Robert Redford falleció exactamente hace una semana a los 89 años y el mundo no solo recuerda su talento inmenso, sino también un atractivo que marcó época. Su cabello rubio, su mandíbula definida y su sonrisa encantadora lo convirtieron en un sex symbol. Pero más allá de la opinión popular, ¿qué dice la ciencia?
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El cirujano londinense Julian De Silva explicó en Daily Mail que la clave está en la proporción áurea griega: cuanto más cercanas son las proporciones de un rostro al número 1,618 (Phi), más atractivo se considera.
El diario británico analizó una foto del joven Redford con la herramienta de inteligencia artificial GoldenRatioAI. El resultado fue contundente: su rostro alcanzaba un 82,31% de perfección matemática.
Relación altura del rostro: 65,99%
Relación surco nasolabial-nariz: 85,12%
Relación ojo-boca: 95,81%
Este último dato es especialmente llamativo: el ratio ojo-boca de Redford rozaba la perfección, con un 95,81%.
El ranking de los más guapos
Pese a su gran puntuación, Redford no entra en el Top 10 de los hombres más guapos del mundo según la proporción áurea, que encabezan actores actuales como:
Aaron Taylor-Johnson – 93,04%
Lucien Laviscount – 92,41%
Paul Mescal – 92,38%
Robert Pattinson – 92,15%
George Clooney – 89,9%
Una lista que mezcla juventud y veteranía y que demuestra cómo la ciencia sigue alimentando el debate sobre la belleza masculina.
La paradoja Redford
Pero mientras la ciencia medía su atractivo, él lo percibía como una losa. En una entrevista concedida al New York Times en 1974 confesó que “esta imagen de glamour puede ser un verdadero estorbo. La imagen es una porquería”. Para Redford, su físico fue más un obstáculo que una ventaja, algo que condicionaba los papeles que le ofrecían y la manera en que lo percibía la industria.
Durante años luchó por desprenderse del arquetipo de “muñeco Ken californiano” que lo perseguía, rechazó personajes que lo reducían a mero objeto de deseo —como ocurrió inicialmente con Tal como éramos— y solo aceptó el papel cuando el guion le dio más profundidad y vulnerabilidad.
Buscó personajes con sustancia, como el periodista que destapó el caso Watergate en Todos los hombres del presidente, y llevó su compromiso aún más lejos con la creación del Festival de Sundance, que se convirtió en la plataforma más influyente del cine independiente en el mundo. Así, Redford demostró que detrás de un rostro casi perfecto había un artista empeñado en ser mucho más que “el chico guapo de Hollywood”.