Hace cuatro años, la vida de Armie Hammer (39 años), heredero de una millonaria saga petrolífera y galán de Hollywood en ascenso, se derrumbó de la noche a la mañana. Tras protagonizar éxitos como Call Me by Your Name y La Red Social, una serie de supuestos mensajes sexuales filtrados desencadenó una tormenta mediática que estalló con una rapidez increíble. En cuanto la polémica salió a la luz, se convirtió en un fenómeno imparable: memes, hilos interminables en redes sociales, teorías descabelladas y titulares cada vez más estrambóticos alimentaron un frenesí colectivo que parecía no tener fin. En cuestión de días, Hammer pasó de ser un rostro habitual de alfombras rojas a un personaje casi mitológico de Internet, caricaturizado con el apodo de “caníbal”. La industria le dio la espalda, pero el actor, sorprendentemente, ha encontrado la fórmula para salir del ostracismo: silencio, tiempo, distancia y, sobre todo, una profunda dosis de autocrítica mezclada con humor.
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Hammer, que en su peor momento se vio obligado a trabajar como vendedor de multipropiedades en las Islas Caimán, está de vuelta. Lo ha hecho sin grandes anuncios ni alfombras rojas, simplemente trabajando en lo que le apetece, con las entrevistas justas. Su agenda ya cuenta con tres películas pendientes de estreno y un podcast personal, confirmando que la memoria colectiva de Hollywood, aunque lenta, es capaz de perdonar si no hay delitos. El actor demuestra que el escándalo puede convertirse en anécdota, aunque el camino haya sido largo y difícil.
De los escándalos al western
La primera prueba de fuego de su regreso llegó el pasado 5 de diciembre a los cines estadounidenses con Frontier Crucible, un western clásico donde coprotagoniza junto a William H. Macy. A pesar de no contar con una gran promoción, para el actor este es el proyecto más importante de su carrera reciente, pues significa rehabilitarse y ser visto por los suyos como uno más. De hecho, su sutil reaparición ya había dado señales curiosas, pues hace unos meses participó en un videoclip de la cantante Georgina Leahy, interpretando a un personaje llamado... Kannibal Ken. Un guiño cargado de ironía que demuestra que Hammer ha decidido enfrentarse a su pasado con una sonrisa.
La lista de proyectos continúa: tiene lista Citizen Vigilante, donde es el protagonista, interpretando a un cazador de criminales en un filme que se rodó en Zagreb. Además, a finales de junio terminó de rodar Night Driver, un film noir donde da vida a un veterano de guerra que realiza entregas nocturnas.
"Rechazar un proyecto fue la mejor sensación"
La consecución de estos proyectos es especialmente notable, ya que el actor ha reconocido que ahora solo cuenta con su abogado como "equipo", sin un agente que guíe su carrera. En una industria en crisis, conseguir tres trabajos tras ser considerado un paria no es poca cosa. En el podcast Your Mom’s House, el actor no dudó en abordar la situación con total honestidad. Confesó que al principio se sintió abrumado, pero que ahora todo está cambiando. “Rechazar un primer proyecto después de cuatro años de esta mierda, la verdad, fue la mejor sensación”, reconoció. Hammer nota un cambio de percepción en el sector: “Va lento, pero ahora, cuando sale mi nombre en conversaciones entre gente del sector, lo que se oye es: ‘Tío, a ese lo jodieron’. Y eso sienta muy bien. Es muy alentador”.
"Fui un imbécil"
Hammer no solo busca volver a actuar, sino que ha hecho un profundo ejercicio de introspección. Él mismo ha sido su juez más duro, reconociendo en distintas charlas que fue “un imbécil” y que su comportamiento con las mujeres “no lo hizo bien”. El escándalo, aunque doloroso (llegó a tener pensamientos suicidas y pasó un año en rehabilitación), le sirvió para darse cuenta de qué quería exactamente. La terapia ha calado, y el actor ha aprendido a manejar su propia narrativa. En una entrevista con The Hollywood Reporter, su única conversación con un gran medio, fue claro y conciso: "La gente veía la palabra ‘caníbal’ y todos decían: ‘Tiene sentido, se come a la gente’. Qué momento. Echando la vista atrás, es divertidísimo, como observación social”. Una forma de reírse de la histeria colectiva que lo condenó.
Aunque este proceso le costó el divorcio de Elizabeth Chambers y alejarse de sus dos hijos, Ford y Harper, la normalidad está volviendo. De hecho, en verano, su exesposa publicó una fotografía de los cuatro juntos celebrando el final del curso escolar, una señal de que la rehabilitación también se nota en el ámbito familiar.
