el de 27 de octubre se repetirán. Pero que ocurra un terremoto fuerte; superior a magnitud 5 o 6, no es algo que se pueda afirmar con seguridad. Lo que sí es razonable prever es que, si una falla acumula tensión suficiente, un seísmo mayor podría activarse.
Por eso, más importante que “si va a temblar” es estar preparados: reforzar estructuras, difundir planes de emergencia, sensibilizar a la población y contar con sistemas de monitoreo continuo. La incertidumbre en la predicción es grande, pero el riesgo existe.
